Francisco, un papa claramente distinto

Francisco, un papa claramente distinto Vmedia

Opinión

Francisco, un papa claramente distinto

Publicada

Noticias relacionadas

La hagiografía es la historia de la vida de los santos, en ellas encontramos  las más terribles torturas y los más sorprendentes milagros. La tradición judeo-cristiana ha traído hasta nuestros días esas biografías para amparar y proteger a los creyentes. La figura de San Francisco de Asís nos dice que fue un rico heredero que se desposeyó de todo para vivir la pobreza evangélica. Su hagiografía nos cuenta que salió al paso de un terrible lobo que devoraba animales y personas, teniendo atemorizada a toda la población. Con la fe de Cristo salió a su encuentro, realizó la señal de la cruz y el fiero lupus se amansó como un cordero, acompañando a Francisco en su labor religiosa. Por esta razón, el santo es representado junto a un lobo y reconocido como el santo de la pobreza y el amor por los animales.

Jorge Bergoglio se convirtió hace más de doce años en el primer papa Francisco, una declaración de intenciones de un sumo pontífice claramente distinto a sus predecesores. Juan Pablo II viajero y político en plena guerra fría, Benedicto XVI un papa doctrinal e intelectual, Francisco el primero en muchos hitos, por el nombre y por su procedencia americana, pero  ¿qué más no ha dejado su figura?

Francisco salió al paso de una iglesia que no se había enfrentado a los lobos del siglo XXI. Algunos teólogos le definen como radical en lo social, lo político y lo económico. Sus encíclicas lo han dejado patente

Francisco salió al paso de una iglesia que no se había enfrentado a los lobos del siglo XXI. Algunos teólogos le definen como radical en lo social, lo político y lo económico. Sus encíclicas lo han dejado patente. En 2015 publica el primer documento de su pontificado “La Alegría del Evangelio”. Una crítica al neoliberalismo, no por sus consecuencias como lo habían hecho papados anteriores, sino porque es la raíz de un sistema injusto afirma. Viene a decir que no compartir con los pobres es robarles y quitarles la vida, y que el cristianismo debe ser como un cántaro que va vertiendo generosamente la abundancia del agua fresca.

Los lobos de los gobiernos más a la derecha de los últimos lustros han aullado para desprestigiarle o acusarle de rojo, comunista y el representante del maligno como su compatriota y actual presidente de argentina Javier Milei. También los sectores más conservadores de la Iglesia dejaron sentir su incomodidad.

Por si fuera poco, ha sido el primer Papa, que a través de su encíclica Laudato Si,  posiciona a la Iglesia claramente como una institución ecologista y advierte sobre el cuidado de la casa común. Toma este nombre precisamente de una cita de San Francisco de Asís  en El Cántico de las Criaturas. El ser humano como naturaleza, el deber de la práctica ética con ella y la ecología como el lugar de encuentro de los diferentes. Una posición rabiosamente actual ante la ola negacionista en la que nos encontramos inmersos.

La tercera encíclica que le sitúa en el disparadero de sus críticos es Fratelli Tutti, (todos hermanos) de 2020. Francisco habla de la caridad como no asistencialista, sino una práctica social y política que debe orientarse al bien común. Las palabras del papa generan una resonancia entre los políticos liberales, antropocentristas y -añado- egoístas de sus intereses privativos, que le han puesto en la mira de insultos, descalificaciones y ataques de los sectores políticos más conservadores e integristas. No en vano es el líder espiritual de 1.400 millones de católicos.

No ha sido el único en levantar la voz dentro de la comunidad cristiana. Me gustaría recordar que tras la elección como presidente de EE.UU. de Donal Trump, tanto él como su familia, acudieron religiosamente a una misa en la Iglesia Episcopal de Washintong. Su obispa, Mariann Edgar Budde, le suplicó clemencia por los más débiles, por la comunidad migrante, el colectivo LGTBI y por todas aquellas personas asustadas. La respuesta del electo fue de enfado e ira “era una roja que me odia”.

Objetivamente es inasumible e indefendible la subordinación de la mujer al hombre. Es contrario a derecho la imposibilidad de la mitad de la Iglesia de asumir papeles y voz decisoria y no verse limitada exclusivamente a labores subsidiarias y serviles

Esto me da pie a poder comentar los grandes temas pendientes, que en mi opinión ha dejado Francisco: ¿Qué hay de los avances de la mujer en el seno del catolicismo y de los homosexuales? El vicario de Dios en la tierra arrancó su papado con un halo de esperanza para la comunidad LGTBI al afirmar, de vuelta de su viaje a Brasil, que no era nadie para juzgar a estas personas. Unas palabras que quitaron carga de conciencia a muchos católicos, pero que en la práctica no ha cambiado nada de la doctrina moral de la iglesia sobre sexualidad, ya que todo lo que supere los márgenes establecidos, no es aceptable.

Objetivamente es inasumible e indefendible la subordinación de la mujer al hombre. Es contrario a derecho la imposibilidad de la mitad de la Iglesia de asumir papeles y voz decisoria y no verse limitada exclusivamente a labores subsidiarias y serviles. La religión es el último bastión de la legitimación del patriarcado y se escucha desde dentro y desde fuera de la Iglesia. Las palabras importan y aunque hayamos visto a Francisco ser sensible en este asunto, tampoco nada ha cambiado. 

¿Será el próximo papa quien culmine los vientos de cambio del catolicismo o la ola reaccionaria volverá a marmolear por San Pedro? Yo, al menos, soy de las que no pierde la fe.