Existe, sí. Al parecer, el derecho a la pereza es una reivindicación a la que anima la denominada “generación Z” o sea, los nacidos en torno al 2000, con edades que oscilan entre los 12 y los 27 años. 

Los mismos jóvenes hablan también de la anti ambición, la micro jubilación o el derecho al descanso. 

Lo que en un primer momento puede parecer revolucionario, sobre todo si tenemos en cuenta la nomenclatura que utilizan, es bastante menos novedoso, si vamos al meollo de la cuestión. 

Al final y básicamente, lo que reivindican es tan antiguo como el mundo: la posibilidad de gestionar su tiempo, y algo tan viejuno como trabajar para vivir, y no vivir para trabajar.

Los Z lo llaman derecho a la pereza y con todos mis respetos, igual el término no es el más adecuado, aunque consigue eso sí, llamar la atención, y lo que es más importante: poner el foco en los más jóvenes

El derecho a la pereza es una reivindicación a la que anima la denominada “generación Z” o sea, los nacidos en torno al 2000,

La realidad, cruda en algunos aspectos, y más dulce en otros, es que el contexto que les está tocando vivir tiene rasgos nuevos que han hecho que el paradigma profesional, y en concreto, el que hace referencia al mercado laboral haya cambiado y mucho, respecto al que se vivía hace dos o tres décadas.

Ha cambiado ese paradigma y claramente todo lo que hace referencia al trabajo. 

Hace años, unos cuantos, pero tampoco una eternidad, tener la posibilidad de trabajar y sobre todo, poder hacerlo en aquello para lo que te habías formado, que presuntamente era lo que te apasionaba, se consideraba un privilegio.

Y no, tampoco entonces era sencillo conseguirlo y mucho menos lograr una buena remuneración y cierta estabilidad. En todo caso, que el mercado laboral nos diera la opción de trabajar, ya nos generaba cierta satisfacción y a partir de ahí, peleábamos el resto de las cosas.

Seguramente nos equivocamos al situar el trabajo por encima de otras muchas prioridades y desde luego, por delante de nuestro tiempo libre. Error y mala herencia que les hemos dejado a las nuevas generaciones. Sin embargo, entre nuestra apuesta por trabajar y el derecho a la pereza, debe haber y debemos encontrarlo un término medio.

Hace unos años, tener la posibilidad de trabajar y sobre todo, poder hacerlo en aquello para lo que te habías formado, se consideraba un privilegio

Hemos pasado de valorar y ensalzar el trabajo a considerar que desarrollar una vida profesional es lo peor que nos puede pasar porque el trabajo está poco menos que demonizado. 

Bueno, pues todo depende. Si te gusta lo que haces, si te apasiona, trabajar es sentirte realizado, crecer y aportar a la sociedad. De eso se trata, de sentirse bien. Y eso, aunque haya quien ni lo cree, ni quiere creerlo, también se puede conseguir trabajando.

Sin duda estamos ante una brecha importante respecto a la idea de la vida profesional y su encaje con la personal. Como suele decirse, “ni calvo, ni siete pelucas”.

Muchos, en determinadas épocas y algunos también ahora, vivimos para trabajar y eso no es bueno para nadie. Pero entre eso y ensalzar la pereza como un derecho hay grises, y además son muchos.

Así que a los jóvenes lo primero es que elijáis aquello que de verdad os apasiona porque pasaréis mucho tiempo trabajando, y bastante menos apelando a la pereza. Y a partir de ahí, jugad bien vuestras cartas. 

A los jóvenes, lo primero, es que elijáis aquello que de verdad os apasiona porque pasaréis mucho tiempo trabajando, y bastante menos apelando a la pereza

Con todos los obstáculos con los que os encontráis, algunos no os engañéis, son auténticos clásicos, estáis para algunas cosas, no todas, en un momento dulce porque hay falta de profesionales prácticamente en todos los sectores, y eso os permite elegir. Por otra parte, ya no valoráis la estabilidad como lo hacíamos nosotros.

De hecho, a pocos os interesa manteneros en el mismo puesto o en  la misma empresa a lo largo de toda vuestra vida laboral. Entendéis el cambio como algo positivo y no os apalancáis en una zona de confort y eso sin duda es algo claramente positivo.

Hay mucho a favor y por supuesto cosas en contra, pero como en todo, el juego consiste en maximizar lo bueno, y minimizar lo malo y en serio, reclamar el derecho a la pereza, no es serio.