La campaña electoral del 23-J terminaba este viernes de la única manera que podía terminar: con una fuerte polémica sobre un hipotético bulo. El PNV y el PSE atacaban a PP y Bildu por supuestamente haber alcanzado un pacto para repartirse las presidencias en las comisiones del Ayuntamiento de Vitoria. Una traca final a la altura de una campaña de pocas ideas y demasiadas mentiras (o inexactitudes).
Esta cuestión estaba presente en los últimos mítines de la campaña. Así, por ejemplo, el presidente del PP en Álava, Iñaki Oyarzabal, acusaba al PNV de "haber querido mentir" en el último día de la contienda sobre el reparto de las presidencias de las comisiones porque "está nervioso" por lo que dicen las encuestas.
Aseguraba Oyarzabal que el PP renunció a presidir dichas comisiones por la "tergiversación de los hechos" que se había llevado a cabo. Y explicaba que el PNV y el PSE "han cambiado hoy su voto para tergiversar la situación" (se abstuvieron), de manera que las presidencias quedaran en manos de EHBildu y el PP, sin ningún acuerdo entre estos partidos.
En el cierre de campaña del PSE en la localidad vizcaína de Portugalete, el pueblo de Patxi López y donde también reside Eneko Andueza, secretario general del PSE-EE, la cuestión estaba también presente. Era el propio Andueza quien tildaba a los representantes del PP de "miserables" y "sin escrúpulos" por "repartirse el poder con Bildu".
Sin hacer referencia a esta cuestión, ya negada oficialmente por la coalición abertzale, su líder, Arnaldo Otegi, cerraba la campaña en Donostia reclamando el voto porque, según decía, EH Bildu garantiza que se sumen los sufragios "necesarios" en Euskadi y Navarra "para frenar a los herederos del franquismo".
Por su parte, el PNV -formación que encendió la mecha de la polémica de Vitoria- celebraba su final de campaña con un gran mitin en Bilbao. El presidente jeltzale, Andoni Ortuzar, resumía que "ha sido una campaña dura, bronca y en la que, además, todos los partidos no hemos tenido las mismas oportunidades: el bipartidismo Sánchez-Feijóo y la acción de los grandes medios de comunicación, con los debates, etc, les han dado mucha ventaja".
Sumar fue la primera gran formación en cerrar su campaña en Euskadi con un acto en San Sebastián. Allí, la líder de Podemos-Euskadi y cabeza de lista de la plataforma de Yolanda Díaz por Gipuzkoa, Pilar Garrido, reclamaba a los votantes de izquierdas a que se movilicen el domingo y acudan a votar, ya que "esos señores que votan derecha y extrema derecha no se van a quedar en casa, van a ir a votar para devolvernos a tiempos oscuros".
Culminaba así, como ya se ha dicho, una campaña repleta de eslóganes, broncas sobre los pactos, mentiras, demasiadas mentiras (o "inexactitudes", Feijóo 'dixit'), pocas propuestas y aún menos ideas imaginativas. Será el 'caloret' que nos acompaña o el hartazgo ciudadano o una mezcla de ambas cosas. Pero, sea lo que sea, el caso es que no anidarán en nuestras memorias momentos estelares.
Al decir de los expertos con solera, esta campaña ha sido una de las peores, incluso la peor, de la democracia. Tal vez se queden cortos.