Aunque en Euskadi es una formación marginal y, por tanto, su movimiento es apenas perceptible, la decisión de Santiago Abascal de romper los gobiernos de cinco comunidades autónomas evidencia que su formación se conduce por el sectarismo y el cortoplacismo propio de los ultras.
Romper nada menos que los ejecutivos de cinco autonomías como ha hecho el político vasco es irresponsable en sí mismo. Y hacerlo porque dichas comunidades, gobernadas por el PP, van a aceptar la llegada de menores no acompañados que han migrado a España es directamente un disparate que choca con los valores más elementales.
Incluso, el líder del PP vasco, Javier de Andrés, señalaba a las ambiciones personales de Abascal como detonante de lo sucedido y, para ilustrar su argumentación, recordaba lo sucedido en su formación años atrás.
En todo caso, Abascal y Vox al completo no tienen excusas. El cálculo político no justifica algo así. Pero, en todo caso, su decisión es de agradecer. Así, los votantes de Euskadi y de toda España saben bien qué es y para qué sirve Vox.