ELA y LAB rozan de nuevo el divorcio a las puertas de elecciones sindicales
La distinta estrategia en los convenios del Metal de Álava y Bizkaia y las discrepancias en el anuncio de huelgas en el sector público amplían la grieta entre los dos sindicatos abertzales
13 octubre, 2022 05:00"La izquierda abertzale da por amortizada la mayoría sindical". Han pasado diez años desde que el anterior secretario general de ELA, Adolfo 'Txiki' Muñoz, diera por rota oficialmente la alianza con LAB. Eran los tiempos en que EH Bildu gobernaba la Diputación de Gipuzkoa, un punto de inflexión que marcó la política vasca en toda su dimensión y dejó grandes cicatrices en la relación entre los dos principales sindicatos abertzales.
Ha llovido desde entonces y, al menos de cara al exterior, ELA y LAB han intentado transmitir esfuerzos por recomponer sus relaciones. La sintonía nunca ha llegado a alcanzar el nivel de los años previos a la llegada de Bildu a las instituciones aunque sí es cierto que se han construido espacios de colaboración conjunta en esta última década como la Carta de Derechos Sociales, que se pretende relanzar de cara a este curso, y, en especial, a la hora de sacar músculo en la calle. Antes de despedirse, el propio 'Txiki' Muñoz reconocía que la unión ELA-LAB "no ha llegado nunca a desplegar su potencial".
La huelga general que no fue en 2021
En ese capítulo ELA y LAB llamaron juntos a la última huelga general que se ha registrado en Euskadi, en concreto el pasado 30 de enero de 2020, semanas antes del estallido de la pandemia. En cambio, las dos direcciones no fueron capaces de encontrar una fecha en el calendario para una movilización similar a lo largo de 2021 a pesar de que entre bastidores en ambas organizaciones se hablaba abiertamente de una huelga general por la no derogación de la reforma laboral de Rajoy por parte del Ejecutivo de Pedro Sánchez o por la falta de avances en materia de pensiones. Primero era Garbiñe Aranburu la que reprochaba a ELA su tardanza en dar una fecha mientras que la central de Mitxel Lakuntza daba el sí a esa huelga en los compases finales del ejercicio, demasiado tarde para LAB.
En definitiva, el gran espacio de conjunción de intereses como venía siendo la movilización laboral y social de máximo perfil dejaba entrever también las primeras grietas (a través de ese espacio común como es la Carta de Derechos Sociales se ha impulsado una movilización común en noviembre). Y todo ello cuando son conocidas las grandes diferencias en materia de negociación colectiva, que se arrastran desde hace años y han asomado con toda nitidez también en esta etapa postpandemia.
En el Metal de Gipuzkoa LAB se sumó al acuerdo alcanzado a finales de 2020 pero con fuertes críticas a ELA, a la que acusó incluso de ser "aliado de Adegi" en la negociación. En la industria de Álava ha firmado con CCOO y UGT y en Bizkaia de momento convoca las siguientes jornadas de paro con estos mismos socios y sin ELA. Es un hecho que en los momentos críticos para la negociación colectiva LAB suele ir de la mano con CCOO y UGT.
Nuevos desencuentros
Pero las diferencias no quedan ahí. La llegada del otoño ha sido especialmente movida cuando muchas grandes empresas como Mercedes, Michelin o Bridgestone se preparan para elegir nuevos delegados. Es natural que a las puertas del periodo concentrado de elecciones las centrales vascas se miren de reojo y midan sus estrategias al milímetro. En muchas de esas pugnas por captar votos de trabajadores el principal rival de ELA es LAB y viceversa.
Y muchas veces los tiempos juegan un papel relevante. Por ejemplo a la dirección de LAB no le sentó nada bien que el equipo de Lakuntza se adelantase anunciando huelgas en el sector público para reclamar subidas salariales superiores a las acordadas entre Gobierno de Sánchez y CCOO y UGT en Madrid. El ámbito público es plaza clave tanto de cara al resultado de esas elecciones como a nivel mediático y social y un terreno en el que las dos centrales abertzales, precisamente por su fortaleza, se juegan mucho.
Aranburu, ahora coordinadora general junto a Igor Arroyo, acusó a ELA de primar "sus intereses corporativos" anunciando paros "de forma unilateral" en ámbitos de tanto calado social como la educación u Osakidetza. Lo lógico es que LAB acabe sumándose de una u otra forma a esas movilizaciones, si bien por ahora no parece segura una convergencia con el sindicato de Lakuntza. Lo que es evidente es que una convocatoria de huelga normalizada conjunta en el sector público vasco por parte de ambas organizaciones tiene una mayor garantía de éxito que llamamientos por separado. El cómo evolucionen las relaciones entre ambos puede influir en la repercusión de esas movilizaciones.
Y hay otra piedra de toque más. El cambio legal que permite ocupar los asientos vacíos de ELA en Lanbide o el Consejo de Relaciones Laborales (CRL) a otras centrales como CCOO y UGT coincide en el tiempo con la declaración de intenciones de LAB de plantearse volver a ocupar ciertos espacios institucionales. Esta es una cuestión de primer orden para ambas organizaciones que conecta directamente con su estrategia global y su visión política. El cambio de sentido de LAB no le llevará de momento a una mesa de diálogo social al máximo nivel con el Gobierno vasco y Confebask pero es una señal más de la transición que viene llevando a cabo la central de Aranburu y Arroyo hacia posiciones más posibilistas.