Feijóo y la violencia
Alberto Núñez Feijóo y su partido tienen un problema con la violencia que se evidencia en cada apaño que hacen con Vox para formar gobiernos locales o regionales. En Valencia el PP ha elevado a la presidencia de sus Cortes a una señora que forma parte de uno de los núcleos duros de Vox, Hazte Oír, caracterizado por su rechazo radical de libertades consagradas ya en nuestro ordenamiento jurídico y por no haber abierto jamás el pico para denunciar la violencia eclesiástica católica contra niñas y niños en España. En esa misma comunidad, la candidatura ultraderechista estaba encabezada (sí, encabezada) por un condenado por violencia machista que ahora liderará la lista provincial para las elecciones generales.
En Aragón y Baleares se ha reproducido el mismo esquema de pactos por parte del PP y Vox, eligiendo para la presidencia de sus parlamentos a personas que explícitamente niegan que exista ningún tipo de violencia contra las mujeres. En el único territorio donde parecía que aún existía una luz de coherencia en el PP respecto del rechazo de la violencia machista, en Extremadura, finalmente desde la dirección del partido han logrado doblar el brazo a la dirigente regional y del no pasarán María Guardiola ha pasado al pasen: pactará con Vox y se tendrá que tragar sus dignas palabras contra quienes niegan la violencia machista.
Cuarenta y nueve mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas en 2022 y dos menores lo fueron como víctimas vicarias: la violencia contra las mujeres es un hecho. El partido ultraderechista lo niega porque ello forma parte de su ideología machista de prevalencia de la autoridad masculina en el ámbito familiar. Es lo que denominan “familia tradicional”, en la que no caben formas de ejercicio de libertad de las mujeres para decidir, por ejemplo, sobre su propio cuerpo, la más radical y necesaria forma de soberanía.
La violencia machista es la forma más radical de negación de la emancipación de las mujeres, pero no es la única: todo empieza por proponerles tutela en vez de libertad
Frente a esa libertad esta ideología contrapone la tutela: vamos a cuidar a las mujeres. El PP siempre ha tenido un punto de ambigüedad a este respecto. Nunca ha promovido legislación que asegure esa libertad soberana de las mujeres y ha recurrido toda la promovida por otros gobiernos. El Tribunal Constitucional ha validado no hace mucho la última, que también en su día recurrió el PP y cuyo recurso ha mantenido hasta el final. Ha considerado la tutela también una opción, como quiso Alberto Ruíz Gallardón en su paso por el ministerio de Justicia y a la tutela, en fin, se refirió expresamente Isabel Díaz Ayuso en su reciente discurso de toma de posesión. Lo presentan como una alternativa al aborto cuando en realidad lo es a la libertad y seguridad de las mujeres.
Esta violencia que se lleva decenas de vidas por delante todos los años está estrechamente ligada a la negación de la emancipación de las mujeres, a su condición de libres e independientes, que es como se define la emancipación. No ya solo para abortar sino también para abandonar una relación, tener otras, decidir sobre sí mismas sin tutelas de otros, se llamen marido, novio o Estado. La violencia machista es la forma más radical de negación de la emancipación de las mujeres, pero no es la única: todo empieza por proponerles tutela en vez de libertad.
Feijóo y la dirección del PP la han doblegado y tragará lo que haya que tragar con Vox, pero al hacerlo no han hecho sino más evidente su incoherencia respecto de la violencia
Vox repite una y otra vez que esa violencia no existe y por ello hace alarde en sus listas no solo de quienes la niegan sino también de quienes la han ejercido. Es algo que ya conocemos, especialmente por estos rumbos: la forma de negar la violencia es incorporar a violentos a las listas electorales y que salgan electos. Por estos rumbos conocemos también otra actitud respecto de la violencia que consiste en hacer como si el partido que la niega fuera un partido como los demás. “Chiquilladas” llamó un dirigente de por aquí a la violencia que negaba la libertad ciudadana en las calles y “divorcio complicado” se llama ahora la violencia ejercida contra una mujer, negando que exista, por parte del candidato valenciano de Vox.
El PP y Feijóo tienen un problema serio de coherencia. Durante unos pocos días la dirigente popular de Extremadura lo ha evidenciado al negarse a pactar con quienes niegan la violencia machista y, con ello, la libertad de las mujeres. Feijóo y la dirección del PP la han doblegado y tragará lo que haya que tragar con Vox, pero al hacerlo no han hecho sino más evidente su incoherencia respecto de la violencia. Han adoptado una actitud que puede resumir precisamente un estribillo muy valenciano: esta sí, esta no.