El neutro es un concepto al alza en nuestros días, al menos si hablamos de ciudades y cambio climático. La neutralidad climática, o lo que es lo mismo la reducción a 0 de las emisiones de gases efecto invernadero, es el objetivo propuesto por la Unión Europea para todas sus ciudades en 2050. Un esfuerzo imprescindible si se quiere frenar la degradación de un planeta que cada vez da más señales de alarma. Sin ir más lejos, el pasado 12 de mayo España entró en deuda ecológica al haber consumido hasta entonces todos los recursos disponibles para todo este año. Las ciudades son la clave para revertir esta tendencia y la innovación y las buenas prácticas son necesarias para lograrlo.

Por eso, estamos de enhorabuena en Euskadi ya que nuestra capital, Vitoria-Gasteiz, ha sido seleccionada por la Unión Europea como una de las 100 ciudades inteligentes y climáticamente neutras para 2030, una misión que con un presupuesto de más de 360 millones de euros pretende convertir a estos municipios en centros de experimentación e innovación para dejar a 0 las emisiones netas. Sin duda alguna, en esta elección ha tenido mucho peso las políticas de sostenibilidad desarrolladas por la única Capital Verde de Europa española en las últimas décadas pero ¿cómo se consigue una ciudad neutra en carbono? ¿es una cuestión sólo de sus ayuntamientos o es necesaria una implicación global de todos los sectores y su ciudadanía? ¿están las principales ciudades vascas y europeas en este camino? Vamos a intentar contestar todas preguntas en este artículo.

 

La ecuación para lograrlo comienza por una estrategia de movilidad sostenible que reduzca el uso del vehículo privado en los desplazamientos urbanos

 

Para lograr ser un municipio neutro en carbono es necesario desarrollar una serie de políticas que van más allá de lo evidente y que requieren un compromiso compartido de todos sus habitantes. La ecuación para lograrlo comienza por una estrategia de movilidad sostenible que reduzca el uso del vehículo privado en los desplazamientos urbanos, favoreciendo el transporte público y otros modos más sostenibles como la bicicleta o la movilidad peatonal. Este es uno de los grandes logros de la capital alavesa que, desde que puso en marcha en 2008 su Plan de Movilidad Sostenible y Espacio Público ha conseguido reducir el peso del coche particular en el reparto modal, algo casi excepcional entre las urbes del viejo continente. Aunque en menor medida, estas políticas de movilidad sostenible empiezan a coger fuerza en los demás municipios de Euskadi. Hace poco, por ejemplo, la Diputación de Bizkaia anunciaba para 2024 un corredor peatonal y ciclista que unirá, por fin, Bilbao y Getxo. También se han hecho importantes avances en la pacificación del tráfico de la capital vizcaína con las zonas 30 y las medidas de entornos escolares seguros. No olvidemos que la movilidad supone, en algunos casos, hasta el 40% de la contaminación generada en una ciudad. También Donostia-San Sebastián lanzó en 2018 su Estrategia Klima DSS2050.

 

Una calle arbolada puede reducir hasta en 15 grados la temperatura respecto a otra que no cuenta con infraestructura verde

 

Sin embargo, transformar la movilidad supone también transformar el espacio público, la manera de diseñar y construir nuestras calles influye directamente en la reducción de los gases efecto invernadero. Una ciudad compacta, que necesite menos desplazamientos, será más fácil que llegue a ser una ciudad neutra, construyamos nuestras ciudades hacia dentro, dejemos de consumir inútilmente suelo virgen. También influye directamente en esta neutralidad la infraestructura verde, y no sólo la de la periferia de las áreas urbanas o los parques, sino la introducción del verde en todas nuestras calles, incorporando árboles, generando fachadas y cubiertas vegetales o incluso aflorando ríos, como se ha hecho en la reforma de la Avenida Gasteiz en la capital alavesa. Esta científicamente demostrado que los espacios verdes son excelentes sumideros de carbono y, además, mitigan y reducen los efectos de isla de calor en las ciudades, una calle arbolada puede reducir hasta en 15 grados la temperatura respecto a otra que no cuenta con infraestructura verde. 

La batalla de las ciudades neutras se gana también en sus edificios, en Euskadi tenemos un parque de edificios con una edad muy avanzada y la mejora de su eficiencia energética nos va a ayudar a reducir drásticamente sus emisiones. Por este motivo, es muy importante aprovechar los fondos de los Next Generation para dar un impulso decidido a este aspecto. Además, es una increíble oportunidad de negocio para un renovado sector de la construcción que ve en la rehabilitación una salida a la crisis que comenzó en 2008. Hay muchas pruebas de los resultados conseguidos con importantes procesos de rehabilitación urbana, como el caso del proyecto Smart En City del barrio de Coronación de Vitoria-Gasteiz, pero también los hay en nueva edificación sostenible como la torre de viviendas de VPO de Bolueta construida por Visesa, la sociedad de vivienda del ejecutivo autónomo.

 

La batalla de las ciudades neutras se gana también en sus edificios, en Euskadi tenemos un parque de edificios con una edad muy avanzada

 

No son estos los únicos elementos para lograr el ansiado 0 en emisiones, lo son también el aumento en el uso de energías renovables o una correcta gestión de nuestros residuos sólidos urbanos. Pero, quizás, la otra gran parte de la ecuación sea la concienciación y sensibilización de toda la ciudadanía para generar un ahorro energético real. En este sentido, la actual crisis energética agravada por la guerra de Ucrania ha venido a echarnos una mano. Es triste pensarlo, pero hemos tenido que tener la gasolina a casi 2 euros y los precios del gas y la electricidad por las nubes para plantearnos que tener una casa a 19 grados en invierno y a 20 en verano es absurdo, o para dejar de utilizar nuestro vehículo en desplazamientos que se puede realizar perfectamente a pie, en bicicleta o en transporte público. El ahorro energético ha llegado para quedarse y hasta el Gobierno central propone un plan para conseguirlo este invierno que pasa, además de las medidas ya citadas, por el teletrabajo y la racionalización de horarios.

 

Hemos tenido que tener la gasolina a casi 2 euros y los precios del gas y la electricidad por las nubes para plantearnos que tener una casa a 19 grados en invierno y a 20 en verano es absurdo

 

No nos queda otra que conseguir ciudades neutras y, en este camino, el papel de las empresas va a ser fundamental proponiendo soluciones innovadoras y disruptivas que ayuden a conseguir este objetivo compartido por la gran mayoría de las instituciones y la ciudadanía. Por eso, no deja de sorprenderme que los CEOs de algunas de nuestras multinacionales de referencia como Repsol e Iberdrola sigan haciendo declaraciones bastante desafortunadas que contradicen su supuesta estrategia verde. Dejemos de pensar en un pasado fósil y centrémonos en ofrecer soluciones reales a un futuro renovable. El resultado será bueno para todos.