El intento de justificación de 'Josu Ternera' se diluye en la entrevista de Évole
El documental, estrenado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, muestra la doble vara de medir del antiguo líder de la organización terrorista
22 septiembre, 2023 15:35El documental 'No me llame Ternera', que este viernes se ha estrenado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, está muy lejos de ser una nueva herramienta para "blanquear" las acciones de la banda terrorista ETA, como temían muchas asociaciones de víctimas y otros colectivos que en las últimas semanas habían denunciado la inclusión de esta cinta en la programación del Zinemaldia.
La cinta, estrenada como apertura de la sección 'Made In Spain' del festival, era una de las películas que más expectación levantaba, y eso se ha dejado ver en su primera proyección. De hecho, varias personas vinculadas con el movimiento Basta Ya, así como víctimas del terrorismo y sindicatos policiales se habían movilizado antes de que la película se presentara oficialmente en el Teatro Kursaal de Donostia.
Sin embargo, el temor que existía contra esta entrevista del periodista catalán, Jordi Évole, al exdirigente de ETA, José Antonio Urrutikoetxea, conocido como 'Josu Ternera', por la posibilidad de que sirviera para "justificar" las acciones de la organización terrorista, se disuelve una vez se ve completamente esta cinta, que a partir del 15 de diciembre estará también disponible en Netflix.
El documental, dirigido por Évole y Marius Sánchez, abre y cierra con una víctima de ETA, con el relato de Fernando Ruiz, un antiguo policía local del municipio vizcaíno de Galdakao, que en plena entrevista con el periodista catalán, descubre que 'Josu Ternera' formó parte del mismo atentado en que él recibió numerosos disparos, y en el que fue asesinado el alcalde de la localidad, Víctor Legorburu, un suceso ocurrido en 1976 por el que Urrutikoetxea nunca fue procesado, y que él mismo cuenta en su conversación previa con Évole.
De hecho, la conversación con la que comienza y termina el documental nace directamente de la entrevista que Évole había realizado con Urrutikoetxea, la cual tuvo lugar en 2022 en Francia, en lo que el exdirigente de ETA insiste en llamar la "Euskal Herria del norte", o por lo menos, el País Vasco francés.
El terrorista, que durante años dirigió lo que se conocía como el aparato internacional de esta organización, confiesa su participación en este episodio cuando Évole le pregunta por aquellos atentados en los que él había participado directa o indirectamente: entre ellos, el asesinato del presidente del Gobierno, Carrero Blanco, durante la dictadura de Franco, y el ataque a la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en 1987, en el que fueron asesinadas 11 personas, entre ellas 6 niños.
Soberbia, frialdad y cinismo
La postura que en todo momento guarda Évole en su encuentro con 'Josu Ternera' le permite llevar la entrevista a los puntos que él quiere y llega incluso a arrinconar en varias ocasiones al exdirigente de ETA. Algo que ya habían destacado algunas víctimas de la banda terrorista que sí habían visto la cinta, como Iñaki García Arrizabalaga, y que también habían criticado tanto Sortu (el principal partido de la coalición EH-Bildu) como el propio Urrutikoetxea, que este mismo viernes compartía su disconformidad con el producto final en el que se había traducido esta película.
Évole indaga en el rol que Ternera tuvo desde que a los 17 años se integró en ETA y comenzó a actuar en su nombre. Sin embargo, aunque torpemente confiesa su participación en el atentado contra Víctor Legorburu en Galdakao, en todo momento niega su vinculación con lo ocurrido en Zaragoza. De hecho, en buena parte de la entrevista responsabiliza a la organización terrorista de acciones en las que según él, no tuvo nada de él.
En concreto, Urrutikoetxea, que en 2019 fue detenido en Francia y permanece en libertad condicional con una causa pendiente, asegura que no está "en la cabeza de las personas que hicieron esa acción" -apenas utiliza la palabra atentado-, cuando justamente este es un suceso por el que está imputado y, a falta de su extradición, pendiente de juicio en la Audiencia Nacional. Sin embargo, aunque elude cualquier relación con este atentado, la mera mención de las víctimas muestra una postura especialmente fría e incluso cínica respecto a estas.
Urrutikoetxea, aunque insiste en que no hace distinción respecto a quienes sufrieron a manos de ETA, tacha de error el asesinato de civiles en atentados como el de Zaragoza, Hipercor o Vic, pero considera que los agentes de las fuerzas de seguridad, los políticos o los empresarios asesinados por la organización terrorista en la que él militó "no son víctimas" sino "voluntarios", e incluso los equipara a los etarras que murieron abatidos por la Policía y durante cualquier otro atentado.
En este sentido, al ser cuestionado por los asesinatos de Guardias Civiles, Policías Nacionales y otros agentes de la autoridad, considera que "ya sabían cuál era su función, 'todo por la patria'", mientras que respecto a la violencia que muchos empresarios sufrieron al negarse a pagar el llamado "impuesto revolucionario", asegura que esta "era necesaria para el funcionamiento de la lucha independentista".
Un arrepentimiento cuestionable
En todo momento Urrutikoetxea trata de justificar las acciones violentas que llevó a cabo ETA a lo largo de sus 60 años de historia. Llega a incluso a diferenciar las motivaciones terroristas de esta organización de los atentados yihadistas realizados por todo el mundo en las últimas dos décadas. Évole le pregunta por la diferencia que existe entre el atentado de Hipercor realizado por ETA donde murieron 21 personas y el de Londres ocurrido en 2005 y en el que se produjeron 50 víctimas mortales, a lo que el exdirigente de ETA le responde alegando que las motivaciones de unos y otros son "completamente diferentes".
Una postura que Évole cuestiona en todo momento, al escuchar como una de las figuras más importantes dentro de esta organización armada defiende que el asesinato y la extorsión eran "necesarias" para lograr unos objetivos que él sí ve lícitos, mientras que estos mismos atentados "en nombre de dios" y la religión, no están para él justificados.