Si lo fuera, diría unas cuantas cosas a los líderes políticos y empresariales que están poniendo el grito en el cielo por el acuerdo arancelario de la Unión Europea con Estados Unidos. Comenzaría por lo obvio, que es un mal acuerdo, en el que Europa paga y Estados Unidos cobra, algo así como pedir la cuenta en el restaurante y pagársela al otro comensal (además de al restaurante, claro, que en esto de los aranceles nadie se hace un simpa).

Concretamente, el flujo de pago será del 15% de todo lo que la UE le venda a EEUU, echen cuentas. Vamos a equilibrar las deterioradas finanzas gringas los demás a base de pasar por caja. Y por el morro, o mejor aún, con propina, porque además el acuerdo asegura a EEUU que no vamos a ir por ahí a buscar otros proveedores en ámbitos tan centrales como la energía.

Todo ello, por si fuera poco, con una guinda que dice “y por parte de EEUU ya veremos si esto nos parece suficiente”, cláusula que con la actual administración norteamericana va de serie sin que haga falta que sea explícita.

Es tan malo el acuerdo que solo tiene una cosa buena: que en tres años habrá elecciones en EEUU. Lo digo porque con los aranceles pactados si las arcas federales van a engordar, es muy probable que las cuentas corrientes de los norteamericanos se resientan y que te digan que el país va muy bien cuando tú vas muy mal es justamente lo que provocó el desafecto con la administración Biden.

Si querían un buen acuerdo entre los EEUU y la UE lo primero y esencial habría sido que esta última pudiera haberse presentado como un igual

Si yo fuera Úrsula, a quienes me recordaran todo esto les preguntaría si me lo dicen o me lo cuentan, que por supuesto que es así. Pero les recordaría también que si querían un buen acuerdo entre los EEUU y la UE lo primero y esencial habría sido que esta última pudiera haberse presentado como un igual no digo ya de EEUU, sino de cualquier Estado.

No es el caso. La UE no lo es y la política internacional sigue siendo a día de hoy el espacio de los Estados y solo de ellos. Pueden vincularse de una manera u otra —los BRICS, por ejemplo— pero a la hora de establecer negociaciones y llegar a acuerdos los sujetos relevantes son solamente los Estados. Lo raro y extraordinario es lo de la UE, que hace las veces de un Estado sin serlo, y eso lo pagas en eficacia y capacidad de influencia, como se ha visto.

Luego la respuesta que yo tendría para quienes me dijeran lo obvio, que el acuerdo es malo tirando a peor, sería otra pregunta clave. Por ejemplo, a Monsieur Bayrou que ha sido especialmente duro en su crítica a los acuerdos afirmando que la UE debería haber impuesto su condición de alianza de pueblos libres y no mostrarse sumiso. ¿Hasta dónde está dispuesta Francia a permitir que la UE pueda presentarse como un Estado ante situaciones tan complejas como negociar aranceles con una potencia como EEUU con un irresponsable al mando?

De modo que, diría de ser Úrsula, queridos machos alfa de la Unión, menos lobos y más Estado. ¿Por qué creen que Trump se permite el lujo escénico de cerrar un acuerdo con la UE en un territorio europeo que no forma parte de la Unión e invitando de forma privada a la presidenta de la Comisión?

Miren al húngaro, que siempre se queja de que hay demasiada UE y cuando se muestra débil se queja de que hay poca

Pues por la sencilla y llana razón de que la UE es un ente de razón en las relaciones internacionales, porque somos débiles de entrada y lo somos porque los Estados europeos en su mayoría quieren que así sea. Miren al húngaro, que siempre se queja de que hay demasiada UE y cuando se muestra débil se queja de que hay poca.

Me preguntaría, y les preguntaría a los quejosos, líderes políticos y empresariales, si habrían acudido los dirigentes de Alemania, Francia e Italia a un summit organizado por el equipo de Trump para cerrar el acuerdo, porque en casi todas las cuestiones de orden internacional van por libre y cada vez que lo hacen debilitan más la posición de la UE en ese ámbito.

Luego, queridos miembros de la Unión, la cuestión no es que el acuerdo tarifario con EEUU sea una “sumisión”, una “cesión” o una “renuncia”, que lo es, sino por qué lo es. Me temo que la respuesta no es solo ni principalmente porque se ha negociado mal, sino porque no se podía negociar bien, porque somos lo que somos, a medio camino entre los Estados y la Unión, tanto que hemos tenido que inventar una categoría para definirnos, la de “Estado miembro”.

Como decía el español Mariano José de Larra sobre el Estado español en los años treinta del siglo XIX, somos un “cuasi” en cuasi todo. Así que si queréis un buen acuerdo, empezad por comportaros como un buen Estado.