La Ley Digital busca proteger a los jóvenes.

La Ley Digital busca proteger a los jóvenes.

Opinión

Control de redes

10 junio, 2024 05:00

Ya era hora. Es una excelente noticia que el anteproyecto de Ley Digital para proteger a los menores, haya echado a rodar. Es difícil poner puertas al campo, pero es de obligado cumplimiento, cuando menos, intentarlo.

De momento sólo es un anteproyecto de ley, que en el mejor de los casos, verá la luz en otoño, y que puede ser tildado de ingenuo, pero que en cualquier caso, es un primer paso para intentar acotar algo tan complejo, tan sensible y tan peligroso, como es la relación de los menores con internet en general, y con las redes sociales en particular. 

La norma, pendiente como decíamos, de aprobación, contempla varias cuestiones de interés. De entrada pasa de 14 a 16 años la edad en la que los menores podrán abrirse un perfil en una red social. El cambio es importante y se entiende mejor, si tenemos en cuenta algunos datos.

El informe elaborado por 50 expertos, para poner en marcha la iniciativa, recoge algunos guarismos que cuando menos llaman la atención. Aquí van los más destacados: el acceso al móvil empieza a los 11 años; un 94,8% de los menores tienen acceso a internet; casi el 99% está registrado en alguna red social; las horas conectadas exceden las 6 diarias. 

Hace falta, sin ninguna duda, mucha pedagogía entre adultos para poder pedir a los menores responsabilidad, y sobre todo, para educarles en el buen uso de las tecnologías

Las cifras desde luego son como para tenerlas en cuenta. Hay que intentar acotar los problemas que este consumo puede conllevar y que de hecho conlleva, sobre todo entre los más jóvenes. 

Otro de los detalles en la futura ley de protección digital a los menores recoge un tema capital: el control parental o la capacidad de los padres para saber qué están consumiendo los menores a través de las redes sociales. 

Este asunto es de especial relevancia, entre otras cosas, porque devuelve de algún modo a los padres la responsabilidad del control de sus hijos. La fórmula se trabajaría a través de un dispositivo obligatorio incorporado a teléfonos, tabletas y televisores entre otros instrumentos  a los que los menores acceden de forma habitual. 

Hay un problema con el uso excesivo de las redes sociales / GETTY IMAGES

Hay un problema con el uso excesivo de las redes sociales / GETTY IMAGES

No hay duda de que es en el entorno familiar en el que debe educarse y concienciarse a los más pequeños, de cómo manejar las redes y de dónde están los límites. No podemos exigir que otros se ocupen de la que claramente es nuestra responsabilidad. 

Para eso, claro está, hay que predicar con el ejemplo, e intentar racionalizar el uso de dispositivos y de redes sociales por parte de los adultos. La excusa de que las empleamos para trabajar no puede ser esgrimida de forma sistemática para estar pegados a la pantalla.

Hace falta, sin ninguna duda, mucha pedagogía entre adultos para poder pedir a los menores responsabilidad, y sobre todo, para educarles en el buen uso de las tecnologías. 

Asimismo y como otro de los asuntos capitales de la propuesta, en ella se recogen también cambios en el código penal de tal modo que se contemple como delito la difusión de material pornográfico de o entre menores, o la denominada ultrafalsificación. Se entiende por ultrafalsos videos que aparecen en la red, que  no son reales, pero que consiguen dotarse de realidad a base de reiteradas manipulaciones. 

Y además de todo esto, la propuesta va acompañada de lo que se denomina alfabetización digital, con el fin de que los más jóvenes conozcan cuándo les están engañando. Todo aquello que vaya encaminado a la educación, a la estimulación del pensamiento y del criterio debe ser bienvenido. 

A estar alturas de la película ya sabemos el peligro que tienen las redes tanto para adultos como para menores, sobre todo porque ocultan muchas mentiras y muchas opciones de manipular, lo cual sin el debido control y sin el debido conocimiento las hace extremadamente peligrosas. 

Es difícil poner puertas al campo, no hay duda, pero en algún sitio hay que establecer límites, aunque antes o después los cortafuegos puedan saltarse. 

Merece la pena correr el riesgo.