Como siempre ocurre antes de unas elecciones, en Euskadi vivimos un tiempo de promesas. Esta semana las promesas han llegado por parte del Gobierno central. Por un lado, nos han contado que PNV y PSOE ultiman el traspaso de tres competencias pendientes del Estatuto de Gernika. Y, por el otro, nos han dicho que el final de las obras del TAV está más cerca.
Esto último es lo más importante. Porque hablamos de una infraestructura que lleva en construcción desde 2006 y que tendrá un coste final de varios miles de millones de euros. Se acumulan los retrasos y las promesas incumplidas. Hay que tener en cuenta, porque no se suele recordar pero debemos hacerlo, que en gran medida estas obras no se llevaron a cabo con la celeridad debida por la actividad terrorista de ETA, que amenazaba a las empresas, que ponía bombas en las obras y que asesinó a empresarios...
Hay mucho cortoplacismo, mucha vieja política y mucho marketing electoral. Y hay pocas ideas o planes sobre cómo impulsar el tejido industrial vasco, sobre cómo combatir el absentismo, sobre cómo evitar la conflictividad laboral o sobre cómo evitar el cierre de algunas empresas, por poner algunos ejemplos
Hecho ese matiz necesario, es intolerable que la alta velocidad no haya llegado todavía a Euskadi. Esperemos que en esta ocasión la fecha prometida sea cierta y no estemos otra vez ante una promesa electoral incumplida.
En todo caso, más allá de las promesas que tienen que ver con el Gobierno central, que por cierto tiene graves dificultades para que la legislatura arranque debido a la Ley de Amnistía, sería deseable ver a los candidatos vascos a la Lehendakaritza haciendo propuestas de verdad y lejos de peleas internas como la vivida en el PNV a cuenta del Guggenheim de Urdaibai o de anuncios estratégicos bastante pueriles como los que estamos viendo por parte de Pello Otxandiano.
Queremos a unos candidatos lejos del cortoplacismo. Y anunciando propuestas de las que de verdad puedan cambiar la vida de la gente. Sobre infraestructuras o competencias, sí, pero también sobre política pública en diversos aspectos del ámbito económico. Propuestas para las empresas y los sindicatos, que sean innovadoras y que puedan cambiar en serio la sociedad vasca.
Queda tiempo para las elecciones pero, por ahora, vemos a los partidos, en especial a PNV y Bildu, en lo de siempre. Las mismas estrategias, las mismas peleas y los mismos anuncios. Nada sobre cómo innovar, mejorar o construir una Euskadi mejor. Hay mucho cortoplacismo, mucha vieja política y mucho marketing electoral. Y hay pocas ideas o planes sobre cómo impulsar el tejido industrial vasco, sobre cómo combatir el absentismo, sobre cómo evitar la conflictividad laboral o sobre cómo evitar el cierre de algunas empresas, por poner algunos ejemplos.
Esperemos, así las cosas, que los candidatos cambien el chip de aquí a las elecciones autonómicas.