Sociedad

'El sur de nuestro norte', la cruda realidad de las mujeres migrantes cuidadoras

30 mujeres de 13 países diferentes cuentan por primera vez su historia y su experiencia como trabajadoras de este sector tan "invisibilizado"

22 junio, 2021 05:00

El trabajo de hogar y de cuidados constituye un nicho laboral de suma importancia para las mujeres migradas que llegan a Euskadi. En el año 2011, los últimos datos que hay registrados, el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno vasco calculaba la existencia de casi 90.000 trabajadoras en el sector, empleadas para un total de 105.500 hogares. Es decir, el 14,2% de los hogares vascos tenían contratado empleo de hogar y cuidados.

La pandemia ha cambiado este panorana y se estima que más de 20.000 trabajadoras han perdido su empleo agravando la situación de precaridad laboral en la que se encontraban. Todos estos datos e historias con nombres y apellidos se conocen ahora gracias una Investigación Acción Participativa sobre las cadenas globales de cuidados en Vitoria-Gasteiz llamada “Cuidadoras Migradas, el Sur de nuestro Norte”, llevada a cabo en Álava por la Red de Comercio Justo y Consumo Responsable Zentzuz.

En el trabajo de hogar y de cuidados no hay una recogida sistemática de datos más allá de las altas y las bajas en la seguridad social; información que deja de lado el trabajo sumergido y que es un trabajo en muchos casos por horas o jornadas cortas en las que se impone la práctica de no hacer contratos. Según el Ministerio de Trabajo y Economía en cuanto, la media anual de trabajadoras en Araba para 2018 es de 29.587 y para 2019 es de 28.861. 

Las mujeres son las protagonistas de este sector. Según datos de Emakunde, midiendo los datos de afiliación de la Seguridad Social, en diciembre de 2015 había un total de 29.543 personas afiliadas al SEEH (Sistema Especial para Empleados de Hogar) en la CAPV, de las cuales 28.112 eran mujeres, lo que supone el 95,2% del empleo total de esta rama de actividad. Según este estudio de Zentzuz, una de cada dos mujeres migradas está empleada en este sector y la cifra podría ser mucho mayor por tratarse de sector con mucho trabajo sumergido. No obstante, la CAPV era una de las seis comunidades de España con mayor número de afiliaciones a la Seguridad Social en 2016.

Esta investigación dibuja el perfil de estas trabajadoras. En general se trata de madres solteras o casadas con maridos en paro. En los últimos años, cada vez son más jóvenes y abandonan su tierra ante la imposibilidad de lograr un trabajo. La mitad de ellas contrajeron una deuda para iniciar su proyecto migratorio, y el 55% enviaba en 2010 remesas a sus países de origen. Las que llevan poco tiempo residiendo aquí, emprenden solas el viaje migratorio, y dejan a sus propios hijos bajo el cuidado de otra persona. Su situación económica es peor que la del conjunto de las mujeres migradas que viven en Euskadi: el 20% tiene problemas para cubrir sus necesidades básicas (alimentación, ropa, calzado, vivienda); y el 36% tiene dificultades para hacer frente a gastos imprevistos. Respecto a su edad, es un colectivo muy heterogéneo, si bien las estadísticas señalan que la edad media de empleadas en sector doméstico es de 34 a 45 años. La mayoría de ellas, el 90%, proceden de América Latina.

Ahora, 30 mujeres de 13 países diferentes que trabajan en este sector en Álava hablan por primera vez para contar su historia y su experiencia en esta investigación. Algunas llegaron sin papeles; otras sin apenas recursos o incluso con deudas; con familiares a los que atender en sus países de origen a los que enviar dinero; teniendo que dejar a sus propios hijos al ciudado de otras personas y, en algunos casos, solas y sin el apoyo de sus familias. Mujeres que llegaron a Euskadi en busca de un futuro mejor y de un empleo digno con el que poder subsistir y que han llegado, en ciertas ocasiones, siendo víctimas de violencia o de engaños y estafas. ¿Qué se han encontrado al llegar?: Trabajos de hogar y cuidados con sueldos que rondan los 500€, a veces sin contrato, sin Seguridad Social y con la incertidumbre y la posibilidad de que se queden sin empleo de un día a otro. Lo que en el caso de las internas les lleva incluso a quedarse sin hogar.

Para ellas, alzar su voz en este estudio ha supuesto "un viaje de empoderamiento". Piden que este trabajo deje de ser "invisible" y esté reconocido dentro del estatuto de los trabajadores. Demandan que haya información y formación para ellas y que se les convalide la experiencia en cuidados, poder acceder antes a los papeles que regularicen su situación. En resumen, que se les respeten sus derechos y que la sociedad sensibilice y sea consciente de la realidad que ellas viven.