"La economía vasca ha aprendido a vivir en la incertidumbre", aseguraba la consejera Arantxa Tapia a 'Crónica Vasca' en la entrevista publicada el pasado fin de semana. Una incertidumbre que atenaza a las empresas en esta recta final de verano ante las oscuras perspectivas para el otoño y con la que deben lidiar ya los responsables de elaborar los presupuestos de las principales administraciones públicas, empezando por el departamento de Hacienda y Economía del Gobierno vasco que dirige Pedro Azpiazu.

El propio lehendakari Iñigo Urkullu ha reconocido que ha hecho una muesca en el calendario a mediados de octubre, días en que se celebrará el Consejo Vasco de Finanzas tradicional de otoño y en el que se sabrá ya cómo cerrará el ejercicio a nivel de ingresos. En esa cita las tres haciendas y el Gobierno vasco dibujan también un primer esquema de por dónde pueden ir las cifras del año siguiente, una ecuación en la que pesan mucho variables como el empleo, los salarios o el consumo.

Hasta ahora las cifras hablan de un buen 2022 para las haciendas vascas, que recogen aun el efecto de una fase de bonanza económica tras el parón del covid y, en especial, el rebote de la inflación. El crecimiento de los ingresos no alcanza el nivel de 2021 (casi un 25% más hasta julio) pero mantiene hasta el verano un ritmo vigoroso superior al 10%, en línea con el avance de los precios. No ha sido hasta julio precisamente cuando el mercado laboral vasco ha dado signos de debilidad, de forma que el IRPF mantiene el tipo en un nivel muy similar a la media, así como el IVA. La medida anunciada a partir de septiembre para deflactar un 5,5% los tramos de IRPF se supone tendrá un efecto balsámico en las rentas de los hogares, pero es un elemento que juega en contra de la recaudación.

En cambio, despuntan los ingresos por Sociedades, más de un 26%, un apartado que tiene sus ritmos de pago en función de cómo se cuadre el ejercicio fiscal de cada compañía pero que mayormente se recauda hasta julio. Es un indicador de que los resultados empresariales están siendo buenos a la espera de cómo impacta la situación energética este otoño, descontando que la aportación de las grandes compañías al fisco va mucho más allá del tributo que grava los beneficios.

Torre Iberdrola. / Iberdrola

Más del 10% de los ingresos

En números gruesos solía situarse en alrededor de 1.500 millones lo que aportan Iberdrola y Petronor a las arcas públicas vascas, si bien en el caso sobre todo de la refinería de Repsol los últimos ejercicios han sido delicados por el covid. Aunque ambas tributan en Bizkaia, los ingresos se reparten como sucede con el IVA también entre Gipuzkoa y Álava y, sobre todo, inciden directamente en la configuración de los presupuestos del Gobierno vasco, que es el que recibe en última instancia la mayor parte de lo que recaudan los territorios históricos.

Tras un 2020 muy comprometido por la pandemia y las restricciones a la movilidad, Petronor volvió a beneficios en 2021 y encara un 2022 dulce por el tirón de la demanda y los mayores márgenes por el alza del precio de los carburantes. En concreto, según el último informe de precios industriales de Eustat el refino de petróleo eleva sus precios más del 65% en un año, el récord de todos los sectores por encima incluso de la energía, que se encarece un 50%.

Un indicador de que Petronor mejorará su aportación a las haciendas vascas este curso y podría acercarse a lo que venía siendo normal antes de la pandemia, entre 700 y 800 millones de euros sumando salarios, beneficios y ventas. Según la memoria de 2021, con la refinería a medio gas durante buena parte del ejercicio, la refinería aportó a la hacienda vizcaina algo más de 400 millones de euros a lo que hay que sumar la aportación de CLH.

Unai Rementería, diputado general de Bizkaia, Ramiro González, diputado general de Álava y Markel Olano, diputado general de Gipuzkoa. /Diputación de Gipuzkoa

Iberdrola por su parte pagó el pasado ejercicio en impuestos cerca de 8.000 millones en el mundo, 500 en las haciendas vascas. Es decir, pese a todo ambos grandes 'pagadores' aportarían más del 10% de los ingresos fiscales de Euskadi. El crecimiento del beneficio de la energética se apoya últimamente más en las filiales de EEUU o Brasil, lo que no incide en las arcas vascas. La firma de Ignacio Galán baja el resultado en España porque, asegura, no está repercutiendo el alza de la energía a los clientes con contrato fijo. Iberdrola es en todo caso un seguro para la hacienda vizcaina y en la última junta garantizó un impacto positivo para la economía vasca hasta 2025 de 10.000 millones de euros sumando fiscalidad, contratos con proveedores o inversiones.

Por otro lado está pendiente de articularse el nuevo impuesto a las grandes energéticas y a los bancos que ha puesto en marcha el Gobierno de Pedro Sánchez. Un río en el que de momento Euskadi no 'pescará' de estas grandes compañías tal y como está configurado el tributo si bien el Ejecutivo vasco viene insistiendo en negociar para que las diputaciones puedan ingresar una parte.