Vistas del chalet de Xabi Alonso y su mujer, Nagore Aranburu.

Vistas del chalet de Xabi Alonso y su mujer, Nagore Aranburu. Europa Press

Opinión

La demolición del chalet de Xabi Alonso y la decepcionante actitud de Goia

El caso destapado por este diario tiene que servir para que las instituciones muevan ficha

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La demolición del chalet de Xabi Alonso es ya una necesidad apremiante en Donostia. Sin embargo, el Ayuntamiento, liderado por Eneko Goia, no mueve ficha pese a las exigencias de las asociaciones denunciantes y de algunos partidos de la oposición sobre este polémico inmueble. 

Este caso refleja a la perfección la época en que vivimos. Porque retrata cómo los privilegios de la élite pasan inadvertidos, más aún si tienen que ver con el fútbol, deporte pasional cuyos aficionados lo perdonan casi todo fuera del campo, frente a los problemas que la mayoría de ciudadanos padece por temas menores. 

Veamos el caso. Un señor respetable y con mucho dinero, en este caso el exfutbolista y ahora entrenador, decidió edificar un chalet de lujo en un lugar protegido como es el paraje de Txalin del monte Igeldo de San Sebastián. Recibió, justo es decirlo, los permisos pertinentes del Ayuntamiento. 

Fenomenal hasta ahí. Ocurre que los jueces ya decidieron tiempo atrás que esa licencia era ilegal. Desde entonces grupos ecologistas, en concreto la asociación Ieltxo Kultur Elkartea y la asociación naturalista Haritzalde, reclaman (y litigan para ello con uñas y dientes) que se proceda a la demolición del inmueble.

Sin embargo, Goia opta por mirar hacia otro lado. O eso parece. Decepcionante, en todo caso, porque el silencio institucional no sirve para solucionar problemas de semejante índole. 

Las novedades sobre el caso que estos días ha destapado Crónica Vasca, fruto del buen trabajo de la redacción, y, más en concreto, de un periodista íntegro como Endika Santamaría, deberían servir para generar al menos una reflexión en las instituciones, que, no se olvide, están para velar por la justicia y la igualdad entre todos.

La reflexión, en todo caso, se antoja insuficiente. Tengo para mí que en el Ayuntamiento donostiarra deberían mover ficha cuanto antes para acabar con este escándalo. 

Un escándalo que por mucho que algunos traten de ocultar crece más y más cada día que pasa. Aquí, al menos, lo seguiremos contando.