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El grupo Batz, de la Corporación Mondragon, es uno de esos proveedores castigados en los últimos años por la reconversión de la automoción. Una indefinición que ha sacudido una actividad que tuvo mucho peso en el pasado en la industria vasca como es la matricería (la fabricación del troquel con el que se da forma a la pieza del vehículo), en declive desde hace unos años y que en el caso de Batz se llevó por delante a Araluce justo antes de la pandemia.

La crisis de Araluce, que generó un enconado conflicto laboral y social en el municipio de Igorre, donde tiene su sede la cooperativa, ha sido sin duda uno de los peores momentos en las seis décadas de historia del fabricante de componentes de automoción, que lucha ahora por reinventarse y reducir en la medida de lo posible su exposición al maltrecho negocio de la troquelería para potenciar otras áreas de la compañía, en general orientadas hacia los vehículos sostenibles.

El giro lógicamente es posible por su tamaño y proyección internacional, un factor determinante para la supervivencia de este tipo de fabricantes. El grupo vizcaíno roza los 1.200 trabajadores tras un repunte importante de plantilla el año pasado y cuenta, además de con más de 700 empleados repartidos entre Igorre y Zamudio, con instalaciones en República Checa, México y China.

A esa dimensión global se une la ventaja de contar con el respaldo del entramado empresarial detrás de Mondragon, que siempre ayuda. Matrici, otra de las cooperativas del grupo dedicada a la matricería y que busca ahora una nueva oportunidad diversificando clientes, logró sobrevivir al concurso de acreedores en parte gracias a esa red del gigante cooperativo vasco.

Instalaciones del grupo Batz

Coche eléctrico y ebus

Lo cierto es que, tras un 2023 relativamente bueno para la automoción a nivel general, las cosas vuelven a torcerse tras los preocupantes anuncios de fabricantes como Volkswagen, que habla incluso de posibles cierres de plantas. Se trata de un cliente relevante para el sector en Euskadi, si bien en el caso de Batz su tamaño le permite disponer también de una cartera diversa en la que están los grandes actores del sector (recientemente el grupo ha anunciado trabajos para Volvo o Jaguar Land Rover).

En ese sentido, Batz inició hace tiempo su viraje hacia el coche eléctrico, que en realidad es mucho más que eso. La movilidad sostenible incluye por ejemplo también oportunidades en el mundo del transporte pesado, un área por el que apuestan cada vez más empresas vascas. En este caso Batz es parte de un proyecto de investigación dentro del paraguas Hazitek para el desarrollo del 'battery pack' para el mercado de buses eléctricos. Dentro del consorcio la misión de la firma vizcaína está enfocada al desarrollo de nuevos materiales.

Visita institucional a las instalaciones de Batz

Además, Batz está inmersa en proyectos de economía circular para la utilización de materiales reciclados en determinadas piezas cleve del vehículo y, en lo referente al coche eléctrico, ha sido parte también del proyecto Alma enfocado a la reducción del paso de los componentes. En concreto, la iniciativa de investigación liderada por Ford, en la que han participado empresas y centros tecnológicos de varios países, lograba como hito principal una reducción de hasta un 22% en el peso del vehículo gracias al uso de nuevos materiales ligeros.

Todo ello sitúa a Batz en buena posición en esa transición hacia la automoción del futuro, que tarde o temprano acabará siendo el eje del negocio de este tipo de compañías. En 2023 el 'tooling' o estampación generó apenas 12 millones de euros en la cifra de negocio de Batz, con una facturación total en torno a 240 millones.

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