Algunos, quizás incautos, nos habíamos tragado la especie de que la eólica marina era el futuro de las empresas dedicadas a las renovables. O esos vaticinios eran falsos. O las perspectivas para Siemens Gamesa son peores de lo que creíamos. Porque este lunes trascendía que la compañía vasca de propiedad alemana ha cancelado la construcción de la que iba a ser su primera fábrica de palas para turbinas eólicas marinas (offshore) en Estados Unidos.
Aún recordamos el alborozo generalizado que se disparó cuando a principios de año, allá por marzo, trascendía que Siemens Gamesa iba a poner en marcha una unidad de negocio dedicada a la eólica marina y ubicada en sus centros de Euskadi y Navarra. Era otro de los símbolos de la recuperación. Del futuro maravilloso tras tanto ajuste. Del paraíso recuperado.
La realidad siempre es más dura que los sueños, sobre todo los publicitarios. En plena crisis de la empresa con sede en Zamudio, nos enteramos de la anulación de esta fábrica en Estados Unidos. Una operación anunciada dos años atrás igualmente a bombo y platillo y que ahora se esfuma como tanto titular falso.
Es esta una noticia cuando menos preocupante porque llega a 48 horas de que se conozcan los resultados de la empresa y, lo que es más relevante, a menos de diez días de conocer sus planes para el futuro. No puede olvidarse que los sindicatos ya han mostrado su preocupación por la posibilidad de que los propietarios de Siemens Gamesa decida deshacerse de todo su negocio en España.
Precisamente este lunes Crónica Vasca publicaba un dato que resulta demoledor: desde la fusión en 2017 Siemens Gamesa suma pérdidas multimillonarias. Más de seis mil millones de euros. Sí, hay que frotarse los ojos para creerse estas cifras. Pero son los números rojísimos que la propia empresa espera. Las cuentas salen: entre 2020 y 2022 la filial de la alemana Siemens Energy acumula 2.485 millones en pérdidas que se suman a los 4.000 más que se prevén en 2023.
Siemens es un gigante con muchas posibilidades. Y cuenta, no se olvide, con el ciego apoyo del Gobierno alemán. O, lo que es lo mismo, no es que la empresa vaya a hundirse. Pero ya hemos contado aquí que su ruinoso negocio con Gamesa necesita culpables. Y siempre pagan justos por pecadores.