Desde que en abril se presentó oficialmente el texto definitivo de la nueva Ley Vasca de Educación, los grupos del Parlamento vasco se dividieron en dos bandos muy claros: aquellos a favor de la norma y aquellos que desde el primer momento anunciaron que la enmendarían en su totalidad. En el primero se encontraban el PNV y EH-Bildu, ambos satisfechos con el proyecto presentado por el Departamento de Educación y el consejero, Jokin Bildarratz; y en el segundo se situaban Elkarrekin Podemos-IU, PP, Ciudadanos y Vox, todos ellos, aunque con argumentos diferentes, contrarios al proyecto aprobado en el Consejo de Gobierno.
Mientras, el PSE-EE se encontraba en una situación especialmente complicada. Los socialistas no estaban satisfechos con buena parte de lo recogido en el proyecto de ley, sobre todo en lo referido a los modelos lingüísticos, y no tardaron en mostrar su descontento con lo recogido en aquel texto y, sobre todo, con la extrema importancia que se le daba al euskera, dejando al castellano casi como una lengua marginal.
Así, tras semanas de negociaciones, desencuentros y trabajo en común, finalmente, los socios del Ejecutivo vasco alcanzaron este martes un acuerdo para enmendar parcialmente el texto que aprobaron en abril. Tras apurar los plazos hasta el último momento, PNV y PSE presentaron un escrito de 26 puntos para incluir de manera explícita, aunque sea en la exposición de motivos, la vigencia de los modelos lingüísticos en la nueva norma.
La futura Ley Vasca de Educación es, probablemente, la norma más importante de esta legislatura y desde que comenzó su andadura se planteó como una ley de consensos que lograra el apoyo de la inmensa mayoría del Parlamento vasco. En abril de 2020, PNV, PSE, EH-Bildu y Elkarrekin Podemos-IU, que reúnen al 90,6% de la Cámara, firmaron el llamado pacto educativo que, entre otras cosas, daba prioridad a la aplicación del euskera como "eje vertebrador" de una educación más euskaldunizada, y al desarrollo de los centros públicos sobre los concertados y privados.
Sin embargo, el espíritu de dicho pacto fue diluyéndose poco a poco hasta que finalmente Podemos optó por desmarcarse completamente y anunció que enmendaría la norma en su totalidad. Algo que este martes acabó confirmando la portavoz de la coalición morada, Miren Gorrotxategi; al igual que el PP Vasco, Cs y Vox, quienes también han presentado, al menos, una enmienda a la totalidad.
Por su parte, el portavoz de EH-Bildu, Ikoitz Arrese, informó en el Parlamento vasco de que su grupo parlamentario había redactado 146 enmiendas parciales con las que "mejorar" el proyecto de ley. Sin embargo, este anuncio tuvo lugar antes de que se conociera el acuerdo al que habían llegado los socios del Ejecutivo vasco, y por tanto no contemplaba las modificaciones que PNV y PSE han propuesto para esta norma.
Rechazo a los modelos
Para socialistas y jeltzales era esencial presentar esta ley como un solo grupo parlamentario. El pacto de Gobierno entre ambas formaciones les compromete a firmar conjuntamente todas aquellas normas que quieran aprobar en la Cámara autonómica y con la de Educación, el buque insignia de esta legislatura, no podía ser de otra manera. Así, ante el descontento inicial del PSE con el proyecto aprobado en abril, que sí dejó satisfecho a EH-Bildu, los socios del Ejecutivo tuvieron que acercar posturas hasta el punto de que las modificaciones planteadas pueden espantar ahora a la coalición abertzale.
Todavía se mantiene al euskera como punto fundamental de la norma, solo que ahora sí se refleja claramente que los modelos educativos: A en castellano, D en euskera y B mixto, se mantienen vigentes. Algo con lo que la coalición soberanista quería acabar definitivamente en su énfasis por avanzar hacia un sistema educativo más euskaldunizado y completamente "plurilingüe".
Así, la potestad recae ahora en los propios centros para que sean estos quienes elaboren un proyecto lingüístico propio, adaptado a su propia "realidad territorial" y que asegure que el alumnado termine su etapa académica con un dominio total del euskera y el castellano de, mínimo, el nivel B2, además de un conocimiento avanzado de una lengua extranjera hasta, al menos, el nivel B1, aunque no se especifica en el texto cuál debe ser ese tercer idioma.
Sin embargo, el mantenimiento de los modelos queda todavía bastante difuso. Aunque en el papel estén reflejados, la realidad es que los modelos quedan ya como algo casi obsoleto. Desde hace años la educación vasca se realiza casi exclusivamente con el modelo D y era tarea de los propios centros ofrecer o no cualquiera de los otros dos tipos. Pero ahora, la nueva ley obligaría a los centros a desarrollar su propio proyecto que atienda a las necesidades sociales de su entrono. Por eso, la posibilidad de que una familia pueda darle a su hijo una educación con el castellano como base es prácticamente imposible.
Todo esto pone ahora a Bildu en una situación comprometida. La formación abertzale insistió este martes en que la de Educación es la "ley más importante de esta legislatura" y una oportunidad para euskaldunizar la educación que, como ha asegurado Arrese, "no vamos a dejar pasar". Desde la coalición soberanista apuestan por ser fieles al pacto de abril de 2022, y aseguran que quienes tengan intención de "alejarse de lo acordado, tendrán que explicar por qué", pero al mismo tiempo, tras el nuevo acuerdo de PNV y PSE, tendrán que valorar si aceptan los cambios del nuevo texto y si finalmente son ellos los que se desmarcan de ese "consenso general".