Bilbao ha sido la primera localidad de Euskadi en poner en marcha una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) para limitar el tráfico en el centro de la ciudad. Una medida que espera servir de ejemplo para el resto de municipios vascos de más de 50.000 habitantes que deben establecer estas restricciones.

Y es que según la normativa, en la comunidad autónoma vasca hasta seis poblaciones están obligadas a implantar una ZBE en sus calles. Así, además de Bilbao, las ciudades de Donostia-San Sebastián y Vitoria-Gasteiz deben habilitar, asimismo, una zona protegida al tráfico. Pero también las localidades vizcaínas de Barakaldo y Getxo, aparte de Irun en Gipuzkoa.

Sin embargo, después de que el pasado día 15 el Ayuntamiento de Bilbao inaugurase la ZBE, ninguno de estos otros cinco municipios se ha pronunciado al respecto, a pesar de que la ley contempla multas para los Consistorios que no apliquen esta normativa, obligatoria desde el 1 de enero de 2023.

Mapa de la ZBE de Bilbao. Bilboko Udala

"Vencido hace año y medio el plazo para que establezcan las obligadas zonas de bajas emisiones, estas localidades no las han implantado pese a los abundantes fondos europeos que están recibiendo para ello" y "tampoco se han dotado de protocolos de actuación frente a los episodios de mala calidad del aire", denuncian desde Ekologistak Martxan.

Altos niveles de PM10, PM2,5, NO2 y ozono troposférico

Con esta medida, se prevé disminuir la contaminación generada por el tráfico con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, por ende, mejorar la calidad del aire que se respira en los núcleos urbanos. Una acción que debe ir acompañada de otras muchas, según destaca la asociación ecologista.

Y es que, según advierte un informe realizado por Ecologistas en Acción, 2023 fue el segundo año más cálido desde 1961 y en él se produjeron diversos episodios de contaminación por partículas y por ozono. Hasta el punto de que el 58% de la población vasca, en torno a 1,3 millones de personas, respiró aire contaminado por encima de los límites aprobados recientemente por el Parlamento europeo que deberán alcanzarse antes de 2030.

Nube de contaminación.

"De acuerdo a esos umbrales, el aire contaminado afectó en 2023 a más de la mitad de la población vasca, lo que expresa la magnitud del reto a asumir por las administraciones en los próximos años para alinearse con la nueva legislación", señala Miguel Ángel Ceballos, coordinador del informe.

En este sentido, las previsiones realizadas por Ihobe, la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno vasco, con respecto al Inventario de Emisiones de Euskadi en 2023, apuntan a una disminución del 8,4% de Gases de Efecto Invernadero (GEI) respecto a 2022 y del 33% en comparación con 2005.

Esta tendencia a la baja "se alinea con los objetivos marcados por el Gobierno vasco en cuanto a emisiones y, en concreto, con la nueva Ley de Transición Energética y Cambio Climático, recientemente aprobada, que establece el objetivo de reducir las emisiones, respecto a 2005, en un 45% para el año 2030", indican desde este organismo.

Mejora con respecto a 2022

Analizados los datos recogidos en las 57 estaciones oficiales de medición instaladas en territorio vasco, las áreas con mayor concentración de partículas contaminantes PM10 y PM2,5 en el aire fueron Bajo Nervión y Donostialdea. Las áreas urbanas de Donostia y Bilbao, por su parte, incumplieron el nuevo límite legal anual de dióxido de nitrógeno (NO2). Y el ozono troposférico afectó especialmente a las áreas suburbanas y rurales del Litoral, los Valles Cantábricos y las Cuencas Interiores.

Los niveles de gases de efecto invernadero en Euskadi se han visto reducidos un 8,4% con respecto a 2022 según el Ihobe. EFE

No obstante, durante 2023 "la calidad del aire en País Vasco mejoró respecto a 2022, con una reducción significativa de los niveles de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono troposférico respecto a los promedios del periodo 2012-2019", según dicho informe.

La agrupación ecologista atribuye esta menor contaminación atmosférica a la evolución de la actividad económica tras la pandemia de la COVID-19. "El consumo de combustibles fósiles y electricidad se redujo el año pasado y las fuentes renovables cubrieron más de la mitad de la demanda eléctrica, limitando las emisiones de las centrales térmicas de gas, estando cerradas la mayoría de las de carbón, las más contaminantes", explican.

Eso sí, "si se tienen en cuenta los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), mucho más estrictos que los límites legales vigentes y nuevos", el aire contaminado afectó en 2023 a la totalidad de la población vasca", denuncian.

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