Iñaki López (Portugalete, 1973) acumula cientos de anécdotas desde que empezó a desempeñar el oficio de periodista hace más de tres décadas en TeleBilbao y Radio Nervión, primero, y EiTB y La Sexta después. A lo largo de su trayectoria siempre ha tratado de defender la honestidad profesional como filosofía y, con buen humor ante las situaciones tensas y estresantes de la actualidad, ha demostrado su capacidad para lidiar con todo tipo de tertulianos durante las seis horas de directo de 'La sexta noche'.
Desde hace tres años copresenta con Cristina Pardo 'Más vale tarde', también en La Sexta, y sigue disfrutando de su trabajo. Todos los días aprende cosas nuevas, reconoce en esta entrevista para la sección de Periodistas vascos de Crónica Vasca.
-¿Cuándo supo que quería ser periodista y por qué eligió este oficio?
-No tuve desde luego ninguna visión ni ninguna epifanía ni nada por el estilo, la verdad es que fue algo que se fue colando poco a poco en mi vida porque yo en realidad me licencié en la UPV en Ciencias de la Información pero por la rama de Publicidad porque mi deseo, en un primer momento, era dedicarme a ser creativo de publicidad.
Lo que pasa es que en el año 93, por casualidad, me presenté a un casting para TeleBilbao, que entonces era una televisión local incipiente, y sonó la flauta. En realidad mis amigos y yo íbamos a sacar unas fotocopias cerca, vimos que había una cola y nos quedamos, pensando primero que podía ser para ser extra en alguna película.
Así empecé a hacer mis primeros pinitos y compaginé los estudios con TeleBilbao y después con Radio Nervión haciendo radio fórmula y poco a poco se me fue colando dentro el veneno de la comunicación, pues empecé haciendo sobre todo entretenimiento, aunque en estos 30 años de carrera he hecho prácticamente de todo, también periodismo puro y duro.
-¿Qué recuerda de su paso por la universidad de Leioa?
-La verdad es que me lo pasé muy bien en la universidad entre 1991 y 1996, aunque todavía eran unos años convulsos. Recuerdo algunas cargas policiales, y detenciones de ETA o cuestiones políticas por las que se paralizaban las clases, pero recuerdo haber aprendido mucho, a pesar de que la formación práctica era prácticamente nula y el equipo que utilizábamos era muy viejo y no se utilizaba ya en radio ni televisión.
Recuerdo como anécdota curiosa que éramos cien alumnos y coincidí con Emma García en clase. Además, Carlos Sobera nos dio clase cuando todavía era profesor de Derecho de la Publicidad.
-¿Quiénes son, a día de hoy, sus referentes?
-Muchos. Tengo la fortuna de trabajar en una cadena donde comparto espacio y he podido conocer personalmente a muchos de mis referentes. Para mí uno de los mejores comunicadores de este país es el Gran Wyoming, un tipo muy inteligente, muy rápido y un grandísimo comunicador.
También hay otros comunicadores que no son necesariamente de mi cadena, que me parecen fantásticos, como por ejemplo Jorge Javier Vázquez. Yo nunca he sido muy fan de esos contenidos, pero él como profesional me parece un crack. Domina el plató como pocos.
También he tenido ocasión de trabajar con Carlos Sobera, que es un tipo súper versátil, capaz de adaptarse a cualquier formato. Y me sorprende enormemente la capacidad de Roberto Leal, con el que he trabajado en un programa de entretenimiento que se estrenará en septiembre.
Sus inicios profesionales
-Cuenta que lo primero que hizo como periodista, precisamente, fue el secuestro de Miguel Ángel Blanco en 1997, cuando le enviaron a Ermua para relatar lo que ocurría.
-Sí. Es cierto que una de las cosas buenas que tienen las televisiones locales es que te permiten aprender mucho más que en la universidad. La ventaja que tienen las televisiones locales, que en aquel momento estaban empezando, es que tenían muchas horas de emisión y éramos pocas personas, así que había que hacer de todo, así que prácticamente me tocaba editar y hacer yo mismo las noticias, guionizar programas, vender la publicidad a la mercería de la esquina. Era una cosa muy autogestionada y había mucha libertad para trabajar.
Yo me dedicaba al entretenimiento hasta el día en el que se produjo el secuestro de Miguel Ángel Blanco y pasó que en ese momento no había nadie en informativos así que me enviaron a Ermua a mí. Recuerdo perfectamente la imagen del padre llegando de trabajar en su coche con el buzo lleno de escayola y la policía esperándole en el portal para informarle del secuestro de su hijo.
-Y después de forjarse en TeleBilbao y Radio Nervión, en 1999 fue fichado por EiTB.
