Las haciendas vascas siguen navegando sobre un mar plácido. El viento sopla a favor gracias a que la economía, pese a todo, no deja de crecer. Suben los precios, los sueldos, los beneficios empreriales y, lo más importante, sigue aumentando el número de trabajadores y, por tanto, el de personas que pasan por caja y, de rebote, disponen de un mayor colchón para el consumo.
La evolución favorable de la recaudación fiscal es uno de los grandes aliados del Gobierno de Iñigo Urkullu en este tramo final de legislatura. Más allá de que el mandatario jeltzale no ha aclarado si optará a la reelección, la buena marcha de las haciendas forales, de las que bebe el Ejecutivo para sufragar los principales servicios públicos del País Vasco, permitirá al PNV llegar a las autonómicas sin grandes cargas en lo que a deuda se refiere pese a la subida de intereses (el consejero Pedro Azpiazu viene remarcando que gran parte de la misma está a tipo fijo) y con unos Presupuestos con cierto margen para las alegrías de cara a 2024.
Seguro que el aumento de la recaudación no llega a cubrir todo lo que demandan los distintos consejeros pero, teniendo en cuenta la permanente incertidumbre en que vive la actividad económica los últimos años, la evolución puede darse por buena. La previsión es que los ingresos de las tres haciendas aumenten cerca del 6% este año para superar el umbral de los 18.000 millones de euros, y eso dando por descontado un cierto frenazo de la actividad en la recta final del año, sobre todo a nivel industrial.
Es el impuesto de la renta, el IRPF, el que más está creciendo gracias al tirón de la contratación. El impulso de este año permitirá a este tributo cerrar en el entorno de los 7.000 millones de euros, según las últimas estimaciones del Consejo Vasco de Finanzas (CVF), para dar otro salto y superar los 7.200 millones el próximo ejercicio, lo que le acercará mucho a duplicar la cifra de 2009. Aquel año (3.900 millones) las haciendas tocaron suelo por el fuerte parón económico. Aunque fue un ejercicio anómalo por la crisis, la comparativa ofrece una buena perspectiva de los avances cosechados a nivel recaudatorio en poco más de una década.
El IVA frena, pero crece
Que cada vez hay más dinero en la caja es una realidad, como también lo es que la demanda de gasto a la que debe hacer frente Lakua no para de crecer. Superado el bache de aquella crisis de 2008 y encadenados varios ejercicios con la economía normalizada el propio Azpiazu abanderó una cruzada para mover posiciones empresariales y lograr mejoras salariales sustanciales.
Sabía el consejero entonces (Azpiazu y los máximos responsables de Confebask llegaron a cruzar públicamente pareceres contrapuestos varias veces en 2017) que era el momento de acumular reservas para cuando vinieran los tiempos duros como ocurrió poco después con el covid. Y es que las rentas de los trabajadores siguen siendo una parte crucial de los ingresos públicos no solo vía renta, también por el peso que tiene el IVA en la ecuación, ya muy similar al del propio IRPF.
La previsión es que el principal impuesto que grava el consumo termine 2023 con una aportación de 7.013 millones, lo que no supone un aumento demasiado amplio en relación a 2022 (la variación está muy condicionada por la altísima inflación del pasado ejercicio) pero que permite ya duplicar los números de aquel 2009, cuando este tributo generó poco más de 3.500 millones en doce meses. La previsión para 2024 incrementaría un 115% la aportación de esta figura. De nuevo el bajo de nivel de consumo por las alarmas que desató la crisis explica esta cifra tan pobre en 2009.
Si sumando todos los tributos la cifra global que se espera este año (18.000 millones) no llega a duplicar la de 2009 (10.800) es porque otras fuentes de ingresos no han evolucionado en la misma proporción, caso de Sociedades o de los Impuestos Especiales.