Era un secreto a voces al que solo le faltaba pasar el trámite oficial y este miércoles ya es una realidad: Antón Arriola es el nuevo presidente de Kutxabank. El consejo de administración del banco vasco ha dado luz verde al nombramiento del exdirectivo de Goldman Sachs como nuevo presidente de la entidad.
Arriola vuelve así al universo de la banca. Por el camino se ha ido gestando una operación durante meses para dar cauce al relevo: un proceso de selección de directivos -con el problema de encontrar perfiles que se adecuasen a los deseos políticos y que pudiesen obtener el 'ok' del Banco Central Europeo-, el 'fit and proper' de la entidad y, por fin, este miércoles, en el último día del noviembre en el que tenía que salir Villalabeitia, su nombramiento.
Arriola será el nuevo capitán de una nueva Kutxabank que nace en un periodo más halagüeño para la banca a merced de la subida de los tipos de interés, que va a permitir a la banca dedicarse puramente a su actividad en vez de a la diversificación de productos en la que lleva años inmersa. De entrada, Arriola recoge al banco con un 42% de beneficios más que el año pasado, lo cual supone un excepcional punto de partida. Exdirectivo de Goldman Sachs en puestos muy diversos en Londres y otrora director general de la firma en España, el nuevo presidente no era hasta ahora extraño a Kutxabank: desde 2019 es patrón de la Fundación BBK. Formado en Deusto y en Milán, el economista había huido del mundo de las finanzas para dedicarse a la literatura.
Solvencia, el fondo de reserva y la gobernanza, los principales retos
Ahora, sin embargo, encara unos tiempos favorables en los que el nuevo presidente tendrá que conducir a Kutxabank por la senda de seguir siendo uno de los bancos más solventes del continente. Algo en lo que este año cuenta con la fortuna de no tener los tests de riesgo de Frankfurt pero que con los que sí que tendrá que lidiar el año que viene.
Es esa necesidad de solvencia la que ha ido forzando a Villalabeitia a un proceso no falto de polémica en Euskadi. Las normas de Basilea para 'desbancarizar' la economía han forzado a una larga lista de desinversiones: se salió de Enagás, de NH Hoteles, de Euskaltel y, más recientemente el banco vasco se ha quitado de encima el 15% que tenía en Ibermática con la compra de Ayesa. Además, se han reducido posiciones en Ingeteam, en CAF y en Iberdrola al tiempo que se puso en venta el 31% de la Torre Iberdrola en un proceso que lleva ya más de un año atascado.
Mantener presencia en empresas que cotizan en Bolsa ponderará en casi un 300% el índice de solvencia de la entidad a partir del año que viene. Kutxabank logró en el último 'test de estrés' realizado la mejor de las puntuaciones de los bancos medianos y mantener esa bandera es una necesidad para continuar escapando a las fusiones bancarias que reclama Europa y para evitar la salida a Bolsa que se ha conseguido sortear durante la era Villalabeitia. Ahí también contribuye la política de retribución a las fundaciones, que ha ido alejando a potenciales 'parejas de baile'. El banco vasco es el único que ha esquivado la cotización en los parqués y eso que los cantos de sirena para entras en Bolsa y fusionarse no han sido pocos.
Ahora se dibuja por delante una nueva era con ese reto aún como objetivo principal, pero con otros frentes más abiertos. Con el capítulo de la atención a los mayores prácticamente cerrado, se abren otros retos. Uno de ellos será dar un salto territorial y buscar más negocio fuera de Euskadi. Es una lógica que vienen siguiendo firmas como BM, pero también instituciones como Novia Salcedo o Elkargi, que han exportado sus modelos a puntos como Madrid.
Otro, indudablemente será cerrar el fondo de reserva que viene amasando BBK para cumplir con la Ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias y que no debería tardar mucho más en colmatarse. Ahora mismo la fundación va invirtiendo alrededor de 30 millones anualmente y tiene alrededor de 170 cubiertos, de modo que el fondo debería estar listo sin problemas para 2024. No es una cosa menor, ya que ese fondo de reserva supondrá otro blindaje ante la salida a Bolsa y ante las amenazas de fusiones. Un tercer reto será, indudablemente, el del equilibrio territorial en un banco gobernado precisamente por la fundación vizcaína.