Las elecciones vascas ya están aquí. No puede negarse que la campaña electoral arranca descafeínada por la final de Copa del Rey que disputa el Athletic este sábado en Sevilla. La ciudadanía de Euskadi, en especial en Bizkaia, provincia más poblada, no está pensando en votar el 21 de abril. Más de la mitad de los vascos muestra un escaso interés en la cita con las urnas. Al mismo tiempo, por paradójico que pueda sonar, son estos los comicios más emocionantes en décadas, porque por primera vez el PNV ve peligrar su hegemonía frente a la izquierda abertzale inserta en Bildu.

Los sondeos apuntan a un resultado inédito. El Barómetro de Euskadi, que es la encuesta de Electomanía para este periódico, apuntaba en su última oleada, publicada el pasado lunes, a un empate a 28 escaños entre jeltzales y abertzales. Ambos partidos se juegan la victoria literalmente por un puñado de votos.  

Tanto nuestro sondeo como los publicados por otros medios e instituciones señalan con claridad el mismo panorama: Bildu ganará con holgura en Gipuzkoa y el PNV hará lo propio en Bizkaia, de manera que la clave que puede deshacer el empate estará en Álava. En este territorio, el menos poblado de Euskadi con diferencia (unas 350.000 personas), es donde los dos partidos nacionalistas van a pelear por los escaños con más fiereza.  

Mientras los partidos en cabeza van creciendo, el resto se va difuminando. Las diversas oleadas del promedio de encuestas que también cuantificamos en Crónica Vasca evidencia que tanto PNV como Bildu están aumentando su intención de voto en las últimas semanas, lo que supone que sus perseguidores puedan desinflarse. O, dicho de otra manera, el 21-A se parece cada vez más a una pelea de dos por la victoria

Euskadi camina, por tanto, a un escenario de bipartidismo igualmente inédito, con peneuvistas y soberanistas repartiéndose más del 70% de los asientos en el Parlamento vasco (ya rozaron esa cifra en 2020). El PSE que lidera Eneko Andueza será decisivo porque, según todas las encuestas, podrá sumar para gobernar con cualquiera de los dos partidos nacionalistas. A nadie medianamente informado se le escapa que lo más probable, ahora mismo, es que socialistas y peneuvistas reediten su coalición de gobierno tras los comicios

Precisamente esa sensación de que el pacto ya está hecho es una ventaja, otra más, para EH Bildu, que tiene a sus votantes hipermovilizados -como siempre-, mientras que la parroquia del PNV, desmovilizada desde hace tiempo como mostraron las citas electorales del año pasado, puede confiarse en exceso y quedarse en casa el 21-A. Por ello el reto de Imanol Pradales es movilizar a sus bases y por ello Pello Otxandiano, con el viento a favor, juega a no equivocarse. 

El PP vasco de Javier de Andrés está en línea ascendente pero sólo será decisivo si PNV y PSE acaban necesitando sus votos porque no suman mayoría absoluta. A la izquierda del PSE huele a desastre para Podemos y Sumar, aunque no está claro si uno de ellos podrá salvar los muebles. Y Vox sólo opta a mantener el escaño que tiene. 

Más allá de encuestas, que son siempre fotos fijas y a veces interesadas, la emoción está servida. Todo se decidirá, como ya se ha dicho, por un puñado de votos.    

 

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