El pasado viernes, Aclima, el clúster vasco de medio ambiente, celebraba en Vitoria-Gasteiz su Asamblea General y presentaba sus resultados durante 2021. Las cifras demuestran el imparable crecimiento de un sector que en Euskadi representa ya más del 5% de su PIB con unas ventas consolidadas de más de 2.153 millones de euros y más de 5.700 empleos directos generados en la comunidad autónoma. Estos datos, que pueden resultar modestos si los comparas con otros sectores que tradicionalmente han sido “pesos pesados” de nuestra economía, son la base de una palanca que puede resultar trascendental para transformar un tejido económico que necesita como agua de mayo proyectos que ayuden a realizar una transición ecológica justa. El sector medioambiental va a ser clave para ayudar al resto de sectores vascos a descarbonizarse y a subirse al carro de una economía circular que, cada vez más, se impone frente a la tradicional, que ha demostrado con creces su incompetencia para afrontar los nuevos retos del planeta.

 

La nueva economía será, perdón, está ya siendo verde y en este proceso se abren un montón de posibilidades para nuestras empresas, si saben adaptarse y convertirse en facilitadoras de esta transición ecológica pendiente

 

Y esto ya no sólo lo decimos los más convencidos de la necesidad de un cambio de modelo productivo. No hay más que hacer un repaso por algunas de las más importantes estrategias lanzadas en los últimos años por el ejecutivo autónomo para darse cuenta de hasta que punto el sector medioambiental se sitúa como pieza esencial para el progreso de nuestra economía. Estrategia de Economía Circular 2030, Estrategia Klima 2050 o Agenda Euskadi 2030, entre otras. Incluso, como ya he alabado en varias ocasiones, hasta el todopoderoso departamento de industria cambia su nombre e incluye por primera vez a medio ambiente en su cartera. No es casualidad que ahora se llame Consejería de  Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente. La nueva economía será, perdón, está ya siendo verde y en este proceso se abren un montón de posibilidades para nuestras empresas, si saben adaptarse y convertirse en facilitadoras de esta transición ecológica pendiente. No en vano en 2021 la inversión en I+D+I de todo el sector medioambiental vasco subió un 15%, superando los 228 millones de euros.

 

Lo que está claro es que en Euskadi hay una excelente cantera de empresas punteras en el sector medioambiental que hacen cada año un importante esfuerzo por resolver los problemas a los que se enfrentan las ciudades y los territorios

 

El reto es mayúsculo, por eso son cada vez más necesarias iniciativas como la de Aclima, que con muchos esfuerzos ha conseguido impulsar y aglutinar un importante tejido económico en torno al medio ambiente compuesto ya por más de un centenar de firmas, de las que 86 son empresas. La colaboración de todos estos socios hace posible el intercambio de ideas y el lanzamientos de nuevos proyectos que, de otra manera, hubieran sido mucho más difíciles de sacar adelante. Más de una treintena de nuevas experiencias ya han visto la luz en estos últimos años en temas tan variados como los residuos, los contaminantes emergentes, la economía circular, la eficiencia energética o el cambio climático, entre otros. También es importante su labor en la ayuda a la internacionalización del sector vasco de medio ambiente y, sobre todo, en el apoyo a las pymes vascas para ayudarlas a realizar su propia transición ecológica. Soluciones a los retos ambientales que además llenan de nuevas oportunidades a la economía vasca y ayudan a transformar nuestra sociedad siguiendo los dictados marcados por el Green Deal europeo o la Agenda 2030 de la ONU.

 

Euskadi sólo produce el 10% de su energía, el resto la tiene que importar con el consiguiente impacto ecológico extra

 

La Asamblea General de Aclima se cerró con un panel de diálogo sobre la regeneración urbana de nuestras ciudades. En esta dinámica surgió un aspecto que me parece muy importante tener en cuenta de cara a un futuro muy próximo. Fueron varias las voces que demandaron un mayor compromiso de la sociedad y una mayor valentía de las instituciones para construir las infraestructuras medioambientales que Euskadi necesita para cumplir con sus compromisos de sostenibilidad. Una llamada de atención para poner el foco en aspectos como la incapacidad de nuestros vertederos industriales para recoger todos los desechos producidos en la CAPV o el inmenso déficit energético que tiene Euskadi, sólo produce el 10% de su energía, el resto la tiene que importar con el consiguiente impacto ecológico extra. Al mismo tiempo, también se recordó la necesidad de hacer un uso eficiente y con sentido común de nuestro suelo, porque es un bien escaso. Se hace más necesaria que nunca una planificación consensuada que permita una convivencia armónica de los diferentes usos y, sobre todo, afrontar la transición ecológica.

Lo que está claro es que en Euskadi hay una excelente cantera de empresas punteras en el sector medioambiental que hacen cada año un importante esfuerzo por resolver los problemas a los que se enfrentan las ciudades y los territorios. De la potencia y crecimiento de este sector va a depender, en gran medida, la transformación de nuestra economía y, sobre todo, su descarbonización, un paso fundamental para hacerla competitiva a nivel mundial. Iniciativas como la de Aclima ayudan a reforzar la colaboración público-privada, tan necesaria para seguir construyendo nuevas oportunidades de negocio que ayuden a generar riqueza y a desterrar formas de producir que deberían ya ser sólo un mal recuerdo.