Febrero ha sido un mes que ha marcado, aún más claramente, cuál va a ser el futuro de la movilidad en Europa. El Parlamento Europeo ha aprobado dos resoluciones históricas, la primera es la confirmación definitiva de la fecha para acabar con los vehículos nuevos de gasolina o diesel: 2035. La segunda, aprobada casi por unanimidad en Estrasburgo, insta a desarrollar una estrategia ciclista en la UE y establece un plan de acción de 17 puntos con objetivos como el de desarrollar más infraestructuras, impulsar la producción de bicicletas y sus componentes y baterías y crear un “ecosistema ciclista” que permita alcanzar los 2 millones de puestos de trabajo. Dos decisiones bastante lógicas e imprescindibles para alcanzar el reto de ser un continente climáticamente neutro en 2050. En definitiva, se trata de reconocer, de una vez por todas, que la bicicleta es un modo de transporte en toda regla y la solución para millones de desplazamientos diarios, especialmente en las ciudades.

Creo que es momento de que todas las instituciones vascas tomen buena nota de los sucedido a orillas del Rhin y comiencen a fomentar, de verdad, el uso de la bicicleta como un modo de transporte habitual y, sobre todo, como una oportunidad para seguir impulsando empleo verde y de calidad. Camino por recorrer tenemos todavía mucho, algunos estudios de nuestra televisión pública en 2020 señalaban que sólo el 2,5% de los vascos usaba la bici diariamente, y eso que este dato duplicaba el registrado en 2008. Sin embargo, las cifras entre territorios son muy desiguales y van desde el 8% de Álava al escaso 0,8 % de Bizkaia pasando por el 3% de Gipuzkoa.

El reconocimiento de la bicicleta como modo de transporte de pleno derecho debe ir acompañado también de la visualización de su importancia como activo industrial, clave para alcanzar los objetivos climáticos y la fabricación limpia a largo plazo.

Para explicar estas diferencias creo que no hay que darle muchas vueltas, detrás de estos resultados está la apuesta firme y estratégica del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz (más del 76% de la población alavesa reside en la capital) por potenciar la bicicleta como modo de transporte alternativo al coche a través de un plan de movilidad sostenible y un plan director de la bicicleta, que en los últimos 20 años han permitido convertir al municipio en una especie de Amsterdam del sur de Europa.

Si hacemos un repaso de las medidas que se proponen desde el Parlamento Europeo, vemos claramente que es lo que se debería trabajar más en Euskadi. La primera de ellas hace referencia a las infraestructuras ciclistas, para incrementar exponencialmente el número de usuarios es necesario desarrollar infraestructuras que les permita circular de una forma segura y sencilla. Lo estamos viendo en las ciudades y también en las conexiones interurbanas, en el momento en que se desarrollan bidegorris o infraestructuras segregadas el incremento en el uso de la bicicleta es notable. Pero no basta sólo con esto, hay que incentivar su compra y uso diario a través de ayudas como pueden ser la reducción de los tipos de IVA para el suministro, alquiler o reparación de bicicletas o subvenciones directas a las personas que acuden a sus puesto de trabajo en bici, como ya se hace en algunos países como Francia o Bélgica.

En Euskadi hemos tenido algunos tímidos ejemplos como el caso de los bonos bizikleta del Ayuntamiento de Bilbao que apoyaban hasta con 400 euros la compra de bicicletas eléctricas

En Euskadi hemos tenido algunos tímidos ejemplos como el caso de los bonos bizikleta del Ayuntamiento de Bilbao que apoyaban hasta con 400 euros la compra de bicicletas eléctricas. Tampoco podemos olvidar la sensibilización y esta debe empezar desde muy pequeños, desde nuestros colegios, por eso es fundamental crear entornos escolares seguros y potenciar desplazamientos escolares en bici, como ya hacen varios centros escolares vascos. En el Gobierno Vasco pueden ver cada día un ejemplo muy cercano en el instituto de secundaria que está al lado de sus oficinas centrales, con un aparcamiento lleno cada día con las bicicletas de los estudiantes.

El reconocimiento de la bicicleta como modo de transporte de pleno derecho debe ir acompañado también de la visualización de su importancia como activo industrial, clave para alcanzar los objetivos climáticos y la fabricación limpia a largo plazo. La resolución de Estrasburgo habla de que se pueden crear más de 1 millón de puestos de trabajo con un ecosistema ciclista que abarque la fabricación, el turismo, el comercio minorista, la salud y el deporte. ¿Cuántos de estos podrían crearse en Euskadi? Ahora ya hay en toda Europa más de 1 millón de personas que trabajan en torno a esta industria y el crecimiento es continuo.

El País Vasco tiene ya una industria bastante puntera en la fabricación de bicicletas pero echo de menos una estrategia conjunta, de país, que pueda abarcar todo ese ecosistema, que ya nos señalan desde Europa, de una forma integral. En definitiva, una visión más estratégica ligada al fomento de una economía más circular. No tenemos que irnos muy lejos para comprobar que esta apuesta funciona, ahí tenemos ejemplos como Dinamarca o Países Bajos. Precisamente, uno de los hitos de este año de la capital holandesa ha sido la inauguración de un enorme parking de bicis bajo el agua, ha costado 12 millones de euros. Salvando las distancias, Vitoria-Gasteiz también acaba de inaugurar el aparcamiento subterráneo de bicis más grande de España con 231 plazas en pleno centro de la ciudad.

En cualquier caso, queda claro que la bicicleta va a ser un elemento fundamental en la movilidad del futuro y que tenemos que ir preparando ese futuro para diseñar nuestros espacios y para aprovechar todas las oportunidades que surjan. Estaría bien que todas las formaciones políticas lo tuvieran en cuenta para las próximas elecciones municipales y no propongan medidas populistas que sólo favorecen la permanencia de un modelo caduco de movilidad urbana basado en el vehículo privado. No cometamos errores que comprometan nuestro compromiso de emisiones 0.