Manifestación frente a la Casa Blanca a favor de la inmigración

Manifestación frente a la Casa Blanca a favor de la inmigración EFE

Opinión

Vivir con miedo

Una mirada personal a la creciente tensión en EEUU bajo Trump y el miedo con el que viven miles de migrantes

Más de la autora: El extranjero

Publicada

Acabo de aterrizar en España después de haber pasado unos cuantos días en EEUU. Sería esto algo poco noticiable si no fuese porque vengo de un país que he visitado en numerosas ocasiones, pero que nunca como ahora me había dejado tan inquieta. 

La simple idea de cruzar el charco e intentar entrar en el país liderado por Trump es preocupante desde que inicias los preparativos. Dependiendo del Estado por el que pretendas entrar, te costará más o te costará menos. Además, algo tiene mi nombre, ni apellido, mi lugar de proveniencia o mi cara que me ha hecho esperar en el famoso “cuartito” en el que te obligan a entrar si no te ven del todo clara.

Cuanto más oscura, peor, porque ahí no hay personas blancas y rubias, pero sí muchas racializadas o que ellos consideran sospechosas. Ahí esperas durante horas a que un funcionario con placa, que no un policía, decida que no tienes pinta de ir a matar al presidente y te devuelva tu pasaporte. Así que en esta ocasión visitaba EEUU con más incertidumbre que nunca. Afortunadamente, el Estado de Massachusett parece más fácil que otros para no levantar sospechas y todo es más rápido y sencillo. 

No hay más que ver las operaciones financieras que ya han reportado miles de millones a sus más cercanos colaboradores

Vivir en EEUU se ha puesto difícil. Las personas autóctonas comienzan a darse cuenta de que han elegido como presidente a alguien que mira más por sus intereses que por los del país y el mundo. No hay más que ver las operaciones financieras que ya han reportado miles de millones a sus más cercanos colaboradores, no así a quienes como Elon Musk se han significado como trumpistas extremos y han perdido en el conjunto del mundo más del 70% de sus ingresos por Tesla. Le queda mucho sí, pero ya va alejándose del presidente. Poderoso caballero Don Dinero, claro. 

Pasear por algunos pueblos de EEUU es encontrarse con manifestaciones de personas que han decidido dar un paso adelante, coger la cartulina y el rotulador y lanzarse a la calle con pancartas improvisadas en las que piden a Trump que quite sus manos de la democracia, que se vuelva a Mar A Lago Beach a disfrutar del sol y que abogan por una América sin dictadores.

Ver a esas personas, algunas ataviadas, como en la serie El cuento de la criada, impresiona. No estamos en un baile de disfraces. Estamos en un país que ve cada vez más cerca la posibilidad de que esa distopía deje de serlo y se convierta en realidad. 

A priori las movilizaciones parecen espontáneas porque no hay un líder demócrata que esté dando la cara. Lo necesitan, sin duda, necesitan alguien que aglutine el malestar ciudadano y ponga pie en pared ante un hombre que parece imparable. De momento se mezclan en las protestas quienes no votaron por Trump y quienes lo hicieron y se sienten desencantados en 101 días. Fueron nada más y nada menos que 77 millones de personas quienes le dieron su voto. ¿Qué pasaría hoy? Da miedo pensarlo. 

En cualquier lugar visible nos encontramos con carteles en varios idiomas en los que se dan pautas a seguir si la policía intenta detenerte

Para miedo con el que viven las personas migrantes que han recalado en el que pensaban era el país de las oportunidades. En farolas, paradas de autobús, esquinas estratégicas o cualquier lugar visible nos encontramos con carteles en varios idiomas en los que se dan pautas a seguir si la policía intenta detenerte.

No hay lugar seguro para esconderse, ni siquiera en ciudades como Boston cuya alcaldesa, china por cierto, ha decretado la ciudad como Santuario y refugio para las personas migrantes. Trump ya le ha dicho que ni lo sueñe, que en EEUU no hay santuarios para quienes lleguen de otros países.

Más difícil es esconderse aún después de que el actual gobierno haya creado InmigrationOS, una nueva tecnología de vigilancia que monitoriza inmigrantes y capta información biográfica y biométrica y geolocaliza a las personas sin permiso de estancia o con este caducado. El único fin de esto es facilitar las deportaciones. Y pobre de aquel, o aquella, que intente frenarlas.

Hace unos días, el FBI arrestó a la jueza de Milwaukee por entorpecer el arresto de inmigrantes. El gobierno Trump acusa a Hannah Dugan de favorecer la fuga de un mexicano indocumentado, le somete a escarnio público y pretende así dar ejemplo a quienes intenten seguir sus pasos. 

Se les pide que no firmen nada sin consultar a un representante legal, que haga planes sobre quién cuidará de sus hijos si son deportados o que no abran la puerta de su casa salvo que haya una orden firmada por un juez

Cientos de carteles cuelgan de las paradas de autobús, farolas, paredes y rincones. Son carteles en los que, en varios idiomas y bajo el lema “Conozca sus Derechos” dan instrucciones a las personas migrantes para que si la policía les detiene sepan cómo actuar. Se les pide que no firmen nada sin consultar a un representante legal, que haga planes sobre quién cuidará de sus hijos si son deportados, que si les paran en un control y van en coche inmediatamente pongan las manos sobre el volante para evitar ser baleados o que no abran la puerta de su casa salvo que haya una orden firmada por un juez. Se les recuerda que tienen derecho a permanecer en silencio, a solicitar la libertad o, si entran en su lugar de trabajo, a no ponerse en la fila que formarán con todos los trabajadores para identificar a los inmigrantes. 

Pone la piel de gallina saber que vives en un país que intenta cazarte, que pone a tu familia en riesgo y a tus hijos e hijas en peligro de convertirse en menores no acompañados que acabarán, en el mejor de los casos, en los servicios sociales. Y quienes no vivimos en ese país también tenemos la piel de gallina sabiendo que el primer país del mundo está gobernado por personas capaces de convertir la distopía en realidad.