Imanol Pradales, en primer término con el presidente Pedro Sánchez al fondo / Alberto Ortega Europa Press
Pradales logra el apoyo de la Sepi a Talgo y desatasca la apuesta empresarial de la legislatura
El lehendakari anuncia un acuerdo "firme" con Sánchez para que la sociedad industrial estatal sea "acompañante" del consorcio vasco en la operación
Lo suyo ha costado, pero Imanol Pradales tiene ya enfilada la gran inversión de su gobierno para relanzar un proyecto industrial en Euskadi. El retorno de Talgo a Euskadi es en realidad una operación orquestada a varios niveles que incluye a José Antonio Jainaga, a dos de las antiguas cajas de ahorros vascas y también al Ejecutivo de Pedro Sánchez.
La cita a dos bandas este martes entre el presidente del Gobierno y el lehendakari ha servido de percha para terminar de pulir esa alianza en el frente financiero para otorgar un crédito a la compañía ferroviaria de 150 millones de euros, de los que Lakua ya había avanzado la mitad.
Quedaba por resolver cómo la Sepi iba a articular su parte de la ayuda y el asunto se ha ventilado en unos pocos días después del tirón de orejas del PNV a Sánchez, por su parte muy interesado también en que la gestión de Talgo acabe en manos de Jainaga.
Hay que recordar que el dueño de Sidenor se postuló como paladín industrial para la compañía fundada por Goicoechea y Oriol en octubre de 2024, es decir, casi un año ha tenido que transcurrir para tener asegurada su entrada como socio principal.
Los detalles de la fórmula bajo la que operará la Sepi no se han avanzado y el lehendakari se ha limitado a adelantar que la sociedad industrial del Estado será "acompañante" del consorcio vasco, aunque no está claro si como accionista o solo dando respaldo financiero (se barajaba la opción del préstamo convertible en el futuro en acciones).
Principio de acuerdo del consorcio vasco en febrero para adquirir una participación en Talgo
OPA, veto y nueva baza vasca
Jainaga es de alguna forma la baza nacional que permite al Ejecutivo central mantener en España el control de Talgo, firma estratégica desde el punto de vista "de la seguridad nacional", como explicó Moncloa cuando vetó el aterrizaje de la húngara Ganz-MaVag.
El empresario vasco ya contaba con gran prestigio en los distintos ministerios del Ejecutivo de Madrid y ahora ejerce de palanca por un lado para que Sánchez cierre de forma satisfactoria el capítulo Talgo y, en Vitoria, para que Pradales se anote, ahora sí, el primer gran tanto de la legislatura en el frente del arraigo.
Pradales entrega el 25 premio Joxe Mari Korta al industrial José Jainaga. EFE/Javier Etxezarreta
Jugada política
Porque, si bien los analistas dudan de la rentabilidad futura del negocio de Talgo, el movimiento de Pradales constituye una buena jugada en términos políticos, sobre todo cuando una de las prioridades del lehendakari, así lo declaró en campaña, es poner fin a la dinámica de fuga de centros de decisión de grandes empresas.
Talgo ha sido, por sus circunstancias, una baza viable para hacer realidad, a pequeña escala, la filosofía de la Alianza Financiera Vasca que echa ahora a andar: Gobierno vasco, fundaciones bancarias y agentes privados unidos comprarán la porción mayoritaria de una compañía con 700 trabajadores en Álava y raíces históricas en Euskadi.
Instalaciones de Talgo en Álava
Otra cosa es cuál va a ser el retorno de esas inversiones millonarias, entre 150 y 180 millones de euros por parte del consorcio vasco, entre las que hay un buen caudal de dinero público.
El gran reto de Jainaga a partir de ahora será ese, hacer que Talgo vuelva a ganar dinero y, a la vez, mantener una relación fluida con la banca que asegure el futuro, en el que pesa la multa millonaria de Renfe. Para eso tendrá que acertar con las nuevas inversiones en las que las instalaciones alavesas aspiran a jugar un papel central.