Aunque el lehendakari, Iñigo Urkullu, no ha confirmado todavía si se presentará o no a la reelección en las próximas autonómicas vascas, lo cierto es que el perfil que ha ido tomando desde que comenzó el nuevo curso político, el último de esta legislatura, deja entrever que sí será el candidato del PNV en estos comicios. Unas elecciones para las que, sin embargo, todavía no hay una fecha clara.

La legislatura como tal podría alargarse hasta el mes de junio, e incluso julio - en 2020 se realizaron el 12 de julio-, y en las primeras alusiones que realizó Urkullu respecto a estas próximas autonómicas hacían pensar que el lehendakari haría que estas coincidieran con las elecciones europeas programadas para el 9 de junio. Pero no son pocas las voces que apuestan por que el dirigente vasco opte por una fecha diferente más alejada del verano y que permita darles a estos comicios una perspectiva completamente regionalista.

De hecho, a Urkullu le interesa que la conversación en torno a estas elecciones tome un rumbo mucho más centrado en los asuntos propios de Euskadi y en el contexto que actualmente vive el País Vasco. Sobre todo, porque en los dos últimos comicios los resultados cosechados por el PNV han sido preocupantemente negativos, y en estas autonómicas los jeltzales sufren un riesgo real de perder su hegemonía política y ser superados en votos y escaños dentro del Parlamento por EH-Bildu.

Ya en las municipales la coalición soberanista se convirtió en la primera fuerza de Vitoria y Gipuzkoa, y aunque los pactos entre el PNV y el PSE-EE evitaron que la izquierda abertzale gobernara en el Ayuntamiento de la capital alavesa y la Diputación General de este Territorio Histórico, lo cierto es que estas dos victorias muestran el avance electoral sin precedentes de Bildu

El lehendakari, Iñigo Urkullu, en el mitin de cierre de campaña del PNV antes del 23-J. EBB

Además, en las generales se dio una situación similar, solo que en aquellas elecciones fue el Partido Socialista quién acabó convirtiéndose en la fuerza política con más apoyo electoral de Euskadi. Aunque buena parte del éxito cosechado por el PSOE se debió a la campaña por el 'voto útil' y en contra del PP y Vox impulsada por los socialistas. 

En marzo con o sin Galicia

La decisión respecto a cuándo se celebrarán las autonómicas el próximo 2024 depende de diversos factores. En primer lugar, Urkullu tiene muy en cuenta que, aunque las generales se celebraron en julio, todavía no se ha conformado un Gobierno en España y los plazos empiezan a apretar. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ya fracasó en su intento de investidura, y si en las próximas semanas Pedro Sánchez no logra aunar una mayoría parlamentaria para formar un nuevo Ejecutivo nacional, habrá que ir a una repetición de las generales. Sánchez tiene hasta el 27 de noviembre para ser elegido presidente y si no lo consigue, el 14 de enero se celebrarían de nuevo estas elecciones. 

Esto complicaría todavía más la decisión de Urkullu para las autonómicas, sobre todo porque una nueva campaña y unos nuevos comicios volverían a parar la actividad parlamentaria de Euskadi y haría imposible que muchas de las normas pendientes del Ejecutivo vasco llegaran a ver la luz en esta legislatura. 

El secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, y los candidatos por Álava al Congreso, Daniel Senderos , y al Senado, Julia Liberal, durante un acto electoral en Vitoria / DAVID AGUILAR - EFE

Incluso, en caso de que este escenario se evitara, el 14 de enero podría ser una opción, aunque mínima, para celebrar las elecciones. Desde hace años, Euskadi y Galicia han pactado para realizar las autonómicas en las mismas fechas, y lo normal sería que en este caso ocurriera lo mismo. Sin embargo, el presidente de la Xunta, el popular Alfonso Rueda, podría tomarse una 'vendetta' contra Urkullu y el PNV por no apoyar la candidatura de Feijóo y convocar las autonómicas en la primera quincena de enero. Un escenario poco posible, pero no completamente descartable.

Unas elecciones en enero serían una catástrofe para Urkullu y su Ejecutivo. No solo se quedarían sin aprobar leyes tan importantes como la de Educación o la de Cambio Climático y Transición Energética; sino que además los jeltzales no tendrían tiempo para solucionar muchos de los conflictos sociales y laborales que actualmente hacen mella en su formación y que alimentan electoralmente a EH-Bildu. 

Por eso, si enero es demasiado pronto, y junio haría coincidir las autonómicas con las europeas, los únicos meses que quedan realmente libres son marzo y abril. Unas fechas intermedias que permitirían al PNV sacar adelante 'in extremis' algunas de sus normas todavía pendientes; así como tejer una imagen reforzada del Partido Nacionalista que le llevara a aguantar el aumento incontrolable de la izquierda abertzale.