Las declaraciones de Emiliano López Atxurra, presidente de Petronor, en las que coloca "en stand by" las inversiones en torno al hidrógeno y los combustibles sintéticos ha generado una gran polvareda en el mundo empresarial vasco. La compañía de Muskiz, con un papel tractor a nivel económico y social indiscutible, capitanea el Corredor Vasco del Hidrógeno, el ecosistema con 80 empresas e instituciones llamado a liderar el crecimiento y consolidación de esta fuente de energía limpia.
Una cadena empresarial muy pendiente de las evoluciones que siguen las diversas tecnologías que rodean al hidrógeno, todavía en un nivel de madurez insuficiente como para asegurar rentabilidad. Por esto último precisamente es necesario que un 'gigante' asuma el liderazgo de este tipo de proyectos y con ello también los riesgos de hacer una importante inversión inicial sin un retorno garantizado.
En su presentación oficial en el arranque de 2021, el Corredor Vasco del Hidrógeno prometió una inversión de 1.300 millones de euros hasta 2026 y la generación de más de mil puestos de trabajo directos. Inversión que se iría escalonando en distintas fases acompañando el desarrollo de electrolizadores cada vez de mayor potencial, aunque todo ello muy centrado alrededor de las instalaciones de Petronor.
José Ignacio Zudaire, adjunto al CEO de la compañía de Muskiz, preside el Corredor Vasco del Hidrógeno y, desde finales del año pasado, también la Cámara de Comercio de Bilbao. Un signo del peso de Petronor en la economía vizcaína pero también de las expectativas que ha despertado el hidrógeno a nivel empresarial e institucional.
"Imprescindible" en la descarbonización
Decía la consejera Arantxa Tapia en la presentación del corredor que el hidrógeno verde es "imprescindible" para la descarbonización de la sociedad. Y lo cierto es que el interés que ha generado la iniciativa, más allá del respaldo de las principales instituciones y centros tecnológicos, es muy relevante.
Son más de medio centenar de empresas las que participan desde sus orígenes en el Corredor Vasco del Hidrógeno, con la propia Petronor/Repsol, Enagás, Sener, Idom, Nortegas o la mayor parte de grandes acerías de Euskadi como Sidenor, Celsa o ArcelorMittal. También están los astilleros y las dos referencias vascas en el mundo del transporte, Irizar y CAF.
¿Cuál es el plan? Según la hoja de ruta trazada hace dos años hay una primera fase de despegue, hasta 2026, en la que se irán instalando los motores e infraestructuras para la generación de hidrógeno renovable. El primer electrolizador, de 2,5 MW, ya está en marcha. La puesta de largo tuvo lugar hace unas semanas en las instalaciones del nuevo Energy Intelligence Center (EIC) de Abanto Zierbena, una especie de laboratorio que será el destino del hidrógeno generado por este primer modelo.
A partir de ahí se contemplan dos electrolizadores más, uno 'mediano' para la nueva planta de combustibles sintéticos de la filial de Repsol y, el grande, ya de 100 MW, sería el que culminaría esta primera fase en 2026 y alimentaría buena parte de los 'fogones' de la refinería, así como las necesidades del propio corredor. Todo ello acompañado del progresivo avance de las arterias por las que circulará el hidrógeno, al principio con recorridos muy cortos dadas las dificultades que presenta su transporte.
Según lo expresado por López Atxurra lo que está ya sobre la mesa, básicamente estas fases experimentales, no se toca. Lo que se está replanteando Repsol por su disconformidad con las medidas tributarias del Gobierno de Pedro Sánchez es si continuar adelante con la fase final de ambas líneas de inversión, la de los combustibles sintéticos y la del hidrógeno (ambas se retroalimentan), las más voluminosas y que supondrían ya la producción a gran escala.
No es la primera ni será la última vez que una gran empresa condiciona su crecimiento a modificar una determinada medida política, si bien es cierto que las tiranteces entre el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, y el Ejecutivo de Sánchez se arrastran desde hace tiempo. Decenas de empresas vascas de tamaño considerable y cientos de proveedores de menor tamaño esperan atentas al desenlace de este último desencuentro para calibrar en qué medida apuestan por el hidrógeno.