Esta semana se ha ido confirmando el descenso de la tasa de contagiados en Euskadi. Existe, al igual que en el resto del estado, cierta asimetría entre municipios e incluso una ligera ralentización en la caída de contagios, lo que deberá hacernos estar atentos a cualquier cambio de tendencia en los próximos días. No obstante, la incidencia vuelve a valores medios de 300 casos por 100.000 habitantes, cuando hace un mes vivíamos el pico de la tercera oleada con casi 900 casos por 100.000 habitantes, más de 500 fallecidos cada 24 horas, y uno de cada cinco hospitalizados en España con covid-19. Es momento de reflexionar y recordar que las anteriores desescaladas se realizaron de forma precipitada con nefastas consecuencias epidemiológicas y sanitarias.
Los últimos días se han caracterizado por el descenso consolidado de casos a nivel global, y por un importante número de noticias relacionadas con las vacunas y con su demostrado potencial para actuar frente a la probabilidad de padecer la enfermedad e incluso transmitir la infección. El día a día hace que no reflexionemos lo suficiente acerca de la enorme fortuna que tenemos de tener vacunas frente a la covid-19 eficaces y seguras. Tan solo imaginemos por un segundo una realidad paralela en la que las vacunas no hubiesen funcionado, o fueran muy poco eficaces. Sería verdaderamente desoladora.
Las pruebas del contagio por superficies y su limpieza continua y exagerada están en entredicho, pero todavía se gastan recursos en estas medidas que ofrecen una falsa sensación de seguridad
Las vacunas por el momento tienen una protagonista principal: la vacuna de Pfizer/BioNTech. Su efectividad tras dos dosis en población real (asumiendo casi 900.000 vacunados) es impresionante. Con una eficacia media frente a covid-19 sintomática del 94%, frente a la hospitalización del 87% y frente a la enfermedad grave del 92%, se consolida con uno de los instrumentos más certeros para hacer frente a esta pandemia. Afortunadamente no está sola. Según un estudio llevado a cabo en Escocia, tras 4 semanas de administrar la primera dosis, la vacuna de AstraZeneca reduce el riesgo de hospitalización por covid-19 grave en un 94%. Por cierto, presenta una eficacia media del 81% si se retrasa la segunda dosis, o dosis de refuerzo, hasta el tercer mes.
Otra vacuna de la que se ha tenido información detallada es la de Johnson & Johnson. Todo parece indicar que tras la aprobación por parte de la agencia americana FDA, será la siguiente en ver la luz verde en Europa. Una vacuna caracterizada por ser la primera basada únicamente en una dosis y cuya logística y transporte puede verse facilitada por requerir congelación y no ultra-congelación a diferencia de la Pfizer. Pues bien, los resultados que se han dado a conocer esta semana avalan la seguridad y eficacia de este medicamento. Una eficacia media del 66%, y del 85% en pacientes mayores de 60 años, con la ventaja de ser eficaz frente a las cepas sudafricana y brasileña, especialmente en el caso de enfermedad grave.
Existe, en mi opinión, un número ya importante de evidencias que confirman que aquellos que pasaron la covid-19 meses atrás, solo necesitarían 1 sola dosis de vacuna para lograr una inmunidad robusta
La relevancia de las vacunas tiene tal dimensión que en si se analizan los ensayos clínicos de las vacunas Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson, Novavax y Sputnik, que incluyen a más de 150.000 voluntarios entre los grupos vacuna y placebo, no ha habido ningún fallecido por covid-19 en el grupo de vacunados. Por cierto, existe, en mi opinión, un número ya importante de evidencias que confirman que aquellos que pasaron la covid-19 meses atrás, solo necesitarían 1 sola dosis de vacuna para lograr una inmunidad robusta.
No quiero finalizar esta crónica sin hacer referencia a otras noticias de interés. Por una parte, está de sobra demostrado que el contagio por contacto es prácticamente una entelequia. Las pruebas del contagio por superficies y su limpieza continua y exagerada están en entredicho, pero todavía se gastan recursos en estas medidas que ofrecen una falsa sensación de seguridad. Por otra parte, una estudio en la prestigiosa revista JAMA que analiza el riesgo de contagio por SARSCoV2 en espacios cerrados concluye que las probabilidades de contagio son mayores en bares y restaurantes donde no se empleen intensamente las mascarillas, así como en gimnasios e iglesias.