-Sí. Empecé colaborando con Antxon Urrosolo. Luego ya salté a ‘Lo que faltaba’, el programa que presentaban Txetxu Ugalde y Yolanda Ramos. Pasé a presentar los veranos con Adela González antes de presentar ‘Pásalo’ de forma diaria durante seis años, donde había información social y se empezó a hacer también más información política. Era un programa como ‘Más vale tarde’.
Había secciones de todo tipo y condición, desde alimentación hasta salud, pero también se trataba la política. Cubrimos, por ejemplo, el tsunami del Pacífico, la muerte de Yasser Arafat o de Juan Pablo II. Recuerdo haber llevado a Patxi López cuando empezó como secretario general de los socialistas vascos y entrevistamos en alguna ocasión al lehendakari.
-De ahí saltó a La Sexta…
-Sí. Fue curioso porque estaba haciendo el debate de ‘El Conquis’ y reportajes en el espacio ‘60 minutos’, me llaman de La Sexta me llamaron para hacer ‘La sexta noche’, un programa de política y economía de seis horas en directo cada sábado por la noche en una franja en la que durante veinte años lo que triunfaba en televisión era el corazón.
La verdad es que me pareció un desafío muy interesante y muy bonito y me dijeron que iban a tener paciencia, que sabían de lo difícil del formato. Lo cierto es que el programa empezó muy bien porque coincidió con la crisis, los recortes, aquella corrupción galopante, los problemas que había con el rey, las mareas ciudadanas, la aparición de nuevos partidos políticos… Ciudadanos pasó de ser un partido autonómico a un partido nacional, tuvimos a Pablo Iglesias antes de fundar Podemos, cuando era un profesor de la Complutense y venía con su novia Tania Sánchez…
Con todo ello, conseguimos que ‘La sexta noche’ se convirtiera en un referente los sábados por la noche. Y ahí estuve, durante ocho años, hasta que me plantearon la posibilidad de escapar hacia la tarde, porque quería compaginar mi horario con el de mi mujer. Surgió la posibilidad de ‘Más vale tarde’ y Cristina Pardo y yo estamos muy contentos y vamos a por nuestra tercera temporada ya.
Informar durante la pandemia
-¿Qué momento en antena recuerda como el más difícil de toda su carrera?
-Lo que más me costó fue trabajar durante la pandemia, porque recuerdo que manteníamos la distancia, las mascarillas, las puertas del plató abiertas, las cámaras robotizadas sin operadores… y teníamos una mesa de ocho expertos, donde había desde epidemiólogos hasta psicólogos, pasando por enfermeras o médicos de atención primaria, y durante las primeras semanas, la incertidumbre y el miedo eran tan grandes que hasta ellos no sabían qué es lo que podía ocurrir y a veces no se ponían ni de acuerdo entre ellos.
Informar en aquel momento con tan pocos datos fiables, con tantas dudas y con ese temor general, generado por la propia sobreinformación, fue muy complicado. Los datos que llegaban era imposible contrastarlos porque nos enfrentábamos a algo completa y absolutamente nuevo.
-¿Qué es lo que más le gusta de la profesión?
-Teniendo en cuenta todo el tiempo que pasamos en el trabajo, trabajar en algo que te guste es una lotería. También la posibilidad de entretenerme y divertir al mismo tiempo. Lo que más me divierte es precisamente la posibilidad de aprender, porque un día hay dos espeléologos perdidos y estás rodeado de expertos en espeleología, o de repente pasa un asteroide cerca de la Tierra y tenemos astrónomos en el plató.
También me gustan los programas más contenedor, donde se da cabida a otra serie de temas que no son escrictamente los políticos, porque la política a día de hoy me sigue pareciendo bastante árida. De hecho, cuanto más hablo de política, menos me acabo de fiar de nuestra clase política. Los políticos cada vez se alejan más entre ellos, caen en discursos más populistas, buscan el enfrentamiento como única manera de conseguir el voto y eso es bastante desalentador. Es bastante triste que cada vez sea más difícil llegar a un acuerdo. En este sentido, creo que los políticos en Madrid deberían aprender de lo que ocurre en el resto de comunidades autónomas, como Euskadi, donde hay una larga tradición de pactos, porque es verdad que la política en España es muy centralista.
-¿Y lo que menos?
-Probablemente, lo que menos me gusta de esta profesión es tener la sensación de dar noticias que se repiten. Generalmente relacionadas a la falta de acuerdos entre los políticos, la falta de respeto en el Congreso de los Diputados o cómo los que ahora señalan la corrupción, escandalizándose y sobreactuando, la han protagonizado hace apenas unos meses, pero parece que no se acuerdan de eso.
No quiero hacer antipolítica porque creo que la política es necesaria, pero creo que estamos en una deriva de enfrentamiento constante y de vivir en una especie de ambiente preelectoral perpetuo que provoca la desafección de la gente de sus políticos. Y los políticos, que son muy cortoplacistas, no se dan cuenta de esto.
