En las últimas semanas, antes de la investidura que el dirigente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, no ha logrado sacar adelante en su intento por ser nombrado presidente del Gobierno, se ha ido viendo como el Partido Popular ha tendido la mano una y otra vez al Partido Nacionalista Vasco, para que estos apoyaran su candidatura. Algo a lo que estos se negaron incluso antes de que el rey, Felipe VI le encomendara a Feijóo la tarea de conformar un nuevo Ejecutivo.
Los jeltzales desde el primer momento fueron muy claros con el PP, no le darían sus votos hasta que los populares dejaran de pactar con Vox, y nunca entrarían en "la misma ecuación" que la extrema derecha, por muy fundamentales y necesarios que fueran sus cinco escaños en el Congreso de los Diputados -cinco parlamentarios que, de hecho, le hubieran dado la victoria a Feijóo-.
Incluso, desde el PNV ni si quiera intentaron esconder su complicidad con el actual presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el PSOE, asegurando que estaban a favor de volver a apoyar a un Ejecutivo de los socialistas junto a Sumar y en el que los de Andoni Ortuzar tuvieran un papel de gran responsabilidad. Sin embargo, Feijóo y el Partido Popular han estado muy lejos de aceptar ciegamente la negativa de los nacionalistas vascos, y, aunque sin éxito, han tratado de convencerles por todos los medios posibles.
Desde el encuentro de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, con el portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Aitor Esteban, hasta las llamadas de Feijóo al lehendakari, Iñigo Urkullu, tratando de llevarlo hacia el bando de los populares en la investidura y recordando los tiempos en los que ambos coincidían como presidentes autonómicos en Galicia y Euskadi. Toda una ronda de contactos que terminó con el rechazo definitivo de los jeltzales a la investidura del expresidente de la Xunta de Galicia, pero que en todo momento dejó grandes muestras de respeto, palpables incluso durante las intervenciones de Esteban y Feijóo en los plenos realizados esta semana.
Como muestra de esta relación cordial entre nacionalistas y populares, que en legislaturas pasadas fue especialmente buena -fruto también de la capacidad de los jeltzales para negociar en Madrid tanto con el PP como con el PSOE-, pudo verse como el miércoles, tras perder la primera votación de su intento de investidura, el presidente popular se acercó a la bancada jeltzale en actitud más que amigable.
El lastre de la extrema derecha
Las intenciones de Feijóo con aquel gesto eran claras, abrir de nuevo la puerta a una relación entre el PP y el PNV que en el pasado, con los Gobierno de José María Aznar y Mariano Rajoy, fue muy fructuosa para ambos, y en especial para los nacionalistas vascos. Ambas son formaciones que en sus bases tienen muchos puntos en común, e incluso quitando de la ecuación el factor nacionalista, podría decirse que los dos partidos pueden alcanzar grandes acuerdos.
Es por eso por lo que Feijóo les tendió la mano para negociar sus votos, consciente de que los jeltzales no serían baratos y de que, sabiendo que sus cinco escaños eran imprescindibles, traerían consigo grandes exigencias en materia territorial y en defensa del estatuto de Gernika. Peticiones similares a las que ya han planteado en los últimos años al llamado Gobierno "progresista" del PSOE y Unidas Podemos.
Pero aquí hay un factor que en el pasado no existía y que actualmente es el mayor lastre para una nueva relación de complicidad entre el PNV y el PP. Y es que cuando Aznar y Rajoy eran presidentes del Gobierno y negociaban abiertamente con los nacionalistas vascos, no existía todavía Vox, o por lo menos la formación de extrema derecha no había logrado representación en el Congreso.
Pero ahora, la presencia de los 33 parlamentarios de la formación ultra liderada por Santiago Abascal en la Cámara baja y el vínculo innegable entre el Partido Popular y Vox en Gobiernos Autonómicos y Ayuntamientos, hace imposible que los jeltzales voten a favor de las propuestas del PP, siempre y cuando estos tengan el apoyo parlamentario de la extrema derecha.
En Sabin Etxea son más que conscientes de la fragilidad actual de su partido, de que en pocos meses tendrán lugar las elecciones autonómicas vasca y de que cualquier contacto con la extrema derecha complicaría todavía más su posición actual en Euskadi. Y más allá de las diferencias ideológicas con el partido de Abascal en materias sociales, el mayor de los problemas llega cuando se aborda la materia territorial puesto que Vox ha mostrado siempre y sin tapujos que están a favor de acabar con el estado de las autonomías y de ilegalizar a partidos como EH-Bildu, ERC, Junts, y el propio PNV, así como todas aquellas fuerzas independentistas y soberanistas.
Amistad, pero no mucha
A todo esto, queda sumar también otra de las claves para comprender este nuevo acercamiento del Partido Popular hacia el PNV. Más allá del resultado de la investidura celebrada esta semana y de lo que pueda ocurrir en los próximos meses con el intento de Pedro Sánchez de ser elegido nuevamente presidente del Gobierno, donde los parlamentarios jeltzales vuelven a ser protagonistas, algo muy a tener en cuenta es la relación histórica que han mantenido Alberto Núñez Feijóo y el lehendakari, Iñigo Urkullu.
Ambos han coincidido durante años al frente de sus respectivos Ejecutivos autonómicos cuando todavía Feijóo era presidente de la Xunta de Galicia, y durante estas etapas mantuvieron un contacto constante para llegar a acuerdos y alcanzar puntos en común. Desde pactar una fecha común para realizar las elecciones autonómicas a debatir los problemas que experimentan ambas comunidades del norte de España.
Esta relación, que sin duda se ha enfriado desde que Feijóo dio el salto a la política nacional, parece no haber desaparecido del todo y así lo ha demostrado en las últimas semanas el presidente del PP con sus conversaciones telefónicas en las que el lehendakari le recordaba la postura tomada por su partido en contra de su investidura.
Así, aunque ahora mismo los jeltzales se muestren más cerca del Partido Socialista que del PP, lo cierto es que desde Génova, y con Feijóo a la cabeza, están haciendo esfuerzos por recuperar esa relación perdida y fundamental para que el Partido Popular vuelva a ser una fuerza capaz de pactar con otras formaciones más allá de la extrema derecha.