"Pues ya que han arrancado, no deberían pararse. Podrían hacer algo parecido en Repsol, Endesa, Iberdrola y otras tantas". Así se refería Oskar Matute, uno de los portavoces de EH Bildu en el Congreso de los Diputados, a la decisión del Gobierno central de entrar en Telefónica como primer accionista, en un mensaje publicado en sus redes sociales.
El diputado de la coalición abertzale tiene todo el derecho del mundo a opinar que las grandes empresas estratégicas deben estar participadas por el Estado, faltaría más, pero no parece que un mensaje como este sea el más serio ni el más reposado para un representante público. Entre otras cosas, porque carece de argumentación alguna y parece basado en el tópico de señalar como enemigas a las grandes compañías.
A Matute, como a cualquier otro portavoz de cualquier otro partido, hay que pedirle seriedad y mesura en sus críticas, amén de una profundidad de análisis de la que carece este mensaje. En la política actual sobran ocurrencias y faltan propuestas rompedoras que ayuden en efecto a resolver los problemas de la gente.