Imanol Pradales este sábado en Gernika tras jurar su cargo y recibir la 'makila' de lehendakari.

Imanol Pradales este sábado en Gernika tras jurar su cargo y recibir la 'makila' de lehendakari. Efe

Opinión

Ni más fiables ni más honestos. El marco comparativo falso del PNV

25 junio, 2024 05:00

Ya tenemos nuevo Lehendakari y comienza la era Pradales después de una sesión de investidura en la que, para no variar, los discursos de los candidatos estuvieron repletos de inexactitudes, fallos de análisis, falacias argumentativas y marcos comparativos falsos.

Por ejemplo, las naciones y los estados-nación no son lo mismo. Las primeras se construyen en base a elementos culturales, históricos o idiomáticos y no requieren de un ente político para existir, solo de la conciencia de sus integrantes. Los estados-nación se fundamentan en instituciones y leyes, mejor si estas tienen legitimidad democrática. Estoy de acuerdo en que lo normal y sano es que la nación coincida con el estado-nación, siempre y cuando prevalezca la legitimidad democrática, pero esto no siempre coincide. Ejemplo cercano: Bélgica.

Atenazar a la oposición en base a esa falsa dicotomía (o conmigo o contra mi) es manipular el parlamentarismo y poner en serio peligro a la democracia

Segundo ejemplo: en democracia, la oposición está para oponerse al gobierno, no para que hagan seguidismo bajo la falsa dicotomía de “o me apoyas en todo o eres una oposición destructiva”. En una democracia parlamentaria, más si esta es gobernada por una mayoría absoluta como es el caso de Euskadi, la ciudadanía tiene derecho a que haya un grupo opositor legitimo que fiscalice la obra de gobierno y plantee una alternativa real a la que el elector puedan votar en caso de no estar de acuerdo con su gobierno. Solo se pide a la oposición para que sea responsable que no entorpezca con filibusterismo parlamentario la actividad legislativa del parlamento y que se muestre capaz de llegar a acuerdos en consensos básicos. Atenazar a la oposición en base a esa falsa dicotomía (o conmigo o contra mi) es manipular el parlamentarismo y poner en serio peligro a la democracia.

Podría seguir así durante muchas páginas. Los errores, inexactitudes y falacias son comunes en los discursos políticos de hoy en día y normalmente las redes sociales de cada partido disfrazan estos recursos de “zascas” para regocijo de sus militantes y espantada generalizada de la ciudadanía.

Lo vasco es más honesto, más fiel y fiable, mientras que lo español es tosco, chapucero y deshonesto

Pero de todo a lo que puedo sacar punta me llamo la atención un recurso reiterado y habitual del PNV en boca del ya Lehendakari Pradales. En un momento de su intervención inicial hizo una comparativa habitual entre el Parlamento Vasco y el Congreso de los Diputados Español. Básicamente vino a decir que si alguien quería gresca y confrontación lo buscase en el Congreso de los Diputados  y no en Euskadi.

Esto no es más que un marco comparativo del que se aprovecha el PNV en numerosas ocasiones y que se fundamenta en que lo vasco es más honesto, más fiel y fiable, mientras que lo español es tosco, chapucero y deshonesto. En este marco (muy sabiniano, por cierto) las instituciones de cada país representan los valores de cada pueblo y así cada uno de los parlamentos tiene diferentes formas de hacer y comportarse en función de cada idiosincrasia.

Lo vasco es más honesto, más fiel y fiable, mientras que lo español es tosco, chapucero y deshonesto

Pero ¿Hasta que punto esas diferencias se explican en base a los diferentes valores atribuidos a cada país? La verdad es que los valores apenas difieren dentro de culturas similares y tenemos que ir a grandes cambios de cultura para encontrar valores diferentes. Por ejemplo, lo que otorga valores diferentes a la cultura latina (del sur de Europa) y la cultura nórdica y centro europea es la diferente concepción que tienen del trabajo las culturas protestantes frente a las judeocristianas. Por eso reconocemos la seriedad alemana, frente a la informalidad mediterránea.

Y aquí viene la pregunta del millón: ¿hay diferencias culturales básicas significativamente destacables entre Euskadi y España? Respuesta corta, no. Las dos culturas son judeocristianas y si es cierto que hay diferencias significativas, pero no lo suficientemente destacables como para producir parlamentos diferentes.

¿Entonces por qué hay diferencias tan notables entre las actitudes y comportamientos en ambos parlamentos?

En España la fuerza antisistema es lo suficientemente fuerte como para condicionar la acción y comportamiento del resto de partidos

Aquí la ciencia política nos da un marco explicativo que cuadra a la perfección. Los sistemas de partidos vasco y español son diferentes. Mientras que en Euskadi tenemos un sistema de partidos de pluralismo moderado con ausencia de un partido antisistema importante (Vox no cuenta, afortunadamente), en España la fuerza antisistema es lo suficientemente fuerte como para condicionar la acción y comportamiento del resto de partidos y eso produce algunos efectos como la tendencia al exabrupto, la polarización ideológica del parlamento y las superofertas electorales alejadas de la realidad.

En Euskadi en ausencia de esos antisistema, las tendencias son más centrípetas, se tiende a tener debates más sosegados sin grandes aspavientos y a respetar más el decoro y los protocolos parlamentarios.

¿No me creen? Lo que certifica mi argumento y le da estatus de hipótesis comprobada es que cuando en Euskadi había un partido antisistema se vertían sacos de cal viva en los escaños rivales, se deslizaban dedos indiscretos para votar por compañeros y se llamaba a “enjaular a esos perros” refriéndose a parlamentarios legítimamente elegidos. He de recordar que algunos de los protagonistas de estas hazañas han sido parlamentarios hasta la recientemente finalizada legislatura.

Por tanto, la cultura, los valores o la forma de ser del país, poco tiene que ver con la actitud diferente del Parlamento Vasco. Esto va de como votamos los vascos y vascas y como configuramos nuestras instituciones mediante el voto. No hagamos trampas en favor de nuestros intereses con las instituciones de todos y todas. Poco favor les hacemos.