Reunión entre la dirección de Ayesa y el anterior gobierno de Iñigo Urkullu para abordar el futuro de Ibermática
Ibermática, tras los pasos de Talgo: otra empresa que se fue y puede volver a Euskadi
BBK, pilar en la operación Talgo, protagoniza el intento de recuperar otra firma emblemática de manos de fondos de inversión
La rentabilidad de Kutxabank blinda la apuesta millonaria de las antiguas cajas por el arraigo
El Gobierno de Imanol Pradales apostó muy fuerte por Talgo y la operación se ha atascado. Si la compra desde Euskadi sigue adelante a estas alturas es más por empeño político que por interés empresarial: Pradales no se puede permitir un fiasco en su primera gran aventura en clave de arraigo.
La complejidad de la operación, sumada a circunstancias en cierto modo inesperadas como la resistencia de Renfe a perdonar la multa o el proceso judicial recientemente abierto contra José Antonio Jainaga por la venta de acero a Israel, colocan a Talgo entre los principales quebraderos de cabeza del lehendakari y de sus consejeros económicos.
Y no se han abierto, de momento, nuevos frentes de esa dimensión. La gran alianza financiera, dotada con algo más de 1.000 millones de euros de los presupuestos, echa a andar ahora pero no se esperan grandes ofensivas hacia empresas hasta el año que viene.
Aun así hay otros agentes vascos que ya van dando pasos en el mercado en busca de movimientos para consolidar o en algunos casos incluso recuperar el centro de decisión de grandes empresas. En este segundo sentido destaca la apuesta de BBK por comprar Ibermática a Ayesa, firma sevillana que se hizo con la guipuzcoana hace tres años.
Un tren de Talgo / Talgo
Tres años de 'exilio'
Como en el caso de Talgo, en caso de prosperar la oferta de la fundación vizcaína regresaría a Euskadi la sede de una compañía histórica. En el caso de Ibermática el tiempo 'de exilio' sería mucho más corto pero no hay duda de que la operación es igualmente interesante, incluso más teniendo en cuenta la situación económica y proyección de ambas firmas.
Como en el caso de otras empresas estratégicas, Ibermática se consolidó en las décadas finales del pasado siglo con el apoyo del Gobierno vasco y el sostén de una serie de entidades financieras, entre ellas las antiguas cajas.
Al crearse Kutxabank, el banco heredó más de la mitad de la propiedad de la informática donostiarra, de forma que enseguida tuvo que desprenderse de una pequeña parte para bajar su peso por debajo del 50% en cumplimiento de las nuevas normas de solvencia europeas.
Instalaciones de la antigua Ibermática ya con el letrero de Ayesa
Poco después, en 2013, la entrada de ProA Capital permitió a Kutxabank caer hasta el 15%, una participación que conservó una década hasta la aparición en escena de Ayesa.
La tecnológica sevillana desembarcó en Ibermática en pleno conflicto laboral por el convenio, situación que se estabilizó en la primera parte de 2023 con un acuerdo hasta 2027, si bien se mantienen negociaciones en estos momentos por las subidas de los dos últimos años de ese periodo.
Ayesa, convertida en una de las grandes tecnológicas españolas, ha querido dotar a Ibermática de una cierta autonomía con la creación de una filial vasca, Ayesa Euskadi, con tributación a las haciendas forales y proyectos específicos.
El CEO de Ayesa, José Luis Manzanares
El anuncio de la salida de Ayesa del fondo mayoritario, A&M Capital Europe, abre un resquicio para que otros candidatos pugnen por el control de la compañía y entre ellos aparece la fundación BBK, accionista mayoriario de Kutxabank.
La antigua caja vizcaína se postula para la mitad tecnológica de la sevillana (se vende en paralelo la división de ingeniería) en busca de esa pieza codiciada que es Ibermática.
Habrá que ver si el Gobierno de Pradales mueve ficha para reforzar la oferta como ha hecho en el caso de Talgo, un viaje en el que el apoyo de la fundación de Xabier Sagredo es crucial.