La fundación BBK, principal accionista de Kutxabank, es de las tres antiguas cajas de ahorros la que mayores inversiones tiene en la propiedad de empresas vascas. Iberdrola, CAF, Vidrala o Arteche son algunas de las más destacadas, a lo que se suma la participación indirecta de la entidad de Xabier Sagredo vía fondos como ABE Capital y otros instrumentos de apoyo a empresas asociados a la diputación vizcaína.
El papel protagonista de BBK en el arraigo tiene mucho que ver con su tamaño y con la herencia histórica de la que fue la caja de uno de los territorios más dinámicos de España en el frente industrial y financiero.
Aun así, la comparativa a día de hoy no deja en mal lugar a la Kutxa guipuzcoana. Su giro estratégico hace ya más de una década para focalizar inversiones en firmas industriales del territorio le otorga ahora una larga lista con una decena de participadas de perfil tecnológico, la mayoría aun de tamaño modesto pero con gran potencial.
Al fabricante de ferrocarriles CAF, participada de cabecera de la fundación bancaria guipuzcoana y en la que cuenta como socio con la propia BBK y con el Gobierno vasco, se suman firmas del sector biosalud de referencia como la vizcaína Oncomatryx (donde también está BBK), Vivebiotech o Polimerbio.
La mayor parte de la cartera de la fundación bancaria guipuzcoana la conforman empresas de base científica e innovadora, aunque también hay inversiones en industria más tradicional incluso un fabricante de azulejos y mosaicos de alta gama, Ezarri, con sede en Ikaztegieta (a través de la sociedad Arastortz). Kutxa tenía al igual que BBK a cierre de 2023 participaciones en el fondo Talde, ahora controlado en un 63% por Kutxabank, y su propia promotora inmobiliaria.
Presencia testimonial de Vital
En el debate sobre el arraigo y el papel que debe jugar el sector financiero vasco en el crecimiento de empresas, las fundaciones bancarias emergen como posibilidad real ante las limitaciones regulatorias de la propia Kutxabank.
En los órganos de gobierno de la fundación Vital, sin ir más lejos, lleva tiempo instalada la pregunta de cómo iniciar ese viaje que ya tienen muy avanzado sus 'hermanas' BBK y Kutxa. Sin prácticamente participación real como parte de la propiedad en el tejido empresarial alavés, Talgo ha abierto una oportunidad que puede servir de lanzadera para superar ese debate y abrir el grifo de las inversiones en empresas.
Más aun en un momento en el que hay dinero procedente de los dividendos que reparte el banco de Antón Arriola (más de 500 millones de beneficio en 2023), unos recursos que tanto BBK como Kutxa están aprovechando para relanzar sus carteras.
A cierre de 2023 las inversiones directas de Vital en la propiedad de empresas vascas, restando su 11% en Kutxabank, no iban más allá del 4% de la sociedad para la generación fotovoltaica Ekian y un paquete de unos 300.000 euros en acciones de Iberdrola. Indirectamente, la fundación de Jon Urresti participa también en uno de los fondos de la gestora ABE Capital y tiene deuda además de varias firmas industriales como Dominion, Tubacex o Arteche.
Un punto de inflexión
La opción de entrar en Talgo, aunque no se ha abordado formalmente en los consejos de dirección de la fundación alavesa, gana enteros después de que Javier De Andrés, líder del PP vasco y buen conocedor de la realidad de Vital (fue diputado general de Álava justo cuando la antigua caja se convertía en fundación como parte de la fusión que dio lugar a Kutxabank) abriera el melón la semana pasada.
Es cierto que, si bien en Vital hay una corriente favorable a poder participar como accionista en Talgo, la operación está sujeta a múltiples condicionantes.
El primero es el criterio del propio José Antonio Jainaga, que hace números estos días de cara a lanzar una oferta, y desde luego ayudaría mucho que el fabricante de trenes devolviera su sede social a Álava. También se pretende que la operación pueda estar acompañada por las otras dos fundaciones bancarias, que hay que recordar ya participan en CAF.