Imagen de 'No me llame Ternera, la polémica entrevista de Évole al dirigente etarra

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Opinión

Mejor una navidad sin Ternera

21 diciembre, 2023 05:00

Este será mi último artículo de 2023 pero no voy a hacer balance de lo que ha sido este terrible año plagado de muertos en guerras inútiles, como todas, salvo para quien las provoca e incluso saca beneficio económico de ellas. Guerras económicas y de apropiación. Solo hay que mirar a Rusia e Israel. Pero no, no es mi intención escribir hoy sobre barbarie, o al menos no lo era porque pensándolo bien sí voy a hacerlo, sí voy a escribir de bárbaros y barbaries.

En un par de días estaremos compartiendo mesa y mantel con nuestras familias, cuñados incluidos. Espero y deseo fervientemente que no tengan ustedes que sufrir en sus carnes eso que la Fundación del Español Urgente, la FUNDEU, definió como la tendencia a expresar opiniones sobre cualquier tema, habitualmente de manera desinformada, únicamente a partir de la experiencia individual o con la intención de quedar por encima de otras personas, el cuñadismo.

Resulta curioso saber que una buena parte de las familias que se reúnen en estas fechas se autocensuran. Nada de hablar de fútbol, tampoco de religión y mucho menos, de política. Se sabe cómo empiezan esas conversaciones pero nunca cómo terminan. En realidad sí, terminan mal y peor aún a medida que el grado etílico va en aumento.

Nada de hablar de fútbol, tampoco de religión y mucho menos, de política

No hay asunto sobre el que una Universidad de California no haya hecho un estudio y, por supuesto, también lo hay sobre éste. Analizaron la cena de Acción de Gracias, lo más parecido a nuestra Navidad, de diez millones de personas americanas y concluyeron que aquellas reuniones en las que sale a relucir la política, el tiempo del encuentro se reduce en más de una hora en el caso de que haya comensales que voten diferente. Curiosamente, los republicanos que visitaron casas de demócratas decidieron marcharse antes que cuando fueron los demócratas quienes acudieron a casas de republicanos.

Tenemos el panorama político lo suficientemente alterado cómo para meternos en camisas de once varas. Que si el pacto entre los socialistas navarros y Bildu para arrancar la alcaldía a UPN se va a replicar en Euskadi, que si Andueza no hará Lehendakari a Otxandiano pero no sabemos si éste sí lo hará con el socialista vasco, que si Sumar va a restar a Podemos, que si el PNV está demodé, que si España se ha vendido a Cataluña, que si ya tiene bemoles que un verificador salvadoreño tenga que supervisar los acuerdos de Sánchez con Puigdemont, que si…. Anda que no llegamos calentitos al periodo anual con más reuniones familiares del año.

No suelo caer en el error de discutir con el cuñadismo como telón de fondo. Los "cuñados" suelen ser gente bastante insistente que te interpela sin tregua para dejarte clara su opinión, aunque tú ya hayas dado muestras de no entrar al trapo. La mejor táctica de autodefensa, sea hablando de política, de igualdad o de lo que sea, es abandonar el espacio previa recomendación a quien provoca de formación y análisis sobre el tema en cuestión. Porque sí, también son provocadores, no hábiles ni sutiles pero provocadores.

Los "cuñados" suelen ser gente bastante insistente que te interpela sin tregua para dejarte clara su opinión

La plataforma Netflix nos brinda la oportunidad desde hace unos días de ver el documental "No me llame Ternera". El periodista Jordi Évole entrevista a Josu Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, sobre su vida como militante de la banda terrorista ETA, los asesinatos que cometió, las personas a las que ha matado o los niños muertos a manos de una organización criminal que llegó al fin de su vida sin que tanta barbarie sirviese para nada, más allá de generar un dolor insoportable.

Antes de que aquel que quiera pueda ver esta entrevista en abierto, prácticamente todo el mundo tenía una opinión sobre ella. Ha generado debate, declaraciones, provocado discusiones sobre si supone un blanqueamiento a ETA y acerca de si Urrutikoetxea aparece como un ser humano o no. Ahora quien quiera puede hablar como se debe, es decir, con conocimiento de causa. Y si en su mesa de Nochebuena alguien saca el tema y reconoce que no ha visto el trabajo de Évole, deje la conversación pasar.

"No me llame Ternera" es una cinta sensacional en la que un periodista ejerce con brillantez su profesión

He pensado mucho sobre lo visto y lo he llevado a conversaciones que me parecen fundamentales para avanzar en la superación de las diferencias que aún siguen marcando a este país. "No me llame Ternera" es una cinta sensacional en la que un periodista ejerce con brillantez su profesión. No hay ni una pregunta jabonosa, no hay ni una sola que pudiese llevarnos a engaño y hacernos creer que los más de 850 asesinatos llevados a cabo por ETA tuvieron alguna justificación. Évole cuestiona sobre asuntos a los que a ningún humano le gustaría tener que enfrentarse. Pregunta, repregunta, muerde y no suelta hasta que Urrutikoetxea se siente acorralado y responde de mal humor.

Así, dejando claro que no estuvo bien matar pero sin atisbo de arrepentimiento. Si murieron niños fue porque el Estado no desalojó las Casas Cuartel y si pasabas la tarde en un Hipercor y salías con los pies por delante, lo mismo. Cuánto cinismo, cuánto dolor y que bien retratado queda un terrorista que si volviese a nacer, creo que repetiría su vida punto por punto, asesinato por asesinato.

Antes de opinar, véanlo. Duele mucho, es cierto, y a ratos nos coloca un nudo en la garganta especialmente a quienes vivimos aquellos momentos terribles. Merece la pena y sobre todo, es necesario. Eso sí, procuren que un asunto tan inhumano no ocupe sus reuniones. Y tal y como anda el terreno político del día a día, mejor se suman a la mayoría de familias que dicen aquello de por la paz un Ave María y establecen por norma que de política, no se habla.

Feliz Navidad.