La 'metamorfosis' de la Delegación del Gobierno: de la lucha antiterrorista a la gestión económica
Denis Itxaso, delegado del gobierno durante los últimos cinco años, destaca que esta institución ha pasado de estar en una "burbuja hiperprotegida" por la violencia de ETA a centrarse en la coordinación y la legitimación del Estado
18 febrero, 2024 05:00Noticias relacionadas
Durante cuatro décadas, el impacto de la banda terrorista ETA marcó considerablemente la vida de la sociedad vasca, de las empresas y de las instituciones políticas. Las acciones de esta organización criminal hicieron que figuras políticas de todo signo tuvieran que vivir alerta. Especialmente aquellas que mantenían una relación activa o formaban parte del Gobierno de España, como era el delegado del Gobierno en el País Vasco.
Una institución que desde 2020 ocupa el socialista Denis Itxaso, candidato por Gipuzkoa para las elecciones autonómicas vascas y que en los últimos años, según explica en esta entrevista para Crónica Vasca, ha dado un giro centrado hacia la gestión económica, la coordinación institucional, y la legitimación del Estado entre la sociedad vasca.
Todo esto al tiempo que cuidan su relación con las asociaciones de víctimas del terrorismo, junto a las que inauguraron el Centro Memoria de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria; y trabajan con el resto de instituciones políticas de Euskadi para el traspaso de las competencias recogidas en el Estatuto de Gernika.
- ¿Qué debe cumplir un delegado del Gobierno en una comunidad excepcional como es Euskadi?
- Es evidente que desde hace algún tiempo la presencia del Estado, sus competencias, las prestaciones de servicios y las inversiones que se llevan a cabo en Euskadi son relevantes. El papel del delegado del Gobierno va más allá del que se tomó durante las décadas del terrorismo, es muy distinto. Es un papel mucho más económico, más social y más cultural. De presencia, de coordinación entre el Gobierno central y las instituciones forales y municipales. De propuesta de agenda, de presencia de los ministros y ministras en Euskadi, y de explicación de todas aquellas prestaciones e inversiones sociales que tienen lugar desde algunos ministerios. Sobre todo ahora con los Fondos Europeos. Ese marcado carácter económico, social y cultural es una de las claves para prestigiar y dar notoriedad a la presencia del Estado en Euskadi.
- Su cargo implica mantener una buena relación tanto con el Ejecutivo vasco como con el Gobierno central. ¿Es complicada la coordinación institucional en una Comunidad Autónoma con tantas competencias como la vasca?
- Lo primero es el respeto a las instituciones. Evidentemente, el Gobierno vasco tiene unas competencias reconocidas en virtud del Estatuto de Autonomía. En estas legislaturas, especialmente en la última, se ha producido un acelerón en esa profundización del autogobierno y sin una relación de confianza sería muy difícil que se cumplieran esas transferencias. Eso no quiere decir que no se produzcan tiranteces o discrepancias como es lógico en una sociedad compleja y diversa como la nuestra. Pero estamos consiguiendo que la Delegación del Gobierno contribuya en mayor medida a la presencia y al prestigio del Estado y del Gobierno en Euskadi.
- ¿Se reconoce desde la sociedad el papel de la Delegación del Gobierno?
- Yo percibo que sí. Semanalmente recibo llamadas de alcaldes y alcaldesas de diferentes signos políticos para pedirme citas y contactos con empresas, colectivos y asociaciones que quieren reunirse con Ministerios y que nosotros gestionamos. Tampoco negaré que el hecho de que este Gobierno esté sustentado en todo el arco parlamentario vasco salvo el PP también contribuye a normalizar las relaciones. Yo no me estoy topando con problemas de legitimación como se pudo producir en el pasado cuando la violencia hacía que el delegado del Gobierno estuviera en una especie de burbuja hiperprotegida, lejana y centrada en la lucha antiterrorista. Ahora el papel de la Delegación es muy distinto. Nos movemos en más foros económicos, tenemos muchas relaciones sectoriales, visitamos muchas industrias, tratamos de engrasar las empresas con los ministerios de marcado carácter económico, como el Ministerio de Transición Ecológica, el de Industria o el de Asuntos Económicos.
- Entiendo que el papel económico es ahora una prioridad para un delegado del gobierno...
- Ahora el ámbito en el que más nos movemos es el económico. Fundamentalmente con el despliegue de los Fondos Europeos, pero también con las convocatorias ordinarias de organismos con el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación), o como el IDAE, (Instituto para la Diversificación, el Ahorro y la Eficiencia Energética). Nuestro papel es dar a conocer y facilitar todas las líneas de ayuda de la UE, pero también de carácter presupuestario ordinario que las empresas vascas disponen para sus inversiones, para su transición digital y ecológica. Esa es la principal labor. Pero también nos movemos mucho en ámbitos del tercer sector, con asociaciones y colectivos que tratamos de poner en relación con el Gobierno, y con organizaciones de protección civil o el ámbito cultural.
Nuestro papel es dar a conocer y facilitar todas las líneas de ayuda de la UE, pero también de carácter presupuestario que las empresas vascas disponen para sus inversiones
- Habiendo sido un cargo tan relacionado con la lucha antiterrorista, ¿cuál es la relación que tienen con las Asociaciones de Víctimas en Euskadi? ¿Tiene el Estado una tarea pendiente con ellas?
- Una de mis prioridades ha sido seguir trabajando en la preservación de la memoria y en el cultivo de la convivencia. Euskadi todavía tiene heridas que están por sanar y por cicatrizar. La memoria es una actitud que debemos conservar y promover. Me refiero al Centro Memoria de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria, que se puso en funcionamiento en la legislatura pasada. La comunicación habitual con las asociaciones es fluida. Diría que es buena, y tengo encuentros frecuentes con colectivos, con víctimas de ETA y los GAL. Es decir, que se sigue trabajando con normalidad, y diría que con cierta cordialidad, en el sentido de que hay alineación en cuanto al deber de la memoria. También hemos trabajado con todo lo que tiene que ver con la memoria democrática y la memoria histórica. Ese es un campo al que le he dado cierta relevancia y prioridad.
- En los últimos cuatro años, como delegado del Gobierno, ha utilizado mucho el euskera durante sus intervenciones públicas .¿Era la normalización de esta lengua un objetivo prioritario para usted?
- Sin duda. En un momento en que el Gobierno está trabajando para que las instituciones reconozcan el euskera, el gallego, el catalán en el Parlamento Europeo, y en un momento donde en el Congreso de los Diputados se permite hablar en euskera, creo que el hecho de que la Delegación del Gobierno pueda hablar y dirigirse a los ciudadanos en esta lengua también contribuye a la legitimación de esta institución. La Delegación del Gobierno es una institución vasca más, como pueden ser el Gobierno vasco, las Diputaciones Forales, los Ayuntamientos. Y en ese sentido, que el delegado del Gobierno hable en euskera ayuda a toda esa labor de legitimación y reconexión emocional. Que era uno de nuestros objetivos al inicio de la pasada legislatura. Sabemos que aquí el nacionalismo tiene su relevancia, pero creo que en los últimos años la agenda nacionalista ha perdido peso y la desconfianza hacia lo que representa España también se ha reducido considerablemente.