Deba, en la costa guipuzcoana, era una de las opciones que se contemplaron para que el Ebro 'saliera' al Cantábrico / E Press
Un 'canal de Suez' para unir la costa vasca con el Mediterráneo
A finales del siglo XVIII cobró fuerza la posibilidad de conectar el Ebro con el Cantábrico por el País Vasco para crear un gran canal navegable y mejorar las comunicaciones
Hay una ruta turística por barco que cubre los kilómetros finales del Ebro en la que los guías cuentan que hubo un rey, Carlos III, que se tomó especialmente en serio la idea de hacer navegable todo el río para alcanzar el mar Cantábrico.
Y en esa última conexión, el último empujón para ayudar el Ebro a conectar con la costa vasca, pudo haber jugado un papel clave el País Vasco.
Porque ríos que vertebran de norte a sur Euskadi fueron candidatos a servir de nexo entre el Ebro y el Cantábrico, barajándose en los diversos proyectos que se lanzaron en la época algunas opciones de salida al mar por Gipuzkoa.
Eran tiempos en los que el transporte por barco tenía un protagonismo crucial en el comercio y el desarrollo económico, y de hecho son un buen puñado las rutas navegables que intentaron forzar reyes como Carlos III (reinó en España en la segunda mitad del siglo XVIII) a través de la península, incluyendo ambiciosas propuestas para unir Madrid con el Atlántico.
Crecida del Ebro a su paso por Zaragoza / EP
Un primer hito
Volviendo al Ebro, el séquito de ilustrados que trataban de impulsar la navegación a través de la península lograban a finales del siglo XVIII un hito relevante a través del llamado Canal Imperial de Aragón.
El proyecto, una obra faraónica en su tiempo, había sido concebido un par de siglos atrás, recibió el espaldarazo formal para su construcción con Carlos III y fue finalizado oficialmente en 1790 ya bajo el reinado de Carlos IV, que estableció las condiciones para la navegación.
Este canal, más de 100 kilómetros entre el sur de Navarra y el corazón de Aragón, podría considerarse el primer gran paso de lo que en aquellos tiempos se consideraba un objetivo asumible: conectar el mediterráneo y el mar cantábrico por una ruta apta para los barcos.
Cartel de protesta por la subida del Ebro en un municipio del delta del río en Tarragona
El espejo francés
Nunca se alcanzó tal hazaña. Y eso que hubo propuestas muy avanzadas. Al parecer Ramón Pignatelli, ilustrado aragonés y figura clave en la construcción del Canal Imperial de Aragón, vio en el puerto de Deba la mejor opción para ejercer de salida hacia el Cantábrico y la propia Real Sociedad Bascongada de Amigos del País encargó estudios para hacer viable la operación de unir el Ebro con el municipio costero guipuzcoano por una ruta navegable.
Imagen de Deba
Se barajaron otras opciones con firmeza, estuvo sobre la mesa incluso la opción de una salida por San Sebastián, hasta que el progreso y el surgimiento de otros medios de transporte como el ferrocarril acabaron por mermar el interés de impulsar la navegación a través de la península.
Sí llevaron a buen puerto, nunca mejor dicho, su empeño de conectar mares a través del continente europeo los franceses. Lo hicieron a través del mítico Canal du Midi, un espejo para los ilustrados españoles que va desde el mediterráneo, en Sète, hasta Toulouse, donde engancha con el río Garona hasta el Burdeos.
Imagen aérea del Puerto de Bilbao, el principal puerto de Euskadi a día de hoy
El peso del mediterráneo
De vuelta al paseo por el Delta del Ebro, que enfrenta en el presente su particular batalla contra la subida del mar, el guía recuerda cómo la gente fue prosperando económicamente gracias a lo que ofrecía el río. Para los pueblos que a lo largo de la historia llegaban al noreste de la península controlar el Ebro suponía, en gran medida, asegurar el dominio de la zona.
Euskadi mantiene hoy en día un estrecho vínculo con el Ebro. Ejerce de muga en el sur, abastece al Gran Bilbao y, a la vez, recoge las aguas de importantes ríos alaveses.
Y qué decir del mar Cantábrico, fuente de riqueza para los pueblos del norte durante siglos. El peso comercial se ha ido concentrando en el Puerto de Bilbao (integrado junto al de Pasaia en la red de Puertos del Estado), que acusa precisamente un cierto aislamiento en relación a las grandes rutas internacionales del mediterráneo. ¿Cómo sería hoy el Puerto de Bilbao si se hubiera culminado la gran obra de Carlos III?