La maquinaria agrícola vasca, atrapada en la guerra de Ucrania
Bellota podría perder el 40% de su facturación mientras el sector de la automoción mira a las sanciones de Rusia a la Unión Europea
26 febrero, 2022 05:00La factura vasca de la guerra en Ucrania tiene cara. Esos más de 1.800 millones en juego para el empresariado de Euskadi tienen unos CIF y unos consejos de administración detrás. Algunos de ellos, al frente de empresas muy potentes que se juegan mucho en una guerra que en lo militar puede tener las horas contadas, pero que en lo económico puede prolongarse durante un tiempo bastante más largo.
Entre las empresas más amenzadas se encuentra Bellota. La compañía guipuzcoana, que cerró el 2020 en números positivos a pesar de la pandemia, se enfrenta ahora a la pérdida de un mercado en el que coloca el 40% de sus productos. "Entre Rusia, Bielorrusia y Ucrania está el 40% de nuestra facturación", admite Miguel Barinaga, responsable de la delegación de la compañía en esa zona, que atiende a 'Crónica Vasca' ya desde Kaunas (Lituania) y reconoce a esta redacción que el conflicto entre Kiev y Moscú "es un varapalo" para la compañía.
El grueso del negocio de Bellota con las antiguas repúblicas soviéticas se centra en la venta de piezas de maquinaria agrícola que allí son ensambladas. A las trabas que puedan poner las instituciones europeas, Bellota deberá hacer frente también a las sanciones canadienses, pues su propietario es el grupo Ingersoll Tillage, con sede en el país que preside un Justin Trudeau del que se espera una prohibición de operar en Rusia para las empresas canadienses o participadas con capital del país norteamericano.
Barinaga, que antes ha trabajado también en sectores como el diplomático, augura que este sábado será cuando las tropas de Putin tomen el control total de Kiev. A partir de ahí la compañía tendrá que decidir cómo abordar la situación en una delegación en la que trabajan menos de diez personas pero de la que depende el 40% de la facturación anual de Bellota.
La automoción, a la expectativa desde Rusia
El caso de Bellota es quizá el más llamativo, pero no el único entre las empresas vascas. Tal y como adelantó este diario el viernes, el sector automovilístico es el más lastrado en las exportaciones vascas con Rusia. Según los datos de 2021 publicados por el Eustat, el empresariado vasco obtuvo 90 millones vendiendo a Rusia productos relacionados con la automoción. La pérdida de este mercado señala de forma directa a dos compañías: Cie Automotive y Gestamp. La primera posee una planta de aluminio en Rusia, en la ciudad de Toliatti, cerca de la frontera con Kazajistán. La segunda, cuatro, aunque desde la compañía apuntan a que el mercado ruso apenas representa un 2% para Gestamp. Allí, de momento la situación es de calma, sin que se perciba en la calle que hay una guerra en marcha: "la situación es de normalidad entre nuestra plantilla y de momento no notamos abastecimiento" señalan desde la empresa vizcáina a Crónica Vasca.
Otras fuentes conocedoras del sector automovilista vasco y de su presencia en Rusia indican que las preocupaciones no pasan tanto por las sanciones que Estados Unidos o la propia Unión Europea le puedan imponer a Rusia, sino por las medidas con las que reaccione Putin a las sanciones occidentales, algo que puede ser clave en la importación. "Aeroflot puede que no aterrice en Londres, pero va a ser mucho más problema que KLM, Lufthansa, Air France o Iberia no puedan aterrizar en Moscú", apuntan.
En la mañana de este viernes, la secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez, ha mantenido un encuentro con las empresas que operan en Ucrania y Rusia, varias de ellas vascas. En esa reunión telemática, según ha podido saber 'Crónica Vasca', el Gobierno central ha admitido que la hipótesis que más manejan es que la situación bélica, pese al casi seguro éxito militar de Rusia, se alargue durante más tiempo del que aparenta la ofensiva relámpago de Putin. Sin embargo, en el ministerio de Reyes Maroto creen que Rusia se lo puede permitir, porque su situación financiera, con mucha menos deuda y más reservas de capital, es bastante más boyante que en 2014 con la crisis de Crimea.