La crisis abierta entre los jefes de servicio de la OSI Donostialdea y la dirección de Osakidetza no es la primera ni única polémica a la que la actual consejera de Salud, Gotzone Sagardui, se ha enfrentado. En sus dos años al mando de este departamento vasco, Sagardui, nacida en Bilbao en 1966 y licenciada en Medicina por la Universidad del País Vasco UPV/EHU, ha abordado numerosos problemas por los que se le ha pedido la dimisión en considerables ocasiones.
No fue fácil su llegada al departamento vasco de Salud. La que fue concejala de Gobernanza y Proyectos Estratégicos y Primera Teniente de Alcalde en el Ayuntamiento de Bilbao, tomaba posesión en septiembre de 2020, en plena crisis sanitaria provocada por la pandemia del covid-19; y lo hacía bajo una premisa: “mantener y reforzar un sistema sanitario público y universal”.
Apenas dos años después parece que ese objetivo ha cambiado, o al menos eso es lo que critican numerosos sanitarios que a día de hoy acusan al departamento de Salud y a la dirección de Osakidetza -capitaneada por Rosa Pérez- de un “desmantelamiento del Servicio vasco de Salud sin precedentes”. Es ahora cuando ha estallado, pero los propios profesionales afirman que este “agotamiento” viene de tiempo atrás.
Vacunación polémica
Fue en enero de 2021, tan solo cuatro meses después de que Sagardui asumiera el cargo de consejera, cuando se vió envuelta en la primera gran polémica. Dos altos cargos del Servicio Vasco de Salud, los gerentes de los hospitales bilbaínos de Basurto, Eduardo Maíz, y Santa Marina, José Luis Sabas, abandonaron su cargo por haber sido vacunados contra el coronavirus cuando no formaban parte de los grupos prioritarios definidos para ello.
Según el protocolo de vacunación vigente por aquel entonces, los primeros en recibir la vacuna iban a ser los sanitarios que combatiesen contra el virus en primera línea, es decir, aquellos que iban a tratar con enfermos todos los días. No era el caso de ninguno de estos dos directores. Cuando recibieron la vacuna únicamente 900 sanitarios de los 40.000 que estaba previsto vacunar en esa primera ronda estaban vacunados. “Los protocolos son claros y estrictos, y estos han de respetarse siempre y sin excusa”, señalaba en ese momento Sagardui, bajo un contexto de críticas por parte de la ciudadanía y de los sindicatos. Ya que, tras presentar su dimisión, Sabas declaró que tanto la directora de Osakidetza como la consejera de Salud estaban al tanto de su vacunación y no pusieron ningún impedimento.
La polémica en torno a la vacunación en el Hospital Santa Marina de Bilbao no quedó ahí. Y es que, José Luis Sabas no fue el único que se administró la dosis antes de tiempo. Su inoculación derivó en una investigación interna por parte del departamento de Salud gracias a la que salió a la luz que 16 personas ajenas al hospital habían sido vacunadas antes de tiempo. En total, se inmunizaron cuatro representantes de sindicatos, cuatro empleados de servicios religiosos, otros cuatro de la empresa encargada de la cafetería del recinto, dos de una compañía de vending y dos más del servicio de paquetería.
Sagardui achacó estos hechos a un “error” fruto de la “descoordinación” y de una vacunación “masiva”: "La vacunación masiva en Santa Marina fue un error, una descoordinación de la que nos sentimos responsables en el Departamento y en Osakidetza, yo la primera. Desde uno y otro lado estábamos hablando de cosas diferentes", dijo en su momento la consejera. Aunque, al parecer, esta explicación no fue suficiente para PP y VOX, que ya en ese momento pidieron su dimisión.
Salida para jugar al golf
Pocos días después, el 9 de febrero, la polémica volvía a explotar cuando Ibon Etxeberria, uno de los miembros del LABI -la comisión de expertos encargados de asesorar al lehendakari en la gestión de la pandemia-, se saltaba el confinamiento municipal para ir a jugar a golf al club de campo de Laukariz. El Gobierno Vasco había resuelto, por consejo del propio LABI, algunas restricciones de movilidad; una de ellas era la de suspender la salida de municipios con una incidencia acumulada a 14 días superior a 500 casos por 100.000 habitantes para practicar deporte.
Tras aquel incidente, que se publicó en los medios de comunicación, el Ejecutivo cesó a ese director de Salud y éste solicitó su reincorporación como gerente del colegio profesional vizcaíno que, le citó a una reunión y le entregó una carta de despido. En esa misiva, el Colegio de Farmacéuticos le reprochó numerosos "incumplimientos" y le criticó que, como asesor del Gobierno Vasco en la pandemia, se saltara el confinamiento perimetral. Tras hacerse público lo ocurrido, y envuelta de nuevo en una polémica, Sagardui se desmarcaba de la actitud de Etxeberraría y, por aquel entonces, afirmaba: “Igual que se exige responsabilidad a la ciudadanía, a los altos cargos también se les debe de exigir ejemplaridad. Por ello, vamos a proceder al cese de este director”. Así, la lista de altos cargos -todos ellos del PNV- que dimitían por “malas prácticas” durante la pandemia aumentaba, a la vez que el descontento entre sindicatos y oposición.
OPEs interminables
Aunque Sagardui llegó al cargo de consejera de Salud hace dos años, lo hizo con un asunto que estaba pendiente desde 2018: las OPEs. Los primeros exámenes de la Oferta Pública de Empleo 2018-2019 llegaban en junio de 2022, es decir, cuatro años después de su fecha prevista. En esta OPE se ofertaban 3.535 plazas, distribuidas en dos fases.
En la primera fase se presentaron un total de 38.654 personas para cubrir las 1.611 plazas disponibles. Entre ellas, se incluían las 332 plazas destinadas a Medicina de Familia y las 51 de Pediatría. Un hecho, sin duda, con gran importancia y dentro de la premisa que hacía Sagardui al llegar al departamento: “dotar a esos colectivos de una estabilidad que iba a mejorar las condiciones en las que podían llevar a cabo su desarrollo profesional”.
El gran “cambio cultural de la Sanidad”
Es el gran asunto pendiente tanto de la consejera como de todo el equipo del departamento, y el motivo de fondo por el que Osakidetza se ha visto envuelto en su última polémica. Ya en junio la consejera avisaba: “Osakidetza iba a ser sometida a un cambio cultural”. Para los profesionales estas palabras tienen un significado diferente: “están desmantelando Osakidetza”.
Las declaraciones de la consejera señalando que los vascos tendrían que “desplazarse más” para acudir al médico de familia ya por aquel entonces provocaron una oleada de reacciones, reacciones que han ido in crescendo a la par que este mensaje se hacía realidad. La pasada Navidad numerosos centros de salud cerraban en Euskadi por la falta de personal, en la Llanada alavesa las revisiones pediátricas para niños mayores de dos años han sido canceladas, el Hospital de Basurto se encuentra sumido en una polémica por el traslado de su servicio de cardiología a Cruces y los médicos de la OSI Donostialdea denunciaba hace cinco días que Osakidetza estaba haciendo movimientos para privatizar la sanidad.
Son algunos ejemplos de casos que están sacudiendo el Servicio vasco de Salud y a su equipo, y que están provocando que sindicatos, oposición e incluso ciudadanía pida la dimisión de los responsables de esta situación.