Deberían reconocer sus errores, tender la mano al de enfrente y reconocer la posibilidad de que el de enfrente puede aportar para que salgamos un poco de este bucle infernal en el que estamos en este país. Porque al final todo esto no es más que alimento para políticos populistas de ultraderecha con ideas reaccionarias, que sinceramente, creo que no aportan absolutamente nada. Y creo que todos los problemas de la política de los últimos años han venido de ese lado.
-Y bueno, precisamente hablando de política, sorprende ver cómo la investidura de Imanol Pradales, el nuevo lehendakari, no ha tenido prácticamente eco en los medios nacionales…
-Sinceramente, creo que en Euskadi, después de haber sido protagonistas de las portadas durante muchas décadas, agradezco enormemente que ahora no seamos noticia. Los periodistas soñábamos con el momento en el que Euskadi dejara de ser noticia por ETA y, sinceramente, creo que lo que hace falta en este país son más políticos de perfil bajo, que se dediquen a la gestión, no a dar todo el día titulares.
En ese sentido creo que lo ha hecho muy bien Urkullu, un político serio que se ha dedicado a gestionar y no a dar titulares, porque los políticos últimamente tienen demasiada tendencia a dedicarse al zasca constante en Twitter, al insulto en el Parlamento, la frase ocurrente, la confrontación perpetua…
En ‘Más vale tarde’ sí dimos la noticia del nombramiento de Pradales y creo que fueron tres minutos, porque es que afortunadamente no hay mucho más que decir. Se ha llegado a un acuerdo rápidamente entre partidos y la oposición está siendo muy responsable. No es como en otras comunidades autónomas donde se oyen los alaridos de la ultraderecha con broncas y sus sobreactuaciones constantes.
Está la política ahora mismo tan soliviantada en Madrid que hay veces que noto incluso cierta sensación de ‘bufado’ generalizado, como notaba en Euskadi en los años 90.
El papel de los medios de comunicación
-¿Y qué responsabilidad tenemos los periodistas al dar voz a quienes tiran de tweet o insulto? ¿Es partidario de contar lo que ocurre o de no darles espacio? Porque por ejemplo hemos visto cómo el nuevo partido ‘Se acabó la fiesta’, aunque no ha salido en ningún medio de comunicación, ha conseguido representación en las elecciones europeas.
-Yo creo que al final los periodistas tenemos la responsabilidad de ser honestos, de verificar las noticias en la medida de lo posible, de rectificar si nos equivocamos… Pero no hablar de ciertos temas no significa que vayan a desaparecer. ‘Se acabó la fiesta’ ha realizado una campaña a través de las redes sociales y les ha ido muy bien porque ahora hay gente que lamentablemente se informa por ahí.
Los periodistas no podemos responsabilizarnos de que se esté publicando mercancía averiada en las redes y que la gente se informe mal a través de este canal, porque yo creo que también es responsabilidad de cada uno, como adulto, buscar información en fuentes de profesionales. Además, no debemos dar veracidad a cualquier cuenta anónima que suelta cualquier pajarada en las redes como si fuera un medio de comunicación con periodistas con una trayectoria intachable.
Lo que no podemos hacer es dar sólo noticias bonitas porque al final las otras noticias van a acabar llegando y porque la finalidad de los medios no es decidir qué es bueno y qué es malo para la gente, sino contar lo que está ocurriendo y dar herramientas para su interpretación de forma honesta, escuchar todas las voces y señalar los bulos o informaciones falsas o las medias verdades, que al final son mentiras enteras. Los periodistas damos unos mimbres para que luego la gente se haga su cesto.
-Precisamente recuperar el prestigio que los periodistas hemos perdido es una de las preocupaciones de los profesionales, ¿qué podemos hacer? ¿Cuál es la fórmula para combatir las fake news, los pseudomedios y las redes sociales?
-Hay que seguir denunciando cualquier tipo de bulo y, para recuperar nuestro prestigio, lo único que podemos hacer nosotros, los periodistas, es esmerarnos aún más en nuestro propio trabajo. La única manera de recuperar el prestigio de los medios de comunicación es hacernos responsables, cada uno, de lo que publicamos, procurando seguir siempre una buena praxis.
Y creo que quien controla las redes sociales es quien tiene que poner límites a lo que se publica en su plataforma, pero también es responsabilidad de la gente saber exactamente dónde se está metiendo y en manos de quién deja su información.
Noticias relacionadas
- Ion Aramendi: "'Sálvame' me enseñó a contar historias, a hacer preguntas y a disfrutar"
- Carlos Sobera: “Me gusta mucho el papel de empresario y empecé abriendo una librería, pero tuve que cerrarla”
- Jon Sistiaga: "Si los periodistas no recuperamos nuestra credibilidad estamos condenados a desaparecer"
- Silvia Intxaurrondo: "Los periodistas no podemos dejar pasar ni un bulo"