Los casos de corrupción resultan especialmente dañinos para los ciudadanos. Que haya personajes que aprovechen su poder político para enriquecerse es inaceptable. Aún peor tanto para la política como para los contribuyentes es que cunda la sensación de que los delincuentes gocen de impunidad. Porque añade al agravio escarnio. Porque el tramposo nunca puede tener más ventajas posteriores. Y eso, precisamente esa sensación ardiente, es lo que ocurre con el ya célebre 'caso De Miguel'

Siempre parece que Alfredo de Miguel, exnúmero dos del PNV de Álava, y sus compañeros de corruptelas, también exdirigentes peneuvistas, por cierto, cuentan con una flor, una suerte natural o una fórmula mágica que les impide pagar por lo que hicieron. A finales de 2019 ya fueron condenados por la Audiencia Provincial alavesa, pero continuaron en sus cargos ¡de sociedades públicas! y, al menos en el caso del líder de la trama, con un sueldo nada desedeñable. Inexplicable pero cierto. 

Cuando el Tribunal Supremo ratificó las penas contra los principales acusados el pasado enero, parecía obvio que De Miguel, los también exdirigentes jeltzales Aitor Tellería y Koldo Otxandiano, y el exdirector de Juventud del Gobierno vasco Javier Sánchez Robles entrarían rápido en prisión. O, al menos, los que trabajaban en empresas públicas perderían sus puestos de trabajo. Pero no, faltaba la notificación oficial de la condena, según el propio Gobierno vasco. 

Ahora, una vez -por fin- notificada la condena a las partes, no quedan excusas para que los condenados por el 'caso De Miguel' no empiecen a cumplir sus penas. Entre rejas. Porque es ahí, en la cárcel, donde merecen estar teniendo en cuenta la gravedad de sus actos y de su castigo judicial. Ellos tienen derecho a recurrir, por supuesto, y a utilizar todas las triquiñuelas legales para evitar su entrada, faltaría más, pero las autoridades tienen la obligación de ser ejemplares. 

Cuanto antes vayan a prisión los principales condenados, antes se extenderá la sensación de que no nos están tomando el pelo.