'Mickey 17', la loca comedia fantástica de Bong Joon-ho, director de ‘Parásitos’.

'Mickey 17', la loca comedia fantástica de Bong Joon-ho, director de ‘Parásitos’. Archivo

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La loca comedia fantástica de Bong Joon-ho, director de ‘Parásitos’

El oscarizado realizador coreano vuelve a jugar con la violencia y la crítica social en 'Mickey 17', una película sobresaliente

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Bong Joon-ho no deja de sorprendernos, ni cuando hace un retrato social sobre las nuevas clases altas y clases bajas como en la irrepetible y extraordinaria 'Parásitos', ni cuando se desmelena para adaptar la novela de Edward Ashton.

'Mickey 17' es un hombre prescindible, un empleado desechable de una expedición humana enviada a colonizar el mundo helado de Niflheim. La particularidad de Mickey es que, siempre que hay una misión demasiado peligrosa, la tripulación recurre a él porque, si muere, automáticamente se regenera un nuevo cuerpo con la mayor parte de sus recuerdos intactos. Pero cuando un día le dan por muerto -sin que lo esté- y fabrican a su nueva versión, habrá dos Mickeys pululando por el mundo. Y empiezan los problemas. 

Hay un momento en que el supuesto equilibrio en que parecen coexistir sus personajes logra resquebrajarse, lo que provoca no sólo una crisis interna, sino un despiporre de proporciones fabulosas que te hacen sonreír y alucinar a partes iguales. Esa es la verdadera magia de Bong Joon-ho

Este thriller cómico y fantástico, con toques de ciencia ficción y aventura espacial, parece a priori, la antítesis de lo que Bong Joon-ho había conseguido con 'Parásitos', donde todo parece -y subrayamos el parece- tan realista que duele. Pero como en aquélla, en 'Mickey 17' hay un momento en que el supuesto equilibrio en que parecen coexistir sus personajes logra resquebrajarse, lo que provoca no sólo una crisis interna, sino un despiporre de proporciones fabulosas que te hacen sonreír y alucinar a partes iguales.

Esa es la verdadera magia de Bong Joon-ho que cuando ganó el Oscar en 2020 por 'Parásitos', dio las gracias a Quentin Tarantino por haber alabado siempre su cine. Y no es de extrañar porque, como a Tarantino, a Bong Joon-ho le encanta el despiporre, el punto de no retorno en que una historia se convierte en una locura sangrienta, violenta y surrealista donde todo, pese a esa supuesta locura que vemos, tiene sentido.

Así las cosas, el cineasta coreano lo ha vuelto a hacer. Y lo ha hecho con una comedia donde Robert Pattinson también vuelve a demostrar que es un actor versátil, talentoso y camaleónico que hace igual de bien de cariacontecido vampiro adolescente, que de turbulento Batman o de misterioso farero.

Cada gesto, cada palabra, cada mirada que nos ofrece en Mickey 17 es un derroche de talento inenarrable. Pero Pattinson, como le pasó a DiCaprio muchos años, es víctima de su propia belleza por lo que durante una docena de años no se le ha tomado demasiado en serio. 

Divertida, caótica y brillante, 'Mickey 17' es una película que, como todas las de su director, destila mala leche y mete unos cuantos zarpazos al capitalismo. Sus muchas capas y múltiples lecturas permiten entender que esta historia de un personajillo que trata de hallar su lugar en el cosmos es más bien una fábula de humor negro sobre el mundo moderno. 

Bong Joon-ho, que logró revolucionar a la industria norteamericana al cosechar más de 50 millones de dólares de taquilla con su obra maestra coreana, es uno de esos directores que ahora se rifan las productoras. Una de esas raras avis a las que le dejan hacer lo que le dé la gana porque el público quiere más de eso, de ese cine inclasificable y libre que, oh milagro, funciona. Por eso ha podido desmelenarse de lo lindo con esta comedia hilarante e inaudita en la que todo es imposible y, al mismo tiempo, tiene sentido.

Por eso no podemos más que aplaudir el talento y el genio de este binomio fantástico conformado por Bong Joon-ho y Robert Pattinson que ojalá, muy pronto, puedan volver a reunirse para alumbrar otra joya fresca, rara y magnífica.