Sociedad

Salud alerta de que la pandemia puede tener un impacto negativo en la supervivencia al cáncer

Sagardui asegura que la tasa de mortalidad ha descendido significativamente, pero el cáncer sigue siendo la principal causa de muerte en Euskadi

21 marzo, 2022 16:52

La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha asegurado que es posible que en los próximos años se observe "cierto impacto negativo" en la supervivencia de los pacientes con cáncer en Euskadi provocado en parte por el parón que sufrieron los distintos cribados preventivos durante la pandemia.

La consejera ha hecho esta reflexión durante su intervención en comisión parlamentaria para analizar la evolución del Plan Oncológico de Euskadi 2018-2023 a petición de EH Bildu. El principal objetivo de esta iniciativa es mejorar la tasa de supervivencia del cáncer cinco años después del diagnóstico a través de distintas medidas preventivas y de atención.

En este sentido, Sagardui ha reconocido que la afección que la pandemia ha tenido en el sistema de salud podría provocar que en los próximos años haya un "cierto impacto negativo" en la supervivencia de los pacientes con cáncer, según recoge Efe.

Parón en los cribados

Este posible empeoramiento de los datos de supervivencia a esta enfermedad tendría como principal causa el parón que sufrieron los distintos cribados de cáncer que lleva a cabo Osakidetza, que dejaron de hacerse por el riesgo de contagio por covid tanto para las personas que se someten a ellos como para el personal sanitario.

Estos cribados de cáncer como el de mama, cervix y colón, que permiten detectar tumores en su estado inicial, ya se han retomado por parte del Servicio Vasco de Salud, que ha reiniciado esta actividad con las citas aplazadas.

La consejera ha explicado que, no obstante, los datos con los que cuenta a día de hoy el Departamento "hablan de un descenso significativo de las tasas de mortalidad" de las personas diagnosticadas con cáncer. Además, aunque esta enfermedad sigue siendo la principal causa de muerte en Euskadi ha pasado de provocar el 30,8 % de los fallecimientos entre 2011 y 2015 a suponer el 27,9 %.