En política quien a hierro mata a hierro muere. Lo que ha pasado en las últimas horas con Andoni Ortuzar, que dejará la presidencia del PNV en manos de Aitor Esteban, recuerda en buena medida a lo que pasó con Iñigo Urkullu.
Hay que remontarse a noviembre de 2023. Urkullu quería seguir como lehendakari. Y un movimiento de la dirección del PNV, es decir de Ortuzar, provocó que no siguiera en el cargo y que de las siguientes elecciones autonómicas, en abril de 2024, saliera como lehendakari Imanol Pradales. Un candidato elegido por Ortuzar.
Ahora ha ocurrido que Ortuzar había anunciado que quería optar a un cuarto mandato y se ha desatado una rebelión interna en el todopoderoso PNV vizcaíno liderada por Aitor Esteban. Rebelión que ha provocado que el presidente haya tenido que dar un paso a un lado. Así, Ortuzar ha acabado descabalgado por su propio partido cuando la reelección parecía segura.
Una vez sabido que Markel Olano, del PNV guipuzcoano, tampoco va a optar a la presidencia en la segunda vuelta del proceso interno, está claro que Esteban será efectivamente el nuevo presidente del PNV.
Para empezar, esto dibuja una nueva bicefalia, con Pradales como lehendakari y Esteban como presidente jeltzale, cuando hace un año y pico todos pensábamos que continuaría el tándem de Urkullu y Ortuzar. Y, por cierto, esa nueva bicefalia no tendrá apellidos vascos... Todo va muy rápido en la política actual.
Este movimiento supone una renovación pero sólo en parte. Porque tanto Ortuzar como Esteban forman parte del famoso clan de los 'Jobuvis' (jóvenes burukides vizcaínos) que en su día dieron un golpe de mano para dirigir el partido
Este movimiento supone una renovación pero sólo en parte. Porque tanto Ortuzar como Esteban forman parte del famoso clan de los 'Jobuvis' (jóvenes burukides vizcaínos) que en su día dieron un golpe de mano para dirigir el partido. Ahí estaban el citado Urkullu, José Luis Bilbao, Josu Jon Imaz, Joseba Aurrekoetxea, etcétera… Uno de ellos va a seguir dirigiendo el PNV pero con otros rostros a su lado.
Esto nos lleva a otro dato que tener en cuenta para entender lo que ha pasado: a Urkullu le obligaron a dejarlo tras tres mandatos, también Itxaso Atutxa, esposa de Esteban, tuvo que dejarlo tras varios mandatos y parecía que el propio Ortuzar lo dejaría aunque finalmente sorprendió, hace unas semanas, al anunciar su candidatura para un cuarto período.
Itxaso Atutxa y Aitor Esteban en una imagen reciente.
Más allá de que esta pelea haya sido personal, como escribía aquí esta semana José Gordejuela, hay que analizar qué supone estratégicamente este cambio de caras. Es verdad que puede ser bueno para el PNV, aunque no se cambie de generación, porque la comparación con Bildu es positiva para los peneuvistas.
Este mismo fin de semana los abertzales elegirán otra vez como líder a Arnaldo Otegi, que lleva décadas ahí, primero en la antigua Batasuna y segundo en Bildu. Que se lo hagan mirar en las filas de la coalición soberanista.
Ahora en el PNV empezará a hablarse permanentemente de unidad, claro, pero las heridas están todavía abiertas. Nótese, sin ir más lejos, que en la carta de despedida de Ortuzar hay algunos dardos envenenados, como hablar de "otra candidatura con la suficiente ambición", no mencionar a Esteban o recordar que él ha sido el más votado en la primera vuelta.
La decisión de Ortuzar es fría, extraña e inesperada. Pero hay que agradecer que, más allá de la opinión de cada cual al respecto, anima el cotarro de la opinión pública vasca.
Con Ortuzar a los mandos el PNV ha estado más calmado desde el punto de vista soberanista. Y ha alcanzado más poder institucional que nunca (Gobierno vasco, las tres diputaciones y las tres grandes capitales) gracias a grandes resultados electorales
Para terminar este análisis sobre las claves de lo que ha pasado, es de justicia hacer balance de la época del actual presidente peneuvista. Hay que reconocerle dos cosas. En este tiempo el PNV ha estado más calmado desde el punto de vista soberanista. Y es cuando ha alcanzado más poder institucional (Gobierno vasco, las tres diputaciones y las tres grandes capitales) gracias a grandes resultados electorales.
También es verdad que entonces funcionaba el citado tándem con Urkullu. Pero luego, como ya hemos dicho, el PNV decidió prescindir de su principal activo electoral. Quizás de alguna manera tomar aquella decisión sobre Urkullu supuso que Ortuzar empezase a cavar su propia tumba, dado que él mismo habló entonces de que tres mandatos eran demasiados.
Por ser justos del todo, es cierto que también la erosión mostrada en los resultados y en el crecimiento de Bildu se empezó a vivir con Ortuzar al frente. Acaso en ello influyeron los pactos con Pedro Sánchez, porque hay voces en el PNV y en sus alrededores ideológicos que consideran que la dirección se ha alejado demasiado de sus tradicionales postulados de centro derecha...
Toda esta madeja termina en el mismo sitio: quien a hierro mata a hierro muere. El PNV inicia una nueva etapa que aquí analizaremos y contaremos lo mejor que podamos y sepamos.