Así nos vamos de vacaciones
Llegamos al final de la temporada con la alegría del triunfo de la selección española en el Europeo todavía coleando y mostrando que el deporte es ese pegamento que une a personas de distinta condición social, género, economía o posición. Sin embargo, por mucho que queramos irnos de vacaciones con la sonrisa dibujada en la cara, o nos olvidamos de cómo está el mundo y la que se nos viene encima después del verano, o nos iremos con amargura.
En cuanto sonó el pitido final del partido que enfrentó a España y a Inglaterra pensé en el mensaje que la activista Kate Flood colgó en sus redes sociales antes de la final de 2021 en la que se enfrentaron Inglaterra e Italia. Decía: “cualquier mujer en el Este de Londres preocupada por la violencia machista esta noche que me envíe un mensaje directo y le daremos una coartada para quedarse con nosotros. Nuestro espacio es limitado pero si otras mujeres pueden ofrecer un espacio seguro, por favor hacedlo”.
Es un mensaje tremendo, repetido en la última final y que evidencia la situación de angustia que viven muchas mujeres, en este caso las británicas, cuando juega la selección de fútbol de su país. De hecho, los datos de distintas investigaciones realizadas por la Universidad de Lancaster aseguran que esta violencia aumenta un 26% los días de partido y hasta un 38% si los británicos pierden. Por eso sabemos que si a Inglaterra le dan una paliza, a ellas también.
Ellas pierden siempre, 'she loses every time', dicen. Desgraciadamente esto es algo que no sólo sucede en el Reino Unido sino que esos datos son extrapolables prácticamente a cualquier lugar del planeta. Muchas mujeres no rezan porque gane la selección de su país o el equipo de su pareja por amor a sus colores sino para evitar otra noche de agresiones.
El verano es una de las peores estaciones del año para quienes conviven con un agresor. Más tiempo de convivencia, más posibilidades de ser agredidas. De hecho, en los primeros quince días del mes de julio, diez mujeres y dos menores han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas. Queda mucho verano por delante y mucho me temo que la lista seguirá engordando sin que los recursos necesarios lleguen a los centros de acogida, a las comisarías, a los ayuntamientos o a las asistencias sociales.
Y así nos vamos de vacaciones. Con uno de los asuntos que más me preocupan rondándome la cabeza y sabiendo que cuando volvamos lo único que habrá cambiado es el contador de asesinadas. No lo dudo, habrá ido a más, pero seguiremos celebrando la vida como si no se matasen mujeres todos los días en cualquier parte del mundo. Pronto olvidaremos que en lo que llevamos de mes ya han sido asesinadas más mujeres que en el mismo mes completo el año pasado.
Nos vamos con muchos frentes abiertos, con la guerra a las puertas de Europa siguiendo su negro camino y con el presidente de Ucrania pidiendo una ayuda que se le concede pero que no resuelve prácticamente nada. Ha pasado a ser otro de esos conflictos que se enquistan y ya está. Cada vez ocupa menos espacio en nuestros informativos, lo mismo que sucede con el genocidio palestino.
Cerca de 40.000 muertos, muchos de ellos mujeres y niños, han caído en el olvido. Sabemos que siguen siendo bombardeados, que la ayuda humanitaria no llega porque no puede pasar a los lugares en los que ahora se hacinan las personas que vivían en la franja de Gaza, que se mueren no solo por las bombas sino también de hambre y sed, pero estamos a otras cosas.
Estamos a la espera de saber si el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, se retira o sigue penando por los diferentes estados americanos cada vez con menos apoyo y perdiendo lo más importante para llegar a ser presidente, el dinero. De momento, la imagen de Trump con el puño en alto y gritando “luchar” ha ganado la partida. No la final, de momento, pero sabe que será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Perdemos todos, perdemos todas.
La ideología ultra se va apoderando de los espacios que hasta ahora eran de libertad pero que están siendo absorbidos por radicales a quienes la democracia les importa bien poco. Y lo triste es que las generaciones más jóvenes, entre las que más apoyo encuentran los impositores, parecen no ser conscientes de que la democracia no está aquí para siempre. Todo es eterno, mientras dura. Tengamos claro, y trasladémosles esta idea, que también la democracia y los derechos que nos concede están en riesgo. Ojalá no tengamos que perderla para apreciarla en toda su grandeza.
Una buena parte de los y las ciudadanas vascas están disfrutando de sus vacaciones y otras tantas lo harán en el mes de agosto. Se van seguramente en busca del sol, ese bien escaso en Euskadi. Creo que no hay lugar en el mundo en el que el clima, el pronóstico meteorológico, el gris del cielo, la lluvia y el fresquito tengan tanto protagonismo en las conversaciones. No, aquí no es un tema de ascensor. Es “el tema”. Cruzamos los dedos para que lo que resta de verano sea más generoso con el norte. Está muy bien que quienes vienen a conocernos, a turistear, sean felices con las temperaturas suaves e incluso con la lluvia pero los autóctonos queremos un poquito de sol.
Sea como sea, con sol o con nubes, con calor o con fresco, disfruten de su tiempo libre y de sus vacaciones, aunque sean autónomos. Según la Asociación de Trabajadores Autónomos, el 40% no se cogerán vacaciones. El 15% porque no puede permitírselo económicamente, el 16% porque no puede abandonar la gestión de su negocio y un 9% porque esperará a otra época del año. El mundo de los autónomos da para otro artículo. A la vuelta. Felices vacaciones.