El ajedrez de la gran empresa vuelve a registrar otro movimiento desfavorable para los intereses del capital vasco. Cae el peón de Ibermática, cuya propiedad se escapa definitivamente a tierras andaluzas. La compra de la tecnológica guipuzcoana por parte de Ayesa, cuyas consecuencias en el terreno práctico aun son difíciles de aventurar, agrega otra incógnita al panorama económico de Euskadi cuando aun están por conocerse las intenciones del gigante Siemens tras lanzar una OPA para hacerse con el 100% de Siemens Gamesa.
Dando ya agosto sus últimos coletazos, el grupo tecnológico y de ingeniería sevillano Ayesa anunciaba el miércoles pasado un acuerdo para hacerse con la totalidad de las acciones de Ibermática. El anuncio, pese a ser conocidos los intereses de Kutxabank de desinvertir en grandes empresas, llegaba por sorpresa, en pleno agosto, un mes inusual para anunciar este tipo de operaciones. Se abre así otro capítulo en el largo historial de empresas vascas de éxito cuyo capital se esfuma fuera de la muga justo al final de un verano que había comenzado bien para los intereses económicos de Euskadi al alcanzarse un acuerdo para impulsar nuevas inversiones y asegurar la continuidad de Mercedes en Vitoria.
Son las consecuencias que hay que asumir ante el desembarco de un socio de este perfil. Juan Ignacio Sanz, CEO de la guipuzcoana, señaló en abril su intención de absorber entre dos y tres compañías en los próximos meses, con el punto de mira en las actividades del análisis de datos, la ciberseguridad y la gestión de ventas y relaciones con los clientes a través del sistema Salesforce. Los planes deberán amoldarse a la propia hoja de ruta de Ayesa, si bien la sevillana abre también importantes puertas y es un socio que puede acelerar el crecimiento.
Con casi 5.000 empleados y una facturación en 2021 de 276 millones de euros, Ibermática es otra de las joyas de la corona del entramado empresarial vasco, proveedor preferente de grandes empresas como Iberdrola o de la propia administración. Dirigida por el exconsejero José Luis Larrea durante 18 años, en concreto entre 1995 y 2013, y siempre muy ligada a la banca vasca, Ibermática ha ido recortando paso a paso su vínculo con Euskadi. Kutxabank pasó en 2013 de contar con casi la mitad de las acciones a reducir su presencia al 15%, cuota que aun le permitía tener cierto peso en la compañía y de la que se desprende con la llegada de Ayesa. Además, un pequeño porcentaje de la firma estaba en manos de varios directivos que han vendido también su parte a la sevillana.
A la espera de Siemens
Ibermática se escapa de Euskadi siguiendo los pasos de Siemens Gamesa o, antes, Euskaltel, ITP, a la que Sener dejó en manos de Rolls Royce y podría recuperar parte de sus raíces vascas, o Solarpack, en manos del fondo sueco EQT. El devenir del fabricante de aerogeneradores será otro de los episodios que se dilucidarán una vez termine el parón de agosto, con los trabajadores en guardia y los sindicatos con las espadas en alto por el temor a que la OPA por parte de Siemens se traduzca en despidos o cierres de centros de actividad.
El comité no ha dudado en ver en esta OPA "el fin de Gamesa", si bien los representantes sindicales se mantienen a la espera de conocer los planes de los alemanes en los próximos meses. La consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, quien ya mostró su disconformidad con la gestión en la ronda de ajustes de 2017, reconocía en febrero su preocupación por la marcha de la cúpula de Gamesa a Madrid. Ahora asegura que Siemens ha enviado un mensaje de tranquilidad con los puestos de trabajo en Euskadi, si bien la incertidumbre se ha apoderado este verano de las oficinas de Zamudio.
En cuanto a ITP Aero, otra de las grandes vascas que debe atar su futuro, tiene pendiente la conformación de un consorcio industrial en el que estará la guipuzcoana Sapa y podría entrar también el Gobierno vasco a través de sus fondos para el desarrollo empresarial.