El ajuste productivo anunciado por Michelin para Vitoria ha terminado de teñir de gris el cuadro de previsiones de la industria vasca para 2024. A los problemas en la cadena eólica por la crisis de Siemens Gamesa, que podrían empezar a resolverse en unos meses, se suman en las últimas semanas malas noticias desde el sector de automoción, lo que a su vez dibuja un escenario delicado también para los grandes productores de acero.
Hasta cierto punto es normal un cierto frenazo industrial en el mes de diciembre, ocurre todos los años, una vez ya se ha dado salida a la gran mayoría de los encargos de los clientes consolidados. Las empresas cuentan con ello y para ello diseñan sistemas de flexibilidad que permiten levantar el pie del acelerador los últimos días del año sin necesidad de recurrir al ERTE. Pero la diferencia esta vez es que a la debilidad previa a las navidades se une un temor cada vez más extendido a que la actividad no termine de repuntar con la llegada del nuevo año.
La industria vasca ya arrastra un particular borrón todo el año por la situación de Siemens Gamesa, que tira de cientos de proveedores, algunos con un negocio diversificado como pueden ser algunas ingenierías o acerías de primer nivel y otros más pequeños atrapados por la situación prácticamente de parada técnica de la eólica. La entrada en escena de los gobiernos alemán y español alimenta las opciones de salvación de la compañía adquirida por Siemens, que de hecho ya ha avanzado que está en vías de resolver los problemas técnicos en las turbinas, lo que podría dar lugar a la reactivación de la producción de aerogeneradores en el inicio de 2024.
Más allá de Gamesa, el ecosistema industrial vasco empieza a descontar ya un inicio de año plano por la debilidad que está mostrando un sector tractor como es la automoción. El gran eje de todo el entramado, Mercedes Vitoria, reduce en principio a 140.000 las furgonetas para 2024, un ligero recorte respecto al cierre de este año que, sin ser grave, ya es un aviso. Como siempre la cifra se moverá hacia arriba o hacia abajo durante el próximo ejercicio en función de la salud del mercado.
Menos neumáticos
La debilidad de la automoción en algunas de las grandes potencias europeas como Alemania y Francia golpea directamente a Michelin y Bridgestone, con plantas de gran tamaño en Euskadi. La multinacional francesa ya ha comunicado al comité que tiene un excedente de personal de unos 175 trabajadores partiendo del sistema de trabajo que quiere implantar a partir de enero, muy condicionado por la menor demanda.
Se abre así un proceso negociador para encontrar salidas a esos casi dos centenares de trabajadores, para los que la parte sindical buscará vías no traumáticas como prejubilaciones o recolocaciones en otras plantas (Michelin tiene otra factoría más pequeña en Lasarte, así como instalaciones en Aranda de Duero, Valladolid y Almería. Dirección y sindicatos vuelven a verse las caras tras la tensa negociación del convenio este verano, que desembocó en la salida del intercentros por parte del órgano negociador de Vitoria.
En cuanto a Bridgestone Basauri se va a quedar este año lejos de la previsión productiva marcada en enero y la previsión es que 2024 arranque también con poca fuerza. Ya hay en marcha una negociación para aplicar un ERTE que, además de la segunda mitad de diciembre, afectaría a la planta vizcaína algo más de 60 días hasta el otoño del año que viene.
Previsiones en entredicho
Por su repercusión económica y en el empleo, son las movimientos de las grandes marcas las que trascienden a titulares, pero toda la cadena que depende de la automoción se prepara para unos meses de parón. En cuanto a la industria pesada, con parte del negocio en la automoción y cada vez más volcadas en renovables, las plantas vascas de ArcelorMittal o Nervacero, del grupo Celsa, vienen acordando ERTE como escudo para estas situaciones, mientras que Sidenor sigue tirando de la flexibilidad pactada.
El último dato de producción industrial de septiembre, con una caída de algo más del 3%, confirmaba las alarmas encendidas por las exportaciones desde la primavera, en este caso muy condicionadas por los números de Petronor. La industria vasca está en pleno bache y la duda ahora es cuánto tardará en salir. El Gobierno de Iñigo Urkullu, que no se presentará a la reelección, venía hablando de optimismo y de crecimiento sólido pese a las incertidumbres (la previsión de avance del PIB oficial para 2024 es de algo más del 2%) pero el efecto rebote está ahora en entredicho.