
Una joven se somete a una operación estética.
La tiranía estética
La eterna juventud accesible y barata democratizadora del gustarse ante el espejo, siempre y cuando la cosa salga como la prometen
Más información: Desmantelada una clínica estética en Bilbao que administraba botox sin autorización
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En menos de dos meses la policía ha localizado y procedido a las actuaciones pertinentes en al menos dos clínicas ilegales donde se aplicaban tratamientos de medicina estética sin ninguna garantía sanitaria. En el caso de Gipuzkoa se utilizaba un piso de alquiler turístico para llevar a cabo los procedimientos. En Bilbao se trataba de un piso alquilado que se utilizaba también para estos fines.
Toxina botulínica, ácido hialurónico, hilos tensores...su mayor atractivo el precio, tratamientos de alto coste en clínicas homologadas a tan solo un 10% de su valor de mercado. La eterna juventud accesible y barata democratizadora del gustarse ante el espejo, siempre y cuando la cosa salga como la prometen.
Lo incautado por la policía era puro contrabando de sustancias procedentes de Corea sin ningún filtro, administradas por personas que hacían pasarse por médicos, pero que en realidad carecen de titulación alguna.
Entonces ¿por qué la lista de espera para pincharse labios, quitarse arrugas o estirarse lo ojos efecto foxy eyes era tan abundante, el negocio tan rentable y la proliferación de las traseras ilegales de peluquerías tan frecuentes, a pesar de que los riesgos son enormes?
Lo más curioso y preocupante es comprobar la edad de las personas que acuden al lado oscuro de la medicina estética. Jóvenes, especialmente chicas, que entre veinte y treinta años sienten la necesidad de rejuvenecer o aumentar sus atributos
Es la tiranía de la estética, la moda de los referentes visuales y vitales, la innecesaria creencia, acrecentada por el marketing, que nos dice que somos imperfectos. Lo más curioso y preocupante es comprobar la edad de las personas que acuden al lado oscuro de la medicina estética. Jóvenes, especialmente chicas, que entre veinte y treinta años sienten la necesidad de rejuvenecer o aumentar sus atributos con el objetivo de alcanzar un canon estético popular en redes sociales o alisar lo que nunca llegó a madurar.
Esto no es un juicio, no es un señalamiento, ni siquiera un reproche, es una reflexión. Los usuarios de Tik Tok se sitúan en una horquilla de edad de entre 18 y 34 años, un público enorme que asiste a debates sobre retoques estéticos, el antes y el después de operaciones o tratamientos, y que ha normalizado como el lavarse los dientes un aumento de labios ruso. Según la Sociedad de Medicina Estética los pacientes de entre 16 y 24 años han pasado se suponer el 14% al 20% de la clientela en la actualidad.
La inseguridad, la autoestima, encajar en el grupo, gustar a los demás son propios de una edad por la que no ha tocado pasar a todos. Generaciones como la mía, la época de las top models, la talla 36 era un imposible que nos autoexigía seguir dietas terribles, insanas: la de la piña, la del tomate o la de los potitos de bebé. Una aberración nutricional que en la mayoría de los casos, gracias a la madurez y a la información, pudimos parar.
Aunque no debemos olvidar que fue el momento del gran destape de los trastornos alimentarios. De repente supimos que existían enfermedades como la anorexia o la bulimia nerviosa. Aprendimos a poner nombre a dolencias latentes derivadas de la autoexigencia.
Se asociaba el éxito personal a la delgadez cuando realmente nos enfilábamos por el carril contrario hacia la baja autoestima, la inestabilidad emocional o la ansiedad. Dicen los expertos en psicología que en la paradoja de intentar ser quien no eres, desvirtuar la propia imagen, provoca un vacío interior que pone en riesgo sufrir trastornos mentales.
Ya lo ven, no se trata de cargar tinta contra las generaciones actuales, pretendo poner el foco en la deriva creciente de este fenómeno ante el gran bombardeo que sufren en la actualidad. La accesibilidad para conseguir al precio personal que sea colmar unos deseos que pueden acarrear consecuencia irreversibles.