Que los asuntos, las polémicas y la crispación política de Madrid tienen un efecto inmenso e indiscutible en todo el resto del Estado no es ninguna novedad. Hace cosa de un mes, las elecciones gallegas se vendieron como una demostración del buen momento que parece atravesar el Partido Popular; del rechazo social contra el Partido Socialista por cuestiones, por ejemplo, como la ley de amnistía; y de la caída en picado que viven Podemos y Sumar tras su ruptura en el Congreso.
Pero ahora, en un contexto similar, con las autonómicas vascas del próximo 21 de abril a la vuelta de la esquina, la situación parece ser diferente y la crispación de Madrid parece quedarse ahí, sin traspasar las fronteras de Euskadi. Y no es por falta de motivos, porque la polémica por el caso Koldo que envuelve al Gobierno central lleva el nombre del vasco, Koldo García Izagirre -que fue asesor del exministro socialista, José Luis Ávalos-, y podría suponer un duro bache para el PSE-EE en su lucha por la Lehendakaritza.
Sin embargo, mientras en el Congreso de los Diputados el PPP ha centrado gran parte de su estrategia en hacer de este caso una de sus principales armas -igual que ha hecho con la Ley de Amnistía-, en el País Vasco el resto de formaciones políticas, incluidos los populares, están siendo bastante discretas con este tema. Parece que dirigen su discurso a otros asuntos de menor calado nacional y centrados directamente en los intereses y necesidades de la ciudadanía vasca.
Cuestión de aritmética electoral
De hecho, uno de los motivos por los que el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el resto del PNV querían evitar que las autonómicas de este 2024 coincidieran con los comicios de otras comunidades -como podría haber sido Galicia-, o con las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, era que estas no se convirtieran en un debate sobre cuestiones impulsadas desde Madrid u otros lugares ajenos a Euskadi.
En general, más allá de las acusaciones que el candidato del PP, Javier de Andrés, ha pedido a los socialistas respecto al llamado 'caso Koldo', y de sus críticas centradas especialmente en la equidistancia que a su juicio está mostrando el PNV; las referencias a esta polémica son mínimas.
Aunque las razones detrás de este silencio no están en que los jeltzales y EH Bildu no rechacen esta presunta trama de corrupción, sino en que la aritmética electoral obliga a ambas formaciones a mantenerse cerca del PSE si tras el 21 de abril alguna de las dos quiere acabar gobernando Euskadi en una coalición donde los socialistas son casi imprescindibles.
Los partidos vascos, en general, evitan hacer demasiadas declaraciones sobre este tema y prefieren mantenerse en un plano más alejado. Parecen, incluso, no dudar de las acciones que ahora mismo están realizando los socialistas, y hasta hablan de ejemplaridad a la hora de abordar este tema.
El caso de Ayuso se queda en Madrid
Algo similar, en lo referente al uso electoralista de estos asuntos, está ocurriendo con la polémica en torno a la pereja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y su posible relación con un caso de fraude fiscal y falsedad documental tras eludir el pago de 350.951 euros a Hacienda. Un suceso que, desde que se conoció el pasado martes, está sirviendo al PSOE como una gran herramienta para desviar la atención que hasta ahora iba dirigida al 'caso Koldo'.
Aquí en Euskadi, sin embargo, la atención a este caso está siendo mínima. Incluso por parte de los representantes del PNV y EH Bildu en el Congreso. Aunque a diferencia del posible trama de corrupción que afecta al exministro Ábalos y a su exasesor Koldo García Izagirre, el caso de Alberto González, novio de la presidenta madrileña, no tiene relación alguna y su uso como arma electoral tendría poco peso. Sobre todo porque en este caso la víctima sería el PP vasco. Partido que aunque espera mejorar los resultados de las anteriores autonómicas, tendría imposible hacer lehendakari a su candidato Javier de Andrés.