Era viernes, 7 de marzo de 2008, a las 13:30 e Isaías Carrasco Miguel -de 46 años- acababa de salir de casa, ubicada en la calle Navas de Tolosa número 6 en Mondragón, rumbo a su puesto de trabajo en la empresa pública Bidelan, como cobrador del peaje de la AP-1 a la altura de Vergara. El que fuera concejal del municipio desde junio de 2003 hasta mayo de 2007 dejaba, a la 13:30 de la tarde, en casa a su mujer Ángeles y a su hija Sandra, las que a los pocos segundos de ver salir a su marido y padre por la puerta escucharon desde el interior de la vivienda lo que en su momento creyeron que eran cohetes. Lo que no se imaginaron al asomarse por la ventana es que verían una imagen que les cambiaría la vida

El etarra Beinat Aguinagalde Ugartemendia, que según testigos del atentado había estado merodeando la zona durante varias horas y que en el momento del asesinato iba a cara descubierta pero con barba postiza, disparó hasta en cinco ocasiones contra Carrasco causándole heridas en el tórax, hígado, abdomen superior, cuello, muñeca y antebrazo. El exedil fue trasladado al Hospital de Arrasate aún con vida pero finalmente, y a pesar de los intentos del equipo médico por reanimarle, falleció una hora después, a las 14:45. Tanto su mujer como su hija, tras ver lo ocurrido, estuvieron acompañándolo cuando Carrasco quedó tendido en el suelo aquel 7 de marzo hasta que llegó la ambulancia. 

Isaías Carrasco, padre de tres hijos, se convertía así en la tercera víctima mortal de la banda terrorista después de que en junio de 2007 declarara el alto el fuego permanente y su asesinato, el número 38 hacia un político. Este se produjo a solo dos días de las elecciones generales que enfrentaría al candidato del PP, Mariano Rajoy, y al presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, quien acabaría imponiéndose en los comicios para afrontar su segunda legislatura.

Precisamente, Carrasco había sido concejal de Mondragón desde junio de 2003 hasta mayo de 2007, año en el que se celebraron elecciones municipales y que, por el puesto que ocupaba en las listas, no resultó finalmente elegido. Tras esto, decidió prescindir del escolta que le correspondía por haber ocupado dicho cargo durante esa legislatura.

Conmoción generalizada 

El asesinato de Carrasco conmocionó a la sociedad y sacudió el panorama político regional y nacional, pues además de ocurrir a dos días de las elecciones generales, se interpretó como una acción dirgida directamente al PSOE. Casi un año antes, el 6 de junio de 2007, la banda terrorista puso fin al alto al fuego que había pactado con el gobierno central.

El 1 de diciembre de ese mismo año, dos etarras mataron a dos guardias civiles en la localidad francesa de Capbreton, mientras ambos trabajaban en una misión de vigilancia. Tras estos hechos, ya en 2008, el 14 de enero, Zapatero aseguró que no había opción alguna de conversaciones de paz con ETA e insistió en que la única posibilidad era el rendimiento unilateral. Menos de dos meses despues, el grupo terrorista asesinó a Isaías Carrasco.

Jose Luis Rodríguez Zapatero se enteró de los hechos en pleno mitin en Málaga y poco después aseguró: “ETA no tiene otro destino más que desaparecer”. Mariano Rajoy por su parte, insistió: “ETA debe perder toda esperanza de lograr sus objetivos”, y el que fuera lehendakari por aquel entonces, Juan José Ibarretxe incidió: “Es una salvajada, un acto de barbarie inhumana”.

Así, ETA ejecutó su amenaza de sabotear las elecciones generales; y lo hizo el último día de campaña y consiguiendo que éste quedase cancelado por parte de todos los grupos políticos, que a su vez pidieron el voto unánime de la sociedad contra el terror. Las propias asociaciones de víctimas también hicieron un llamamiento para que las elecciones se celebrasen con normalidad porque "el rumbo del país lo marcan los demócratas, no los terroristas", animando a todos los ciudadanos a que exhiban banderas con crespones negros en sus balcones.

En ese momento se estaban viviendo momentos tensos en el propio consistorio del municipio natal de Isaías Carrasco. Todos los partidos presentes en el pleno del Ayuntamiento de Mondragón condenaron el ataque salvo Acción Nacionalista Vasca (ANV), que ocupaba la alcaldía del municipio y cuyos ediles de en Mondragón decidieron abandonar sus cargos durante los dos días que iba a durar el luto. La exalcaldesa del municipio, Inocencia Galparsoro, acudió al hospital tras el fallecimiento de Carrasco pero allí militantes socialistas la obligaron a abandonar el centro hospitalario. 

Beinat Aguinagalde, tras llegar a España en 2014./Policia Nacional

 

Lucha por la continuidad de las elecciones

“A mi padre lo han asesinado por defender la libertad, la democracia y las ideas socialistas. Ha sido siempre un hombre valiente. Yo y mi madre iremos a votar y eso es lo que pido, que todo el mundo vote, y los que quieran solidarizarse con nuestro dolor, que acudan masivamente a votar para decirle a los asesinos de mi padre que no vamos a dar ni un solo paso atrás”, aseguró Sandra, la hija de Carrasco, solo un día después del asesinato de su padre y uno antes de que se celebrasen las elecciones. 

La fortaleza y determinación de la hija de Carrasco no solo hizo que miles de vascos acudieran en masa a votar, también provocó la repulsa generalizada de la sociedad. Así, el 10 de marzo, miles de personas salieron a recorrer  las calles de Mondragón bajo el lema 'Por la libertad. ETA no'. Uno de los momentos más emotivos de la marcha ocurrió a su paso por la calle Navas de Tolosa, donde vivía y fue asesinado Carrasco, y donde los manifestantes se detuvieron y guardaron un minuto de silencio.

Beinat Aguinagalde fue detenido en Francia el 28 de febrero de 2010, dos años después de haberse fugado al país galo tras asesinar al empresario Ignacio Uría, propietario de una de las constructoras encargadas de la ‘Y’ vasca. No fue hasta 2014 cuando se produjo la entrega definitiva a España tras la emisión de una orden europea de detención. En 2015 la Audiencia Nacional lo condenó por matar a Isaías Carrasco y por tenencia de armas de fuego con finalidad terrorista a 32 años de cárcel y le prohibió residir o acudir a Mondragón en los 10 años siguientes desde el cumplimiento de la condena.