Un vídeo de TikTok se ha vuelto viral en los últimos días por mostrar la peculiar crítica de un turista de Barcelona durante su paso por Bilbao. En tono humorístico, el creador de contenido Eleder Iglesias ha hecho un vídeo donde lugareños y visitantes aseguran que le parece concretamente las famosas escaleras del Guggenheim.
Una visitante de Barcelona asegura que son “horribles, la verdad, no me lo creía” mientras graba unas escaleras que, a su juicio, representan un verdadero quebradero de cabeza para cualquiera que se atreva a subirlas.
Aunque el tono del clip es claramente cómico, muchos usuarios locales se han sentido identificados con la observación. La razón: los escalones, de dimensiones inusuales, generan incomodidad tanto al subir como al bajar. “Me pone muy nervioso que no puedas alternar las piernas”, señala un seguidor en TikTok, visiblemente frustrado por el diseño de las escaleras.
La publicación ha encendido el debate en la sección de comentarios, donde no han faltado bilbaínos confesando que ellos mismos han tropezado más de una vez en ese punto concreto. “Son traicioneras”, reconocen varios vecinos, que admiten que el diseño no facilita precisamente la comodidad de los peatones. Otros añaden con sorna que no hace falta venir de fuera para acabar en el suelo: “Me he caído yo, y llevo toda la vida aquí”.
El vídeo, que en apenas unas horas acumuló miles de visualizaciones y centenares de interacciones, ejemplifica cómo el humor puede servir de espejo de problemas cotidianos que muchos prefieren pasar por alto. Lo que comienza como una exageración de turista desconcertado termina destapando una realidad compartida: esas escaleras han sido un enemigo silencioso para más de uno.
La ironía pone sobre la mesa un tema recurrente en las conversaciones urbanísticas: ¿hasta qué punto se tienen en cuenta a los peatones a la hora de diseñar espacios públicos? El diseño de las escaleras, con peldaños más largos de lo habitual, rompe el patrón natural de la marcha, obligando a caminar con una cadencia incómoda que desestabiliza el ritmo.
Más allá de las quejas, los comentarios reflejan una mezcla de orgullo y resignación bilbaína. Orgullo, porque el vídeo coloca a Bilbao de nuevo en el mapa de las conversaciones digitales, aunque sea por un detalle tan curioso. Y resignación, porque no son pocos los que consideran que el ayuntamiento debería replantearse el diseño de estas escaleras para evitar caídas.
Algunos usuarios han querido rebajar el dramatismo recordando que no es la primera vez que exageran alguna experiencia en Euskadi con fines cómicos. Sin embargo, lo cierto es que este tipo de contenidos conectan rápidamente con la audiencia cuando logran dar voz a una incomodidad real. Y, en este caso, el humor del visitante barcelonés ha servido para que los propios bilbaínos reconozcan, entre risas, que esas escaleras tienen mala fama desde hace años.
En definitiva, lo que nació como un chiste grabado en TikTok ha terminado por convertirse en un reflejo de la vida urbana bilbaína: entre la tradición, el diseño peculiar y la cotidianidad de unos escalones que, según muchos, son más un reto que una ayuda.
